Valores | Tiziana Campisi
La humildad es fuente de la
paz en el mundo y en la Iglesia
En la última
catequesis del ciclo sobre los vicios y las virtudes, el Papa Francisco
reflexionó sobre el “gran antagonista” de la soberbia, “que nos salva del
Maligno y del peligro de convertirnos en sus cómplices” y “devuelve todo a la
justa dimensión”, “ese sentido interior de pequeñez” que distinguÃa a MarÃa. “A
menudo surgen en el corazón humano delirios de omnipotencia, que son tan
peligrosos”, ser pobres de espÃritu nos hace darnos cuenta de que “somos
criaturas maravillosas pero limitadas
El Santo Padre
dedicó a la humildad la vigésima y última catequesis del ciclo sobre los vicios
y las virtudes que habÃa comenzado en la audiencia general del pasado 27 de
diciembre. A los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, les describió sus
caracterÃsticas, se detuvo en la Virgen MarÃa, la mujer humilde por excelencia,
y luego resumió los frutos que brotan de la “pequeñez interior”.
“Hermanos y
hermanas, la humildad lo es todo. Es lo que nos salva del Maligno y del peligro
de convertirnos en sus cómplices. Y la humildad es la fuente de la paz en el
mundo y en la Iglesia. Donde no hay humildad hay guerra, hay discordia, hay
división. Dios nos ha dado ejemplo de ello en Jesús y MarÃa, porque [ellos
son...] nuestra salvación y nuestra felicidad”
El gran antagonista de la soberbia
Aunque no
“forma parte de la séptuple lista” de las virtudes cardinales y teologales, la
humildad “es el fundamento de la vida cristiana”, explicó el Papa, y es también
“la gran antagonista del más mortÃfero de los vicios”, la soberbia.
Mientras que
el orgullo y la soberbia hinchan el corazón humano, haciéndonos parecer más de
lo que somos, la humildad devuelve todo a su justa dimensión: somos criaturas
maravillosas pero limitadas, con virtudes y defectos. La Biblia nos recuerda
desde el principio que somos polvo y al polvo volveremos, “humilde” de hecho
viene de humus, que significa tierra. Sin embargo, a menudo surgen en el
corazón humano delirios de omnipotencia, ¡tan peligrosos! Y esto nos hace mucho
daño.
Sentimiento de pequeñez del que brotan las virtudes
Para liberarse
“del demonio de la soberbia” y “redescubrir la justa medida”, bastarÃa con
detenerse a “contemplar un cielo estrellado”, pero también ampliando aún más la
mirada gracias a la “ciencia moderna”, uno se darÃa cuenta del “misterio que
nos rodea y nos habita”, sugirió Francisco. Humildes son “las personas que
conservan en su corazón esta percepción de su propia pequeñez”, esos “pobres de
espÃritu” de los que parte Jesús “en sus Bienaventuranzas”.
“Es la primera
Bienaventuranza porque es la base de las que siguen: en efecto, la mansedumbre,
la misericordia, la pureza de corazón surgen de ese sentimiento interior de
pequeñez. La humildad es la puerta de entrada a todas las virtudes”
La humildad “granÃtica” de MarÃa
Precisamente
la humildad y la pobreza de espÃritu son mostradas por los Evangelios como “la
fuente de todo”, subrayó el Papa, señalando que la anunciación tiene lugar en
“una remota aldea de Galilea, tan insignificante que la gente decÃa: ‘¿De
Nazaret puede salir algo bueno?’”. Sin embargo, “de allà renace el mundo”, de
“una niña desconocida: MarÃa”; el Todopoderoso “se siente atraÃdo” por su
«pequeñez». Y se siente “atraÃdo por nuestra pequeñez cuando aceptamos esta
pequeñez”.
“Podemos
imaginar que ella también conoció momentos difÃciles, dÃas en los que su fe
avanzó hacia la oscuridad. Pero nunca vaciló en su humildad, que en MarÃa era
una virtud granÃtica: siempre pequeña, siempre despojada de sà misma, siempre
libre de ambiciones”
Palabras del Papa en nuestro idioma
Queridos hermanos y hermanas:
Concluimos hoy
el ciclo de catequesis dedicado a “los vicios y las virtudes”. Y hoy
reflexionamos sobre la humildad, una virtud que está en la base de la vida
cristiana y es la gran antagonista del peor de los vicios, que es la soberbia.
La humildad nos ayuda a ubicar todo en su justa medida: somos criaturas
maravillosas pero limitadas, con cualidades y defectos. “Humildad es andar en
la verdad”, decÃa santa Teresa.
En las
Bienaventuranzas, Jesús menciona algunas actitudes que nacen de la humildad,
como la mansedumbre, la misericordia y la pureza de corazón. Esta disposición
interior nos ayuda a combatir el orgullo y los delirios de grandeza que tantas
veces surgen dentro de nosotros.
Para ahondar
en esta virtud contemplemos a la Virgen MarÃa, modelo de humildad y pequeñez.
En la vida oculta, libre de ambiciones y vacÃa de sÃ, MarÃa hizo de toda su
vida un magnÃficat.
“Saludo
cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a MarÃa que nos
enseñe a vivir la virtud de la humildad, proclamando la grandeza del Señor y
dándole gracias porque mira nuestra pequeñez con amor y misericordia. Que Jesús
los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias”
Vaticannews.vanull
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...