Para Vivir Mejor | P. José Pastor Ramírez/LD
Vacaciones, descanso y límites
Julio
es, regularmente, el mes de las vacaciones. El concepto deriva del latín
“vacans”, participio del verbo vacare: “estar libre, desocupado, vacante”; es
decir, las vacaciones como tales, surgieron en la Antigua Roma. Pero dejaron de
ser un privilegio hace, relativamente, poco tiempo. Para Jesús, por ejemplo,
las vacaciones no eran un privilegio, sino una necesidad; así lo indica Marcos
6, 31: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”.
Después de unas jornadas agotadoras ¡Qué gesto tan hermoso y tan humano de
parte de Jesús hacia sus apóstoles! Las vacaciones son fundamentales para la
salud: mental, física, emocional, espiritual, familiar y social.
Las
vacaciones veraniegas, si no son “desfiguradas” por la disipación y la simple
diversión, pueden convertirse en una ocasión propicia para fortalecer la vida
interior. Las vacaciones son uno de esos derechos que endulzan la vida y
consiguen que valga el esfuerzo vivirla.
El
descanso, ya sea diario, semanal o anual, es un tiempo sagrado porque favorecen
el cuidado de la persona. La pausa, en todo, es necesaria para todos y en todas
las edades. Definitivamente, hay que poner límites al trabajo para asegurar la
salud. El exceso de trabajo nos mata. Los límites nos hacen mejores personas y
nos evitan serios padecimientos. La expresión “no tengo tiempo para mí” está
indicando una ausencia seria de límites en el individuo. Establecer límites es
clave para el cuidado de la persona. El exceso de trabajo o falta de descanso
genera: frustración, irritación, enojo y amargura. Y promueve un resentimiento
prolongado que afecta la manera de percibir las intenciones de los demás, de
descifrar y vivir el presente.
Las
vacaciones son necesarias por múltiples razones: se gestiona mejor el estrés,
se evitan las enfermedades cardiovasculares, se combate la depresión, se duerme
mejor, se recargan energías y se restablece el balance del organismo. Asimismo,
se renueva la creatividad, las relaciones familiares y la productividad,
contribuyendo al ordenamiento del pensamiento.
Los
mejores aprendizajes se obtienen al explorar, aventurar y conocer cómo viven,
piensan, comen y son otras personas u otras culturas. Lo que contribuye a tomar
conciencia de que la realidad que vivimos es diferente a como la viven otras
personas. Además, de que existen otros modos de hacer las cosas y darle a la
vida y al trabajo otro sentido, ayudando a expandir los propios horizontes y
creencias.
Se
ha de estar atentos porque existe un síndrome que se denomina pos vacacional,
estrés o depresión pos vacacional, que consiste en la ansiedad que se
experimenta al reincorporarse a las actividades laborales ordinarias después de
disfrutar de un período de vacaciones. Los síntomas de este síndrome son: el
cansancio excesivo, trastornos del sueño, apatía, tristeza, malestar en
general, desinterés por el trabajo o falta de concentración.
Para
menguar este padecimiento se recomienda: programar el regreso de vacaciones, al
menos, dos días antes de reintegrarse al trabajo; días antes del retorno al
trabajo ir a dormir un poco más temprano y evitar despertar tarde, como
regularmente se hacía en el período vacacional.
Publicado
por Listín Diario
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