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    martes, 8 de abril de 2025

    Acompañar, sanar y cuidar: una luz de esperanza al final de la vida


    Vida Humana | Sebastián Sansón Ferrari

     


    Acompañar, sanar y cuidar: una luz de esperanza al final de la vida

     

    La vicepresidenta de la asociación "Paliativos sin Fronteras", Carmen de la Fuente Hontañón, reflexiona sobre el profundo propósito de la medicina paliativa: aliviar el sufrimiento físico y emocional en los momentos finales de la vida. Un llamado a la comunidad para abrazar la dignidad y la esperanza hasta el último aliento.

     

    Apoyar acciones destinadas a aliviar el sufrimiento de los enfermos y de sus familias, en particular de aquellos con una enfermedad avanzada, progresiva y/o en fase terminal, es el propósito con el que se creó la asociación "Paliativos sin Fronteras" en 2009. La entidad desarrolla programas de docencia, cooperación internacional y voluntariado con profesionales de la salud, cuidadores y familiares de pacientes, como explica su vicepresidenta, la doctora Carmen de la Fuente Hontañón.

     

    En una profunda reflexión sobre el final de la vida, explica cómo el personal sanitario juega un papel esencial no solo en aliviar el sufrimiento físico, sino también en brindar apoyo emocional y psicológico a quienes atraviesan estas situaciones tan complejas.

     

    La profesional ibérica sostiene que el personal sanitario tiene una responsabilidad crucial en la generación de esperanza y en el manejo del dolor. Sin embargo, recalca que no solo el paciente requiere atención, sino también su familia, que frecuentemente atraviesa un proceso de adaptación emocional con cada etapa de la enfermedad.

     

    Según la experta, uno de los mayores desafíos es acompañar a los familiares, quienes a menudo se encuentran perdidos, confusos y, en muchos casos, incluso en desacuerdo entre ellos acerca de la mejor forma de afrontar la situación. Este acompañamiento requiere una paciencia infinita, tanto por parte del personal médico como de los familiares, quienes deben aprender a lidiar con el sufrimiento y la cercanía de la muerte de sus seres queridos.

     

    Ella describe que, en muchos casos, el enfermo está más preparado que la familia para afrontar su situación. Mientras que algunos pacientes aceptan su diagnóstico y la cercanía de su final, los familiares pueden encontrarse en diferentes fases del duelo, desde la negación hasta la tristeza profunda o la desesperación. En su experiencia, el personal sanitario debe ser capaz de identificar estas diferencias emocionales y responder con una comunicación empática que permita que todos los miembros de la familia comprendan la situación y, poco a poco, aprendan a aceptar lo inevitable.

     

    Además de resaltar la importancia del acompañamiento, de la Fuente hace hincapié en la necesidad de un enfoque integral de la medicina paliativa. No solo se trata de aliviar el dolor físico, sino también de ofrecer un espacio de apoyo emocional y social. En este sentido, menciona las enseñanzas del Papa Francisco, quien, a través de su Red Mundial de Oración, ha enfatizado que "no siempre se consigue la curación, pero siempre podemos cuidar al enfermo, acariciar al enfermo".

     

    De la Fuente reconoce que estas palabras del Santo Padre resonaron profundamente entre sus colegas y estudiantes, quienes vieron en ellas una invitación a humanizar aún más la atención sanitaria, especialmente en el ámbito de los cuidados al final de la vida.

     

    El Papa Francisco, en sus discursos, ha insistido en la necesidad de cambiar el enfoque de una medicina tecnificada y centrada en la cura, a una medicina que, sin descuidar los avances tecnológicos, nunca olvide que lo fundamental es la persona y su dignidad. Esta visión se alinea con la reflexión que De la Fuente ha promovido durante su carrera: la medicina paliativa no debe ser vista como una “pérdida de tiempo”, sino como un acto profundamente humano y esencial.


    Otro tema importante que De La Fuente aborda es la falta de formación en medicina paliativa en muchos países y en algunas facultades de medicina. Con la experiencia adquirida en su trabajo con la organización "Paliativos Sin Fronteras", ha podido implementar programas de formación en lugares como la República Dominicana y Ecuador, donde la medicina paliativa es todavía una disciplina emergente. En este sentido, relata cómo, a través de estos programas de formación, muchos profesionales de la salud han aprendido a cambiar su perspectiva sobre la atención al final de la vida, pasando de una visión puramente curativa a un enfoque más integral y humano.

     

    Uno de los ejemplos más inspiradores que la médica evoca es el trabajo de una oncóloga pediátrica de la República Dominicana, quien ha logrado obtener recursos para la atención paliativa infantil a pesar de las dificultades en su país. Gracias a su dedicación y a los recursos que le ha proporcionado Paliativos Sin Fronteras, ha establecido un hospital de referencia en medicina paliativa pediátrica, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los niños con enfermedades terminales. Esta experiencia resalta la importancia de la formación y la disponibilidad de recursos en países en desarrollo para poder ofrecer una atención digna y humana a los pacientes.

     

    Carmen de la Fuente también reflexiona sobre la situación de muchas personas que, al llegar al final de su vida, prefieren estar en casa rodeados de su entorno familiar y social. En muchas ocasiones, el hospital no es el lugar donde los pacientes se sienten más cómodos. Por ello, en regiones como Castilla y León, se han implementado programas de soporte social que permiten a los pacientes recibir cuidados paliativos en sus hogares, con el apoyo de los recursos de la comunidad.

     

    Esta idea de “comunidades compasivas”, que ha sido implementada en otros países como Canadá, busca garantizar que nadie muera solo y que cada persona tenga el acompañamiento necesario en su entorno.

     

    Finalmente, la vicepresidenta de "Paliativos Sin Fronteras" hace un llamado a la sociedad en general para que se involucre más en el cuidado de los enfermos terminales. No se trata solo de la labor de los profesionales de la salud, sino de un esfuerzo colectivo que permita ofrecer apoyo emocional, social y espiritual a quienes enfrentan la muerte. La creación de redes de apoyo comunitario es esencial para que nadie se sienta desamparado al final de su vida.

     

    Vaticannews.va






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