Entrevista | Stephen Leszczynski
Irak. Cardenal Sako:
"El mal no durará"
Diez años
después de las masacres del Daesh contra cristianos y yazidíes, el Patriarca de
Bagdad de los Caldeos recuerda el sufrimiento compartido por todos los
iraquíes: "Cada uno de nosotros es responsable de los demás y cuando
estemos muertos Dios no nos preguntará si soy cristiano o musulmán, sino ¿qué
hiciste con tu hermano?"
El mes de
agosto de hace diez años simboliza una tragedia colectiva que forma parte de la
memoria de todo Irak. No sólo ciento veinte mil cristianos se vieron obligados
en la noche del 6 al 7 de agosto a abandonar sus hogares y posesiones bajo el
empuje asesino del autodenominado Estado Islámico, sino que todo un pueblo -los
yazidíes- sufrió el intento de exterminio con más de 3.000 hombres, mujeres,
niños y niñas asesinados y al menos 6.800 personas, en su mayoría mujeres,
niños y niñas, secuestradas por Daesh. Una
tragedia que Naciones Unidas ha reconocido como genocidio.
Ha sido
"una tragedia colectiva" para el pueblo iraquí, dice el cardenal
Louis Raphaël Sako, Patriarca de Bagdad de los caldeos, a Vatican News. Una
tragedia que involucró a cristianos y otras minorías, y que aún permanece
grabada en las mentes. Es cierto que el Isis ha sido derrotado, pero su
ideología sigue siendo fuerte, y no sólo en Irak".
Eminencia,
¿qué queda hoy del drama que vivieron los cristianos y otras minorías de Irak
hace diez años?
La gente no
tiene mucha, mucha fe en el futuro. Todo el mundo se pregunta: ¿cuándo
tendremos por fin un Estado moderno, democrático, civilizado, en el que todos
puedan ser ciudadanos con los mismos derechos y deberes? Esta es también la
razón por la que tantos se marchan y abandonan Irak, no sólo los cristianos.
Intento hablar con la gente, tranquilizarles diciéndoles que el mal no durará,
que debemos ser pacientes.
¿Qué significa
para Irak la ausencia de cristianos en la llanura de Nínive?
Los cristianos
siguen temiendo por su seguridad porque el país no es estable y son una pequeña
minoría. Además, todos están preocupados por las tensiones derivadas de la
crisis de Oriente Próximo.
¿Esta
situación de ansiedad es compartida por toda la población?
Tanto los
cristianos de la llanura de Nínive como los yazidíes tienen miedo. Deberíamos
ser capaces de cambiar la mentalidad que está en el origen de las guerras, de
la venganza, tenemos que saber dialogar y resolver los problemas no con las
armas, sino con el diálogo. Un diálogo serio y valiente. Hay que cambiar los
programas de educación escolar, el lenguaje, los discursos que se pronuncian.
¿Occidente es también responsable de la situación que
describe?
Occidente es
un poco tímido frente a los que piensan que la única solución es la guerra.
Como dice el Papa Francisco: la guerra nunca es una victoria. Todo el mundo
pierde. El problema de Occidente es la indiferencia. Todo el mundo está
centrado en la lógica del beneficio y faltan los valores morales y
espirituales. También podemos ver esto con lo que está sucediendo en Ucrania.
¡Es triste!
¿Qué nos
enseña lo que está viviendo hoy la comunidad cristiana, sin olvidar lo que fue
el genocidio de los yazidíes a manos de Daesh?
Nunca será
fácil borrar este recuerdo. Sigue habiendo tantos actos de odio, como el
atentado de Qaraqosh del año pasado que dejó más de 133 muertos durante una
fiesta de boda. Y el genocidio de los yazidíes..... ¿Cómo se puede imaginar en
el siglo XXI que las mujeres sean vendidas, separadas de sus familias sólo por
ser de otra etnia? ¿Qué valores existen? Es algo terrible, terrible, no sólo
para nosotros sino para el mundo entero que no puede impedir que sucedan cosas
así.
Eminencia,
¿cuál es su llamamiento a las sociedades del mundo para que vuelvan a abrir los
ojos ante la situación en Irak?
Creo que no
debemos olvidar a estos hermanos y hermanas de la humanidad. Somos hermanos y
hermanas y la vida es algo hermoso. No se puede permitir que la gente muera sin
hacer nada, tanto si ocurre en Irak como en cualquier otro lugar. Cada uno de
nosotros es responsable de los demás y cuando estemos muertos Dios no nos
preguntará si soy cristiano o musulmán, sino que nos preguntará: ¿qué has hecho
con tu hermano?
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