La Escuela Económica | Esteban Delgado (@estebandelgadoq)
Reforma fiscal más por grado de inversión
que por déficit
El
Gobierno dominicano está en el deber y casi la obligación de hacer aprobar una
reforma fiscal, que más bien debería ser un “pacto fiscal”, a los fines de dar
cumplimiento a uno de los mandatos de la ley que crea la Estrategia Nacional de
Desarrollo (END).
El
anuncio de esta propuesta de reforma fiscal ha hecho surgir diversas opiniones,
especialmente de economistas, empresarios, gremios empresariales y otros
representantes de la sociedad. Sin embargo, el enfoque gira mucho en torno a si
los ingresos son insuficientes, si el gasto es excesivo y a que el déficit
fiscal de cada año está siendo cubierto con deudas y más deudas.
Con
el creciente nivel de endeudamiento vienen los compromisos de pago de
“intereses de la deuda”, que cada año absorben alrededor de una quinta parte de
los ingresos totales. Este año 2024, por ejemplo, el Gobierno tiene que tomar
prestados RD$344,980.2 millones, de los cuales, RD$231,312.1 millones son para
cubrir el déficit (diferencia entre ingresos y gastos) y RD$113,668.1 millones
son para saldar vencimientos de deuda ya contratada.
Sin
embargo, dentro de la ejecución del gasto total de este año hay una partida de
RD$263,816.8 millones que es para el pago de intereses de la deuda corriente,
es decir, un monto que supera al propio déficit fiscal programado.
¿Es
posible aplicar una reforma fiscal que genere ingresos adicionales por
RD$231,312.1 millones y que de esa forma no haya déficit? La respuesta
es no. Eso sería aproximadamente un 3% del producto interno bruto (PIB) y se
requeriría aplicar impuestos, ampliar base imponible e incrementar tasas a
niveles que ningún sector podría pagar, más si se toma en cuenta que el 56% de
la economía local es informal. Los formales son los que más tributan.
Entonces,
si la reforma fiscal no será suficiente para eliminar el déficit y detener el
endeudamiento, ¿para qué se va a aplicar? La paradójica respuesta es: “para
seguir endeudándonos”. Sí. Así como se lee.
Lo
que ocurre es que República Dominicana es evaluada cada año para determinar
nuestra calificación de riesgo país. Las calificadoras de riesgo indican el
“grado de inversión” de los países y con base en eso, los acreedores, es decir,
las empresas y personas que invierten en la emisión de deuda que emite el
Gobierno cada año, depositan su confianza y puede que acepten recibir tasas de
interés menores. Si el grado de inversión del país empeora, entonces es más
difícil acceder a financiamiento externo y las tasas de interés a pagar por esa
deuda sería mucho más elevada.
Dado
que República Dominicana se está endeudando mucho, los acreedores desean saber
qué tan consolidados están los fundamentos macroeconómicos y solvencia del país
para garantizar el pago completo y puntual de los intereses y capital de la
deuda.
Con
la aprobación de una reforma fiscal, República Dominicana estaría enviando una
señal clara a las calificadoras de riesgo país y a sus acreedores de que tiene
suficientes ingresos para garantizar el pago de sus compromisos de deuda, lo
cual mejoría el puntaje (grado de inversión) del país y será posible seguir
contratando deuda, posiblemente con una tasa de interés más baja.
Dicho
de una forma más sencilla y entendible: lo que está haciendo el Gobierno es lo
que haría usted si va a tomar un préstamo al banco. Usted será evaluado para
determinar sus niveles de solvencia y para ver si está en condiciones de
endeudarse y de pagar puntualmente la deuda que vaya a contraer. En ese caso,
es posible que usted le diga al banco que recientemente le aumentaron el
salario de RD$40,000 a RD$50,000 pesos, es decir, que tiene más ingresos y el
banco tomará eso en cuenta para aprobarle el préstamo.
Como
puede ver, el deseo suyo de demostrar solvencia ante el banco, incluso,
informando que sus ingresos han aumentado, no fue para cuadrar su presupuesto
de gastos en casa, sino para tomar un préstamo, es decir, para endeudarse. Eso
mismo es lo que procura el Gobierno; aplicar una reforma fiscal para “mejorar”
su “grado de inversión” y así poder seguir endeudándose en los mercados
internacionales donde los inversionistas se guían por las calificadoras de
riesgo país. Lo demás, es ilusión.
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