La Escuela Económica | Esteban Delgado (@estebandelgadoq)
De mi padre: hijos y hermanos son por
completo, no a medias
Recientemente comentaba en un podcast que
hice para elDinero con mi compañero de trabajo y, más que eso, amigo y hermano,
Jairon Severino, el hecho de que los hombres con hijos deben identificarlos y
reconocerlos sin importar circunstancias, pues, a la hora de su muerte, se
evitan dejar situaciones de conflictos familiares, especialmente si han
acumulado algún patrimonio heredable.
También decÃa, y lo mantengo, que, para
un hombre, tener hijos después de los 55 o 60 años no es lo más conveniente,
toda vez que, de ser un padre responsable, deberÃa estar lo suficientemente
bien, fÃsica, mental y económicamente, para garantizarle bienestar a ese niño
por nacer durante los próximos 20 años. Tener un hijo a los 60 años indica que
cuando ese joven esté en los 18, entrando a la universidad, su padre estará
cercano a los 80 años, si es que aún vive, lo cual no es lo más recomendable.
Y pienso de esa forma, porque lo aprendÃ
de mi padre, quien hace apenas una semana (27 de febrero) cumplió 38 años de su
partida a otra dimensión, pero que, a pesar de su muerte temprana, me dejó
muchas enseñanzas que me han servicio para construir mi madurez con un buen
nivel de responsabilidad y superación.
Recuerdo que mi padre siempre era muy
enfático en decirnos, a mà y a mi hermano mayor, que, sin importar las
circunstancias, en caso de causar un embarazo, aun no deseado, debÃamos asumir
la responsabilidad del reconocimiento de ese hijo por venir. Y enfatizaba tanto
con eso, que para nosotros es inconcebible negar un hijo o tenerlo en secreto,
sin reconocer que es nuestro.
Estando niño, escuchaba sus consejos,
pero tal vez por mi edad, no lo entendÃa del todo. Posteriormente, cuando yo
estaba en la adolescencia, mi padre enfermó y estuvo unos meses en
convalecencia. En ese perÃodo, ya acercándose a sus dÃas finales, siempre nos
decÃa: “mis hijos, ustedes son solo cuatro, dos hembras y dos varones. Solo
ustedes cuatro”.
Nos repetÃa esa frase de que supiéramos
que él no tenÃa hijos fuera de su matrimonio con nuestra madre y que, en caso
de tenerlos, nos lo habrÃa informado, para que nos mantuviéramos como lo que
habrÃamos de ser: hermanos, no “medio-hermanos”.
Y no era para menos. Mi abuelo, el padre
de mi papá, tuvo varios hijos con distintas mujeres. A algunos los declaró con
los documentos correspondientes, pero a otros no. Nunca negó a ninguno, pero no
se ocupó de mantenerlos a todos en conocimiento de su existencia. Sin embargo,
después de la muerte de mi abuelo, mi padre conoció a algunos de sus hermanos,
ya de adulto, y a todos los trataba como “hermanos”, nunca decÃa hermano de
padre o hermano de madre, sino, completamente “hermano” o “hermana”.
Del lado de mi madre, mi abuelo materno
tuvo muchos más hijos y con más mujeres, pero con la caracterÃstica de que a
todos los reconoció y siempre se ocupó de que sus hijos supieran quiénes eran
sus hermanos, independientemente de la relación que tuviera o no con sus mamás.
De ahà que, para mÃ, tener hijos no es como obtener un juguete. Los hijos son familia y más que eso, son un fruto que debe ser cuidado, cultivado y convertido en un ser humano de bien, productivo y útil para entregarlo a la sociedad. Por eso, cuando se tiene un hijo hay que tener conciencia y responsabilidad para saber que es preciso reconocerlo, declararlo y mantenerlo hasta convertirlo en un ser autosuficiente y debidamente educado.
Mi sentido de paternidad responsable no
solo proviene de los conocimientos que he adquirido con base en la educación
académica que he recibido, sino desde mi propia familia, desde mi propio padre,
quien fue siempre muy cuidadoso y dedicado en ese aspecto. Los hijos, aun con
las diferencias que puedan existir entre sus padres (papá y mamá), deben ser
siempre orientados a saber que sus hermanos y hermanas lo son y serán siempre,
no a medias, sino por completo.
Tengo tres hijos, uno de una madre y dos
de otra. Sin embargo, los tres se tratan como lo que son: hermanos, no medio
hermanos. Y, por tanto, reciben de mà el mismo amor, reconocimiento y
formación. Eso también lo aprendà de mi padre.
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