Actualidad | Alcedo A. Ramírez
María
y Madres Dominicanas… Mujeres de Esperanza
Este mes de mayo es muy importante y significativo para
todos los dominicanos, ya que celebramos el Mes de María, Madre de Dios, de la
Iglesia y de nosotros, así como también el Día de las Madres, en la República
Dominicana. En sentido general, el mes de mayo es el Mes de las Madres, que
impacta y afecta a todo el mundo, ya que el 50 por ciento de la población está
conformado por mujeres, y el otro 50 por ciento son hijos de mujeres madres.
Una primacía total de las mujeres en la vida del país.
La Virgen María, Nuestra Señora de la Altagracia y del
Sagrado Corazón de Jesús, es una mujer y madre muy sencilla, quien no tuvo
reparos en aceptar humildemente la voluntad de Dios, para que se cumpliera el
Plan Salvífico del Mesías y Redentor del Mundo, con lo cual sellaba la promesa
de Alianza Divina y tenía la esperanza de que nunca le haría falta la Gracia
del Espíritu Santo. Asimismo, nuestras Madres Dominicanas son ejemplos vivos de
la esperanza puesta en las manos de Dios, ya que han jugado bien su papel en la
continuación de la Creación y la población del mundo, con dolores de parto,
pero con la alegría y felicidad que rodea a la maternidad.
El país tiene grandes y muchos problemas que son propios de
las sociedades en crecimiento y desarrollo constante, por lo que tenemos que
unir nuestros corazones y voluntades al maravilloso Magnificat, de la Virgen
María, para caminar juntos en las reivindicaciones que allí se manifiestan, las
cuales constituyen un grito de esperanza y alivio para todos los que nos
cobijamos bajo el manto de María, a la vez de someternos a las orientaciones y
recomendaciones de nuestras respectivas madres, quienes siempre desean lo mejor
para sus hijos y descendientes.
Cuando vemos las diferentes imágenes que conocemos de la
Virgen María, casi siempre nos embarga un sentimiento de amor, cariño y ternura
que muy pronto nos conduce al recuerdo permanente de nuestras Madres, ya que
nos viene de inmediato a la mente las impresiones claras de esas caras
inolvidables y sonrientes, que nos acompañaron desde el inicio de nuestros días
y, muchas veces, hasta bien entrados en edad. Precisamente, es aquí y en estos
momentos, cuando debemos tomar conciencia de la necesidad de que el Pueblo
Dominicano coloque a las Mujeres Dominicanas en el sitial que les corresponde,
no tan solo en la privacidad y tranquilidad del hogar, sino más bien en el
ajetreo y torbellino de la vida social, en la que los aportes femeninos son
necesarias y, muchas veces, escasos.
Desde el mismo momento en el que se anunció a María que su
Prima Isabel estaba embarazada y esperaba un hijo, a pesar de su avanzada edad,
ésta supo que su ayuda y servicios eran muy necesarios en la situación que
estaba Isabel, por lo que se puso de camino inmediatamente. También las Madres
Dominicanas no dudan ni un minuto para salir en apoyo de todas aquellas
familias, compañeras y situaciones que piensan puedan necesitar una mano amiga,
un abrazo fraternal o un hombro dispuesto a recibir un rostro apenado, lloroso
y triste.
Las reacciones anteriores de la Virgen María y de Nuestras
Madres Dominicanas son ejemplos a seguir en nuestras acciones, comportamientos
y vidas en sociedad, ya que reflejan profundamente la esperanza en un mundo de
servicios al prójimo, caracterizado por el amor fraternal y la fe genuina en
una Cultura Cristiana. Nuestro futuro está muy ligado a la indicada cultura.
Que las celebraciones del mes de mayo, para María y las
Madres, sirvan para acercarnos un poco más a Dios y a nuestros hermanos. Amén,
ahora y siempre.
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