Vida Humana | Paolo Affatato/VN
El joven y el ministro que regaron con su sangre la tierra de
Pakistán
Akash
Bahir y Shahbaz Bhatti figuran entre los "nuevos mártires testigos de la
fe" de los últimos 25 años para los que el Papa ha creado una Comisión especial
con vistas al Jubileo. Dos figuras importantes sobre todo porque florecieron en
una nación de mayoría islámica donde las comunidades cristianas viven como
discriminadas.
Son
dos testigos de la fe de nuestro tiempo que regaron con su sangre la tierra de
Pakistán, donde vivían y donde dieron su vida por amor a Cristo: el joven Akash
Bahir y el ministro Shahbaz Bhatti. El primero se inmoló para proteger a los
fieles de su parroquia de un atentado terrorista el 15 de marzo de 2015, mientras
se celebraba la eucaristía dominical en la iglesia católica de San Juan de
Lahore. Abrazó y rechazó al terrorista suicida y explotó con él. El segundo
personaje, muy conocido internacionalmente por el cargo público que ocupaba,
era ministro federal para las minorías: fue asesinado el 2 de marzo de 2011 en
Islamabad por un comando terrorista que pretendía poner fin a su compromiso
evangélico en favor de los pobres, los marginados y los más vulnerables.
Entre
los "nuevos mártires testigos de la fe" de los últimos 25 años, sobre
los que el Papa ha llamado la atención creando una Comisión especial en vista
del Jubileo, los dos son figuras importantes sobre todo porque florecieron en
una nación como Pakistán, donde las comunidades cristianas viven como minorías
discriminadas y a veces perseguidas. En un contexto difícil, de mayoría
islámica, atravesado por fermentos de radicalismo y extremismo, los dos han
ofrecido el testimonio de una fe sencilla y fuerte, profunda y humilde y, en el
signo de las bienaventuranzas evangélicas, dispuesta a dar una señal de amor al
enemigo. Son dos personas a las que la Iglesia del país asiático y del mundo
entero puede mirar hoy, inspirándose en la fidelidad a su vocación y misión
bautismales, la de ser discípulos de Cristo hasta el final, sin compromisos ni
tibiezas.
Akash
se convirtió en el primer "siervo de Dios" de la historia de la
Iglesia pakistaní el 31 de enero de 2022. La arquidiócesis de Lahore, de hecho,
abrió oficialmente la fase diocesana del proceso para su beatificación, con la
ayuda de los Salesianos de San Juan Bosco, que habían acompañado el crecimiento
y los estudios del joven Bashir en sus escuelas. La Comisión y el tribunal
diocesano están trabajando intensamente y, según informó el arzobispo de
Lahore, Sebastian Shaw, esta fase debería concluir dentro de este año.
"Sabemos que el Señor bendice nuestros pasos y que esta experiencia de
abnegación dará frutos en nuestra comunidad", señaló con confianza el
prelado, atribuyendo también a la figura de Akash el impresionante
florecimiento de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa registrado en
los últimos años en su comunidad diocesana.
La
historia, la trayectoria humana y el compromiso político de Shahbaz Bhatti,
asesinado a los 39 años, son recordados y celebrados cada año en Pakistán por
las comunidades cristianas de todas las confesiones en el aniversario de su
muerte. Las conmovedoras palabras de su testamento espiritual, "sólo
quiero un lugar a los pies de Jesús", y su deseo de conformarse a Cristo en
cada momento y cada gesto de su existencia han dejado una huella indeleble en
la conciencia de los fieles, pero también una marca de gratitud en todos los
sectores de la sociedad.
Sigue
viva su misión de "construir una sociedad justa, pacífica y tolerante en
Pakistán, en la que las minorías religiosas puedan ejercer la igualdad de
derechos y vivir en paz y armonía", afirma el cardenal Joseph Coutts,
arzobispo emérito de Karachi, que lo conoció y siguió desde su juventud. Bhatti
fue un embajador de la armonía interreligiosa y los derechos humanos, y hoy es
"un símbolo de la lucha por los derechos de los oprimidos", recuerda
el purpurado. Hombre de carácter apacible, "siempre será recordado como
una voz para los sin voz y un abanderado del diálogo, entendido como medio para
promover la igual dignidad para todos, la justicia y la paz", concluye.
Publicado
por Vatican News
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