Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín
Lo bonito de imitar a tu mamá
Cuando tenía 7 años de edad, las interrupciones energéticas por mi casa (acá apagones), para mis hermanos y yo, eran motivo para jugar a miss universo, por lo que el armario y los zapatos gigantes, en aquel entonces, eran parte del desfile en nuestro show.
Se han realizado
estudios acerca de cómo los hijos imitamos a nuestra madre, de ahí el refrán “De
tal madre tal hija”. En ocasiones no lo hacemos intencionalmente, pero no sólo
utilizamos su tipo de ropa, como lo decía al principio, sino que también usamos
su lenguaje corporal y hasta su manera de pensar.
Imitar a mi
mamá es bonito porque:
- Es verme
caminar junto a ella, muy pequeña hacia la Iglesia. Es continuar su legado de generación
en generación, por habernos enseñado a creer en Dios y a amar a nuestra madre
espiritual, la virgen María.
- Es verme
en cada refrán, que ella parafrasea para advocar alguna situación.
- Es verme
en el espejo, de cada embarazo de mis hijos, Es verme de 9 meses reflejada
dentro de ella. Nuestros hijos van a estar interiormente en nosotros, como nosotros
estaremos siempre dentro del corazón de nuestra madre.
- Es tener
la misma dedicación, que un día tuvo su corazón.
- Es dar
gracias a Dios al rendirle honor, no sólo el día de las madres, sino todos los
días, cada segundo, cada minuto, cada año...
- Es disfrutar
de sus mejores cuentos del pasado, de sus miedos, de su dolor, de sus virtudes,
de sus anhelos y de aquellos embarazos o hijos, que más desvelos le dieron.
- Es hablar
como ella, cocinar como ella, regañar como ella, cantar como ella, enseñar como
ella, bailar como ella, escribir como ella, ahorrar como ella, cuidar de manera
excesiva como ella, limpiar como ella, compartir sus logros, equivocarnos como
ella, asumir riesgos y tener la sabiduría para tomar las mejores decisiones,
inclusive, hasta llorar como ella.
Hoy, ver el
ejemplo de mi madre, es ver su huella en cada uno de mis hermanos, inclusive en
sus nietos, quienes desde que nos juntamos comienzan a imitarla y reímos a
carcajadas, de como ella actuaria ante un evento, de cómo mis tías la imitan y
cómo hasta los vecinos, quieren imitar lo bueno que tiene.
Una vez
intenté imitarla aprendiendo a bordar, pero me fue imposible, ese don es especial
en ella.
Imitaremos a
nuestra madre, cuando volvamos a ser niños, como lo fuimos nosotros un día. Imitaremos
a nuestra madre, cuando la primavera se convierta en invierno y cuando la
lluvia empape los destellos de vida, que quedan en cada sonrisa.
Hoy tenemos
muchas madres que imitan a su madre, en el momento que nos toca como hijas
convertimos en madre de nuestra madre para cuidarle y estar a su lado. Cuando
llegan esos momentos, donde ya nuestra madre es muy mayor, cuando ya sus pies
se vuelven pesados, su mirada está un poco apagada, su ventana sea su consuelo
y la cama, un camino cerca del cielo.
De mi parte,
seguiré los pasos de mi madre, quien ha sido ejemplar y excepcional. Imitarla
es lo más bonito que me ha podido pasar, ella es única, ya que es un regalo que
Dios nos envió a mis hermanos y a mí.
Si hoy
imitas a tu madre, siendo una madre ejemplar te felicito, ¿ya notaste cómo la
has imitado?
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