Vida Humana | Sebastián Sansón Ferrari
Acompañar, sanar y cuidar:
una luz de esperanza al final de la vida
La
vicepresidenta de la asociación "Paliativos sin Fronteras", Carmen de
la Fuente Hontañón, reflexiona sobre el profundo propósito de la medicina
paliativa: aliviar el sufrimiento físico y emocional en los momentos finales de
la vida. Un llamado a la comunidad para abrazar la dignidad y la esperanza
hasta el último aliento.
Apoyar
acciones destinadas a aliviar el sufrimiento de los enfermos y de sus familias,
en particular de aquellos con una enfermedad avanzada, progresiva y/o en fase
terminal, es el propósito con el que se creó la asociación "Paliativos sin
Fronteras" en 2009. La entidad desarrolla programas de docencia,
cooperación internacional y voluntariado con profesionales de la salud,
cuidadores y familiares de pacientes, como explica su vicepresidenta, la
doctora Carmen de la Fuente Hontañón.
En una
profunda reflexión sobre el final de la vida, explica cómo el personal
sanitario juega un papel esencial no solo en aliviar el sufrimiento físico,
sino también en brindar apoyo emocional y psicológico a quienes atraviesan
estas situaciones tan complejas.
La profesional
ibérica sostiene que el personal sanitario tiene una responsabilidad crucial en
la generación de esperanza y en el manejo del dolor. Sin embargo, recalca que
no solo el paciente requiere atención, sino también su familia, que
frecuentemente atraviesa un proceso de adaptación emocional con cada etapa de
la enfermedad.
Según la
experta, uno de los mayores desafíos es acompañar a los familiares, quienes a
menudo se encuentran perdidos, confusos y, en muchos casos, incluso en
desacuerdo entre ellos acerca de la mejor forma de afrontar la situación. Este
acompañamiento requiere una paciencia infinita, tanto por parte del personal
médico como de los familiares, quienes deben aprender a lidiar con el
sufrimiento y la cercanía de la muerte de sus seres queridos.
Ella describe
que, en muchos casos, el enfermo está más preparado que la familia para
afrontar su situación. Mientras que algunos pacientes aceptan su diagnóstico y
la cercanía de su final, los familiares pueden encontrarse en diferentes fases
del duelo, desde la negación hasta la tristeza profunda o la desesperación. En
su experiencia, el personal sanitario debe ser capaz de identificar estas
diferencias emocionales y responder con una comunicación empática que permita
que todos los miembros de la familia comprendan la situación y, poco a poco,
aprendan a aceptar lo inevitable.
Además de
resaltar la importancia del acompañamiento, de la Fuente hace hincapié en la
necesidad de un enfoque integral de la medicina paliativa. No solo se trata de
aliviar el dolor físico, sino también de ofrecer un espacio de apoyo emocional
y social. En este sentido, menciona las enseñanzas del Papa Francisco,
quien, a través de su Red Mundial de Oración, ha enfatizado que "no
siempre se consigue la curación, pero siempre podemos cuidar al enfermo,
acariciar al enfermo".
De la Fuente
reconoce que estas palabras del Santo Padre resonaron profundamente entre sus
colegas y estudiantes, quienes vieron en ellas una invitación a humanizar aún
más la atención sanitaria, especialmente en el ámbito de los cuidados al final
de la vida.
El Papa
Francisco, en sus discursos, ha insistido en la necesidad de cambiar el enfoque
de una medicina tecnificada y centrada en la cura, a una medicina que, sin
descuidar los avances tecnológicos, nunca olvide que lo fundamental es la
persona y su dignidad. Esta visión se alinea con la reflexión que De la Fuente
ha promovido durante su carrera: la medicina paliativa no debe ser vista como
una “pérdida de tiempo”, sino como un acto profundamente humano y esencial.
Otro tema importante que De La
Fuente aborda es la falta de formación en medicina paliativa en muchos países y
en algunas facultades de medicina. Con la experiencia adquirida en su trabajo
con la organización "Paliativos Sin Fronteras", ha podido implementar
programas de formación en lugares como la República Dominicana y Ecuador, donde
la medicina paliativa es todavía una disciplina emergente. En este sentido,
relata cómo, a través de estos programas de formación, muchos profesionales de
la salud han aprendido a cambiar su perspectiva sobre la atención al final de
la vida, pasando de una visión puramente curativa a un enfoque más integral y
humano.
Uno de los
ejemplos más inspiradores que la médica evoca es el trabajo de una oncóloga
pediátrica de la República Dominicana, quien ha logrado obtener recursos para
la atención paliativa infantil a pesar de las dificultades en su país. Gracias
a su dedicación y a los recursos que le ha proporcionado Paliativos Sin
Fronteras, ha establecido un hospital de referencia en medicina paliativa
pediátrica, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los niños con
enfermedades terminales. Esta experiencia resalta la importancia de la
formación y la disponibilidad de recursos en países en desarrollo para poder
ofrecer una atención digna y humana a los pacientes.
Carmen de la
Fuente también reflexiona sobre la situación de muchas personas que, al llegar
al final de su vida, prefieren estar en casa rodeados de su entorno familiar y
social. En muchas ocasiones, el hospital no es el lugar donde los pacientes se
sienten más cómodos. Por ello, en regiones como Castilla y León, se han
implementado programas de soporte social que permiten a los pacientes recibir
cuidados paliativos en sus hogares, con el apoyo de los recursos de la
comunidad.
Esta idea de
“comunidades compasivas”, que ha sido implementada en otros países como Canadá,
busca garantizar que nadie muera solo y que cada persona tenga el
acompañamiento necesario en su entorno.
Finalmente, la
vicepresidenta de "Paliativos Sin Fronteras" hace un llamado a la
sociedad en general para que se involucre más en el cuidado de los enfermos
terminales. No se trata solo de la labor de los profesionales de la salud, sino
de un esfuerzo colectivo que permita ofrecer apoyo emocional, social y
espiritual a quienes enfrentan la muerte. La creación de redes de apoyo
comunitario es esencial para que nadie se sienta desamparado al final de su
vida.
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