Vida Humana | Papa Francisco
El Papa: La pena de muerte
no hace justicia, es un veneno para la sociedad
«Un cristiano
en el corredor de la muerte. Mi compromiso junto a los condenados» es el tÃtulo
del libro de Dale Racinella, publicado por Libreria Editrice Vaticana, que sale
a la venta el martes 27 de agosto, con prólogo del Papa Francisco. Recinella,
de 72 años, antiguo abogado de éxito en Wall Street, acompaña espiritualmente a
los condenados en algunas penitenciarÃas de Florida desde 1998 como capellán
laico junto a su esposa Susan.
El Evangelio es el encuentro con
una Persona viva que cambia la vida: Jesús es capaz de revolucionar nuestros
proyectos, aspiraciones y perspectivas. Conocerle es llenar de sentido nuestra
existencia, porque el Señor nos ofrece la alegrÃa que no pasa. Porque es la
alegrÃa misma de Dios.
La historia humana de Dale
Recinella, a quien conocà en una audiencia, llegué a conocer mejor a través de
los artÃculos que escribió a lo largo de los años para 'L'Osservatore Romano' y
ahora a través de este libro, que llega al corazón, es una confirmación de lo
que se ha dicho: sólo asà se explica cómo fue posible que un hombre, con otras
metas en mente para su futuro, se convirtiera en capellán, como cristiano
laico, esposo y padre, de los condenados a la pena capital.
Se trata de una tarea muy difÃcil,
arriesgada y ardua de llevar a cabo, porque toca el mal en todas sus
dimensiones: el mal hecho a las vÃctimas, y que no puede ser reparado; el mal
que experimenta el condenado, sabiéndose destinado a una muerte segura; el mal
que, con la práctica de la pena capital, se inculca a la sociedad. SÃ, como he
dicho en repetidas ocasiones, la pena de muerte no es en absoluto la solución a
la violencia que puede sobrevenir a personas inocentes. Las ejecuciones, lejos
de hacer justicia, alimentan un sentimiento de venganza que se convierte en un
veneno peligroso para el cuerpo de nuestras sociedades civilizadas. Los Estados
deberÃan preocuparse por dar a los presos la oportunidad de cambiar realmente
de vida, en lugar de invertir dinero y recursos en reprimirlos, como si fueran
seres humanos que ya no merecen vivir y de los que hay que deshacerse. En su
novela El Idiota, Fiódor Dostoievski resume impecablemente la insostenibilidad
lógica y moral de la pena de muerte de la siguiente manera, hablando de un
hombre condenado a la pena capital: «¡Es una violación del alma humana, nada
más! Se dice: 'No matarás', y en cambio, porque él ha matado, otros le matan.
No, es algo que no deberÃa existir». Precisamente el Jubileo deberÃa comprometer
a todos los creyentes a pedir con voz inequÃvoca la abolición de la pena de
muerte, una práctica que, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, «¡es
inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la
persona!» (n.
2267).
Además, las acciones de Dale
Recinella, por no mencionar la importante contribución de su esposa Susan
reflejada en el libro, son un gran regalo para la Iglesia y la sociedad de
Estados Unidos, donde Dale vive y trabaja. Su compromiso como capellán laico,
en un lugar tan inhumano como el corredor de la muerte, es un testimonio vivo y
apasionado de la escuela de la infinita misericordia de Dios. Como nos ha
enseñado el Jubileo extraordinario de la Misericordia, nunca debemos pensar que
puede haber uno de nuestros pecados, uno de nuestros errores o una de nuestras
acciones que nos aleje definitivamente del Señor. Su corazón ya ha sido
crucificado por nosotros. Y Dios sólo puede perdonarnos a nosotros.
Por supuesto, esta infinita
misericordia divina también puede escandalizar, como escandalizó a tanta gente
en tiempos de Jesús, cuando el Hijo de Dios comÃa con pecadores y prostitutas.
El propio hermano Dale se enfrenta a crÃticas, reconvenciones y rechazos por su
compromiso espiritual al lado de los condenados. Pero, ¿no es cierto que Jesús
acogió en su abrazo a un ladrón condenado a muerte? Pues bien, Dale Recinella
sà ha comprendido y testimonia con su vida, cada vez que atraviesa la puerta de
una cárcel, especialmente la que él llama «la casa de la muerte», que el amor
de Dios es ilimitado y sin medida. Y que incluso el más vil de nuestros pecados
no desfigura nuestra identidad a los ojos de Dios: seguimos siendo sus hijos,
amados por Él, queridos por Él y considerados preciosos.
A Dale Recinella, por tanto, quiero
decirle un sincero y sentido agradecimiento: porque su acción como capellán en
el corredor de la muerte es una adhesión tenaz y apasionada a la realidad más
Ãntima del Evangelio de Jesús, que es la misericordia de Dios, su amor gratuito
e indefectible por cada persona, incluso por quien ha obrado mal. Y que
precisamente desde una mirada de amor, como la de Cristo en la cruz, pueden
encontrar un nuevo sentido a su vivir y, también, a su morir.
Ciudad del Vaticano, 18 de julio de
2024
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