Vida Consagrada | Isabella H. de Carvalho
Cardenal Parolin: El
ministerio del obispo es un don para toda la Iglesia
El Secretario
de Estado celebró en la BasÃlica de San Pedro la Misa de ordenación episcopal
de monseñor Ignazio Ceffalia, Nuncio apostólico en Bielorrusia desde el 25 de
marzo. El cardenal se mostró convencido de que el Prelado afrontará su nuevo
encargo con la certeza de la gracia de Dios, a pesar de los desafÃos internos,
tanto polÃticos y socioeconómicos como religiosos, en las relaciones con los
hermanos ortodoxos y ante las tensiones derivadas de la trágica guerra en
Ucrania.
El ministerio
del obispo “es un don destinado a toda la Iglesia”, lo que significa que el
elegido “ya no vive para sà mismo, sino para la comunidad sobre la que está
puesto”. El cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, enmarcó asà la
misión de los obispos en la homilÃa que pronunció este 22 de mayo, durante la
ordenación episcopal en la BasÃlica de San Pedro de monseñor Ignazio Ceffalia,
nombrado Nuncio apostólico en Bielorrusia el pasado 25 de marzo. Una tarea que
—Parolin se declara «profundamente convencido» — monseñor Ceffalia afrontará
con la certeza del apoyo de Dios a pesar de los desafÃos internos «de carácter
polÃtico y socioeconómico, pero también religioso, en las relaciones con
nuestros hermanos ortodoxos, y ante las tensiones regionales y continentales
vinculadas a la trágica guerra en curso en Ucrania, cuyo fin, lamentablemente,
aún no se vislumbra».
"Himno a dos voces"
La Misa en la
BasÃlica es un himno de acción de gracias a dos voces: la de la Iglesia latina,
pero también la de la Iglesia greco-bizantina católica de los albaneses en
Italia, a la que pertenece el nuevo arzobispo, nacido en Palermo en 1975 y
ordenado en la eparquÃa de Piana degli Albanesi en 2003. De
hecho, la liturgia estuvo marcada por algunos cantos de esta tradición, asÃ
como por los ritos de la ordenación episcopal: la unción con el crisma y la
posterior entrega de los Evangelios, el anillo episcopal, la mitra y el báculo
pastoral. Estuvieron presentes varios obispos, incluidos los de la Iglesia
católica greco-bizantina, y participaron como co-consagrantes el cardenal
Francesco Montenegro, Administrador apostólico de Piana degli Albanesi,
y el arzobispo Paul Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados y
los Organismos Internacionales.
“Para ustedes
soy obispo, con ustedes soy cristiano”. El cardenal Parolin retoma esta cita de
san AgustÃn, mencionada recientemente por León XIV, para subrayar cómo el
ministerio episcopal “es un don del Señor para la edificación de su cuerpo, que
implica una dedicación ilimitada, de modo que el elegido ya no piensa en sus
propios intereses, sino en el bien de todos”. Según el Secretario de Estado,
los representantes pontificios participan "de modo muy especial en esa
solicitud por todas las Iglesias que los Obispos deben ejercer en virtud de su
pertenencia al Colegio Episcopal".
La ayuda de Dios en situaciones complejas
En su homilÃa
recorre las diversas experiencias de monseñor Ceffalia quien, tras finalizar
sus estudios, a partir de 2006 estuvo "en Ecuador, en Estrasburgo, en la
misión permanente ante el Consejo de Europa, en la SecretarÃa de Estado como
funcionario de la sección para las Relaciones con los Estados y, finalmente, en
Venezuela", donde ejerció como encargado de negocios de la Nunciatura
Apostólica. “Sobre todo, esta última fue una misión particularmente compleja
debido a la situación polÃtica y socioeconómica del paÃs”, enfatizó el
cardenal, “en la que, sin embargo, pudieron experimentar la gracia del Señor,
quien, según la doctrina tradicional de la Iglesia, nunca deja nada en falta a
quienes realizan una tarea particular”.
Mantener vivo el don del EspÃritu Santo
Para afrontar
todos los contextos y vivir plenamente el don del episcopado, el Secretario de
Estado insta al nuevo Arzobispo a custodiar el don del EspÃritu Santo, que le
fue confiado mediante la imposición de manos. “Este don espiritual permanente
arde como un fuego, pero este fuego que arde ahora no se alimenta solo, muere
si no se mantiene vivo”, insiste Parolin. Para ser “luz del mundo” y “brille su
luz delante de los hombres”, el fuego debe “reavivarse y será el compromiso de
cada dÃa, el compromiso de toda vuestra vida de Obispo”.
El cardenal le
anima a inspirarse también en su santo homónimo, Ignacio de AntioquÃa: «obispo
fuerte, pastor ardiente de celo, sus fieles lo han definido como un creyente
del fuego, tal como sugiere la etimologÃa de su nombre». También su trágico
martirio – «despedazado por las fieras en el Coliseo» – es una lección para «no
avergonzarnos, pues, de dar testimonio de nuestro Señor», sino sufrir con Dios
por el Evangelio, continúa Parolin, citando la primera lectura de la Misa
tomada del pasaje del apóstol Pablo a Timoteo.
El lema: "Yo, en cambio, he esperado en ti"
El obispo debe
"tener en cuenta la lógica de la cruz", pero su corazón está
"destinado a ser moldeado por el corazón de Cristo y a perpetuar en el
mundo y en el tiempo el milagro de la caridad de Jesús", continúa el
Secretario de Estado, citando un discurso de Pablo VI a los obispos italianos
en 1973. "Es verdaderamente hermoso, emocionante, capaz de llenar una
vida, ser mensajero, apóstol y maestro de la manifestación de nuestro Salvador
Jesucristo". Para el cardenal, esta alegrÃa y certeza de Jesús resucitado
que protege a cada persona se refleja también en el lema episcopal elegido por
monseñor Ceffalia: “Ego autem in te speravi”, “Yo, en cambio, he
esperado en ti”.
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