La Iglesia Hoy | Antonella Palermo
La santidad, no la perfección moral, sino la
dinámica de las relaciones
Ha comenzado en el instituto Augustinianum de Roma la
conferencia de estudio "Dimensión comunitaria de la santidad",
promovida por el Dicasterio para las Causas de los Santos. Cardenal Semeraro:
mirar a la Iglesia como el hábitat en el que florece la santidad. Cardenal de
Mendonça: "La santidad de Dios nos pide amor, comprensión, reconciliación
y paz. La guerra es exactamente lo contrario".
La santidad no es sólo la adhesión estática a una
perfección de vida moral, sino una dinámica de relación, una experiencia
"táctil" de la vida misma de Dios". Este es el núcleo del
discurso del cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para
la Cultura y la Educación, que ha inaugurado hoy, 13 de noviembre, en el
Instituto Patrístico Augustinianum de Roma, el congreso de estudio de tres días
"Dimensión comunitaria de la santidad", promovido por el Dicasterio
para las Causas de los Santos.
Semeraro: la
santidad crea amistad
Moderada por Alessandro Gisotti, subdirector del
Dicasterio para la Comunicación, la sesión de esta tarde ha sido introducida
por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de
los Santos, quien ha explicado el espíritu de la perspectiva adoptada este año
por el encuentro: mirar a la Iglesia como el hábitat en el que florece la
santidad. "Hay una frase de un autor medieval, Fulgencio de Ruspe, que
decía que en la Iglesia estamos unidos unos a otros y si nos separamos unos de
otros no somos nada. Esto se aplica también a la santidad", explica
Semeraro a Vatican News.
Una perspectiva que se asemeja mucho a la que surgió
del Sínodo. De hecho, subraya el cardenal, "sínodo" es converger,
estar juntos en el mismo umbral y encontrarse en unión esponsal con Cristo.
Semeraro insiste en la familia como lugar privilegiado donde puede crecer la
santidad. Recuerda, en este sentido, la reciente beatificación de toda la
familia Ulma en Polonia: "Allí se puede ver cómo actuó realmente la gracia
del matrimonio. Su Biblia se conserva, la he visto, donde todavía se guardan
las notas". Y, de nuevo, recuerda la agradable sorpresa que experimentó en
España, donde, al visitar la casa de San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia:
"Me quedé asombrado al ver las imágenes de tantos otros santos: San
Ignacio de Loyola, San Francisco de Borja.... Eran siete, ocho. Todos eran
amigos. Eso es, la santidad crea amistad".
De Mendonça: la
santidad no es una perfección moral estática
En su discurso, el cardenal portugués Tolentino De
Mendonça se centró en cambio en el análisis del capítulo 19 del libro del Levítico,
considerado la "piedra angular de toda la Torá". En particular, el
prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación examinó el versículo 2:
"Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo",
destacando el carácter universal de la santidad. También señala cómo la
santidad se manifiesta en el comportamiento ético, pero no es exhaustiva, no
puede restringirse a un plano exclusivamente "ritual". Lo que Dios
nos pide que hagamos -dijo el cardenal- ilumina el misterio de Dios mismo, en
una misteriosa circularidad. Y aquí está el quid de la santidad: "La
santidad no es una perfección moral estática, sino una dinámica libre de
relación. No es sólo un 'ser bueno'. Tiene que ver con una reverberación global
de la llamada de Dios a la santidad'. En la fórmula del Levítico,
"yo" va después de "tú".
Esto es significativo, explicó además el cardenal, si
se considera que la santidad de Dios no es indiferencia, inaccesibilidad.
"La santidad se declina con la categoría de alteridad y relación. El
concepto de lo santo es una extensión de lo divino a lo humano. La santidad es
expansiva". La santidad no es una ideología, articuló, sino una
experiencia "táctil" en la vida misma de Dios, que incluye la
dimensión de la intimidad, del silencio, incluso de lo absurdo que habita en la
existencia humana. "La santidad es asumir el riesgo de vivir la
transformación operada en nosotros por Cristo, de lo contrario la fe es una
pasión inútil.
La guerra es lo
contrario de la santidad
Al margen del evento, también una reflexión del
cardenal de Mendonça con Vatican News sobre cómo hablar de santidad en un
escenario dolorosamente herido por la guerra.
"La santidad es una propuesta de Dios para poder
poner en práctica lo que Dios es. La santidad no es algo distinto de la
naturaleza de Dios. Es el misterio de Dios mismo que Él comparte. Es muy
hermoso ver, por ejemplo, en el Levítico, cómo esta invitación a la santidad se
hace no sólo a los sacerdotes, sino a toda la comunidad: pequeños, grandes,
hombres, mujeres... No es sólo una adhesión a un misterio de trascendencia que
nos cuesta entender del todo, no. Es algo que conocemos porque es el bien que
podemos hacer, esa alianza concreta con el amor, con la justicia, con la
solidaridad, con la amistad social que podemos activar en nuestra vida
cotidiana', explicó el cardenal.
Por ello, "la guerra es lo contrario de la
santidad. La santidad de Dios nos pide amor, comprensión, reconciliación y
paz". De Mendonça invita a continuación: "Todos debemos rezar en este
contexto porque no es una situación fácil para nadie. Debemos insistir, como
hace el Santo Padre, y decir basta a la violencia y ser capaces, por las vías
del encuentro y del diálogo, de revelarnos verdaderamente a imagen y semejanza
de Dios".
La poesía
prepara el alma
Y la poesía, ya que hablamos con un poeta, ¿puede ser
un camino, un método para agudizar nuestros sentidos para descubrir la santidad
a nuestro alrededor y crecer en el camino de la santidad? "Los místicos
nos enseñan.
No es casualidad -concluye el cardenal- que los
místicos se expresen en lenguaje poético. La poesía prepara nuestras almas para
la revelación de Dios y para acoger esa revelación en lo más profundo de
nuestro ser".
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