La Escuela Económica | Esteban Delgado (@estebandelgadoq)
De las
exportaciones locales “formales” hacia Haití
Desde que el presidente Luis Abinader dispuso el
cierre de la frontera con Haití como presión para que en esa nación paralice la
construcción de un canal de riego que usaría aguas del río Masacre sin el
debido consenso, han salido diversas informaciones sobre la importancia del
comercio fronterizo para las provincias de la zona, específicamente Dajabón,
Independencia, Elías Piña y Pedernales, pues por Montecristi no hay mercado.
No hay dudas de que la relación comercial con Haití es de vital
importancia para República Dominicana. No solo es nuestro segundo socio
comercial más importante después de Estados Unidos, sino el más favorable, toda
vez que del total de mercancías comercializadas “formalmente” el 98.5% es
exportación dominicana y solo el 1.5% es importación (dato casi constante año
tras año).
A eso se agrega el hecho de que el comercio con Haití también
tiene una especie de encadenamiento económico, que multiplica la actividad de
sustento de una cantidad de comerciantes nacionales y de esa nación que giran
en torno al mercado y a las empresas que producen los bienes que son transados.
A esos sectores no se les está dando asistencia oficial mientras dura el cierre
fronterizo.
En esta entrega vamos a hacer algunas aclaraciones sobre las
exportaciones dominicanas hacia Haití. Si se toma como referencia el año 2022,
se tiene que con unas exportaciones de US$1,039.5 millones, al dividirlo entre
52, se tiene que las ventas locales a esa nación promediaron los RD$19.99
millones semanales.
Pero no siempre ha sido así. El año pasado fue el primero desde
2014 en que volvimos a venderle a los haitianos más de US$1,000 millones. Si.
Desde el 2014 hacia atrás las ventas anuales a esa nación promediaban US$1,040
millones, pero desde el 2015 comenzaron a bajar y hasta el 2021 el promedio
anual de exportaciones hacia allá fue de 864.5 millones.
Lo anterior indica que, en los últimos siete años, sin el 2022,
con ese promedio anual de exportaciones, las ventas semanales rondaban los
US$16.6 millones (864.5/52). Es solo en 2022 cuando las exportaciones promedian
los US$19.99 millones, debido a que el valor de las ventas volvió a superar el
umbral de los US$1,000 millones, colocándose en US$1,039.5 millones.
Ese incremento no necesariamente fue por un mayor volumen de
ventas a ese país, sino, más bien, por los incrementos de precios de los
productos durante ese año. Esa es la razón por la cual también crecieron fuera
de lo normal las exportaciones hacia otros países, pero también las
importaciones y hasta las recaudaciones de la Dirección General de Aduanas
(DGA), por la inflación internacional y nacional y no por una mayor eficiencia
o volumen de las ventas.
En 2023, hasta agosto, las exportaciones locales hacia Haití
sumaron US$673 millones, de acuerdo con el Centro de Exportación e Inversión
(ProDominicana), lo que arroja un promedio semanal de US%19.4 millones en
ventas, es decir, ligeramente menos que en 2022.
Pero los datos citados no le restan importancia al comercio
fronterizo, más si se toma en cuenta que hay otra proporción importante de
intercambio “informal” que no se puede cuantificar, pero que de seguro ronda al
menos un tercio del volumen que se transa en formalidad; además, está el hecho
de que en las provincias fronterizas no hay ninguna actividad empresarial, comercial
o productiva que se acerque mínimamente en impacto económico a lo que implica
el comercio con el vecino Haití. En otras palabras, la economía de las
provincias fronterizas depende del intercambio comercial entre las dos
naciones.
Por eso es oportuno sugerir desde esta humilde tribuna al
presidente Luis Abinader que aproveche la coyuntura de la aprobación por parte
del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de enviar una fuerza multinacional
hacia esa nación para disponer la reapertura de la frontera y recurrir al
diálogo binacional con intermediación externa (Organización de Estados
Americanos -OEA-) para dirimir el conflicto por el canal sin afectar la
economía, no solo de los exportadores hacia Haití, sino de todas las
comunidades y los miles y cientos de miles de dominicanos que dependen de esa
actividad comercial en la deprimida parte oeste de República Dominicana desde
el norte hasta el sur en vecindad con esa nación.
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