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El CELAM aboga por la
cooperación entre Europa y América Latina
Desde Brasil el presidente del
Consejo Episcopal Latinoamericano, monseñor Jaime Spengler, participó en una
mesa redonda en que afirmó que “la cooperación, motivada por la escucha atenta
y el reconocimiento de riquezas y debilidades comunes, nos pueden llevar a
encontrar nuevos caminos para el desarrollo de nuestros pueblos”
El martes 6 de junio, a las
16:30 de Bruselas, Bélgica, en modalidad presencial y virtual, se realizó la mesa redonda con organizaciones religiosas, comunidades de
base y responsables políticos de la Unión Europea, UE, con miras a una
cooperación entre la UE y América Latina y el Caribe, que apoye un desarrollo
humano sostenible e integral, respondiendo a la pregunta:
“¿Cómo
puede la Cumbre UE-CELAC, que se celebrará en el mes de julio, contribuir a una
cooperación entre iguales y promover la justicia global?”
En la sesión participó desde
Brasil el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, monseñor
Jaime Spengler, quien en la introducción del debate afirmó que “la cooperación,
motivada por la escucha atenta y el reconocimiento de riquezas y debilidades
comunes, nos pueden llevar a encontrar nuevos caminos para el desarrollo de
nuestros pueblos”, al “evidenciar la necesidad de promover el bien común”.
En búsqueda
de respuestas comunes
Refiriéndose a las condiciones
de desigualdad que impacta a los países latinoamericanos y caribeños, el
prelado brasileño se refirió a algunos aportes sustantivos del documento
aportado para la próxima cumbre, por parte el CELAM, la Comisión de Episcopados
de la Comunidad Europea (COMECE) y las diversas organizaciones de Cáritas,
subrayando que:
“Los
modelos de producción y de negocio que se basan en la explotación de las
personas y del planeta; las normas comerciales injustas; la inicua arquitectura
financiera y de la deuda mundial; la frágil apropiación democrática de los
procesos de elaboración de políticas y de toma de decisiones; y los sistemas
alimentarios insostenibles e injustos”
En este sentido, “dado que estos
retos y desequilibrios globales solo pueden abordarse mediante su
reconocimiento y la cooperación internacional, es esencial que Europa y América
Latina y el Caribe se comprometan a construir respuestas comunes”.
Trabajar por la vida digna y el
desarrollo humano integral de las personas y de los pueblos, ha de ser, por
tanto, una prioridad para los líderes gubernamentales y políticos, para dar
paso a “la construcción de una sociedad más justa, equitativa e integradora
capaz de respetar y valorar los derechos humanos y el cuidado del medio
ambiente”.
“No hacer
daño”
Para ello, continuó monseñor
Spengler, se requieren “marcos reguladores públicos sólidos que hagan cumplir
el principio de ‘no hacer daño’ y políticas redistributivas que mitiguen las
desigualdades”. Asimismo, “el creciente papel del sector privado no debe
producirse antes de que se hayan establecido y funcionen estos sólidos
mecanismos en favor de los más desfavorecidos”. Y añadió:
“Es urgente
un cambio de paradigma”
Ante esto, el presidente del
CELAM ha sostenido que “la justicia social y, en particular, una opción
preferencial por los pobres, son claves para superar las causas estructurales
de la exclusión y la opresión, apuntando a transformar nuestras economías para
que éstas puedan responder de mejor modo y reducir las diversas fracturas de
nuestras sociedades (económicas, generacionales, culturales, digitales, etc.),
así como el abandono, la explotación y la destrucción abusiva del medio
ambiente”.
Cancelar la
deuda internacional
En este sentido, “el comercio
debe beneficiar a las personas, no sólo a los mercados y las economías, y cada
actividad económica debe tener como objetivo el desarrollo humano integral”,
aseveró el arzobispo de Porto Alegre, Brasil, señalando además algunos caminos
de cooperación que deberán abordarse, como “redoblar los esfuerzos mundiales
para cancelar la deuda internacional de los países latinoamericanos y caribeños
altamente endeudados, a fin de que sus gobiernos puedan invertir estos recursos
en programas de educación, sanidad y protección social”.
“Incluimos
en nuestras recomendaciones varios temas que ameritan una reflexión seria y que
responden a los clamores de nuestros pueblos que comparten valores, religiones
y cultura, y que los invitamos a reflexionar y poder abrir canales de diálogo y
participación”
Entre ellos, el presidente del
CELAM pidió “reconocer debidamente el papel específico de los actores
religiosos y de las organizaciones confesionales, junto con otras
organizaciones de la sociedad civil, en el apoyo al desarrollo humano
sostenible y a la paz. Estos actores también deberían participar en los
procesos de consulta previos a la Cumbre UE-CELAC y, durante la misma, podrían
apoyarse las iniciativas inter-confesionales locales o regionales pertinentes”.
Una
oportunidad de cooperación
Al concluir su intervención,
monseñor Spengler planteó que la Cumbre UE-CELAC es una oportunidad de
cooperación “justa y mutuamente beneficiosa, que vaya más allá del anticuado
enfoque donante-receptor” y que “dé esperanza a los pueblos de nuestras regiones,
no solo ofreciendo respuestas a corto plazo a las emergencias, sino centrándose
en abordar los problemas estructurales que aumentan las vulnerabilidades de los
países de América Latina y el Caribe y que provocan efectos desproporcionados
de las crisis mundiales en sus poblaciones”.
La sesión también contó con la
participación del presidente de la COMECE, monseñor Mariano Crociata, así como
otros participantes de Cáritas América Latina y el Caribe, Cáritas
Europa, Caritas Internationalis y otros organismos de
cooperación europeos.
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