Evangelización | Carlos Pérez Laporta
La casa edificada sobre roca y la casa
edificada sobre arena
Jueves de la 12ª semana de tiempo ordinario / Mateo 7,
21-29
Evangelio: Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discÃpulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el
reino de cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos.
Aquel dÃa muchos dirán:
“Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y
en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”.
Entonces yo les declararé:
“Nunca os he conocido. Alejaos de mÃ, los que obráis
la iniquidad”.
El que escucha estas palabras mÃas y las pone en
práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó
la lluvia, se desbordaron los rÃos, soplaron los vientos y descargaron contra
la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha
estas palabras mÃas y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio
que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los rÃos,
soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue
grande».
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba
admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los
escribas.
Comentario
Las palabras de Jesús son duras: a los que han actuado
en su nombre dice no conocerles. No lo dice a los que han sido buenas personas
sin conocerle. No lo dice a los que han creÃdo en Dios sin saber de Jesús. Lo
dice a los que le han representado, a los que actuaban en nombre de Jesús, a su
Iglesia: «¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado
demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. Entonces yo les
declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mÔ».
¿Cómo es posible que Jesús diga no conocer a los que
le han representado? Han obrado objetivamente su misión, pero se parecen «a
aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena». No tienen el fundamento.
Por fuera la casa está bien construida. Externa y objetivamente la casa es como
tiene que ser. Pero les falta la relación interna con aquello que les sostiene.
Cristo les desconoce porque ellos no tienen intimidad con Él. Cristo nos conoce
cuando dejamos que nos sostenga en nuestro interior y dé forma a nuestra alma. De lo contrario, de nada sirve nuestra vida externa.
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