Vida Humana | Marta Zhao/AF
Las comunidades católicas chinas atienden a las
«novias de lejos», mujeres heridas por la vida
Las llaman «las novias
de lejos». En su mayoría pertenecen a grupos étnicos minoritarios y a menudo
viven en condiciones de extrema pobreza. Sufren abusos y formas de violencia
doméstica y social. A veces pueden llegar a considerarse víctimas de la trata
de seres humanos, una lacra que hay que combatir y que afecta a millones de
personas en todo el mundo, como recuerda el Día Mundial de la ONU dedicado a
ellas el 30 de julio de cada año.
El fenómeno de las «novias de lejos» está muy
extendido en las zonas menos desarrolladas y más aisladas de China continental.
Son mujeres vulnerables y desamparadas, marginadas y a
menudo maltratadas y olvidadas por la misma familia a la que pasaron a formar
parte a través del matrimonio. Y muchas han encontrado una vía de esperanza y
sanación en su encuentro con las comunidades católicas chinas que se ocupan de
ellas.
La profesora Kang Zhijie, investigadora del Instituto
de Macao de la Universidad de Jinan, es autora de un informe titulado «Estudio
sobre la atención católica a las novias de lejos». El estudio documenta cómo
ciertos fenómenos y aspectos de la sociedad y la mentalidad chinas -el
desequilibrio numérico entre los sexos, la preferencia por los hijos varones
sobre las hijas y el concepto de continuidad del linaje- llevan a algunos
hombres de zonas remotas y menos desarrolladas a intentar casarse con mujeres
de otras regiones. En algunos casos, las «novias de lejos», que sus futuros
cónyuges no conocen directamente, se convierten en objeto de una auténtica
compraventa gestionada por su clan familiar.
Para muchas comunidades católicas, especialmente en
las zonas rurales, la realidad de las «novias de lejos» se ha convertido en una
nueva frontera donde dar testimonio de la liberación proclamada por el
Evangelio. Su condición de mujeres frágiles y maltratadas representa una de las
«periferias existenciales» a menudo recordadas por el Papa Francisco como
lugares donde es necesario llevar el anuncio del Evangelio con más solicitud y
manifestar el poder sanador de la gracia de Cristo en obras de caridad y misericordia,
también en una sociedad secularizada.
La investigación realizada por la profesora Kang
atestigua que, desde la apertura de China en los años 80, la Iglesia católica
de la República Popular China ha realizado una gran labor de asistencia a las
víctimas de la lepra, los enfermos de sida, los niños huérfanos y los hijos de
familias desfavorecidas. A estos grupos de personas frágiles se suman también
las «novias de lejos». Algunas de ellas, tras recibir el bautismo, están dando
un testimonio sorprendente e impresionante del impacto de la fe en sus vidas.
Un testimonio que conmueve y reconforta a la Iglesia local, desatando una
gratitud que da energía y aliento a las obras de caridad.
En algunas parroquias han surgido grupos de atención
pastoral dedicados a las «novias de lejos», como el «Grupo Bíblico Sara», que
lleva el nombre de la esposa de Abraham. El sacerdote que eligió este nombre ha
explicado a la investigadora las razones de su elección: «Sara sufrió muchas
humillaciones y ofensas, pero al final fue bendecida. Como Sara, también las
novias lejanas pueden convertirse en personas abrazadas y sanadas por la
gracia. La intención es muy sencilla: siguiendo el ejemplo de Sara, pueden
empezar a vivir una vida plena, iluminada por la luz de Dios».
Las comunidades organizan cursos de catequesis y
encuentros de lectura de la Biblia, ayudándolas a integrarse en el contexto
local, teniendo en cuenta sus necesidades y condiciones (nivel cultural, tiempo
disponible, situación familiar). Algunas de ellas también han podido liberarse
de las asperezas de carácter y de las cerrazones provocadas por el sufrimiento
padecido, llegando incluso a encontrar la armonía con sus maridos. También se
han podido vivir momentos de convivencia en los que las «novias de lejos» han
preparado platos típicos de su región de origen, y así han podido sentirse
envueltas en un ambiente familiar y fraternal. Algunas de ellas han pasado a
formar parte del equipo motor de todo el grupo, trabajando también como
catequistas, para «llevar a los demás el amor de Jesús, según la enseñanza del
Evangelio».
Publicado por Agencia Fides
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