Matrimonio y Familia
Esto
destruye matrimonios y no es la infidelidad
Cuando nos preguntamos qué
puede destruir un matrimonio, por lo general
lo que primero salta en nuestros pensamientos es la infidelidad. Pero hay otras
situaciones igualmente nocivas a las que tal vez no se les da la trascendencia
que merecen, como por ejemplo el enojo.
Asà lo revela el Padre T.G. Morrow autor
del libro “Overcoming Sinful anger” o en
español, «Superando la ira pecaminosa. Cómo dominar las emociones y
traer la paz a su vida» quien se ha dedicado a la terapia familiar en
Washington D.C, Estados Unidos, y quien parte de su experiencia para asegurar
que “los enojos son un veneno”.
“El enojo, cuando se expresa de
manera incorrecta, es un veneno para las relaciones”, afirma. “Los
esposos necesitan ser especialmente cautelosos con esto y trabajar para
superarlo”. Expresó el Padre en una entrevista publicada por ACI.
Los daños que
causa la ira
La ira tiene efectos devastadores en las
relaciones, y en el matrimonio puede llegar a ser muy grave. “Si un
esposo y su mujer se enfadan con frecuencia, eso destruye la relación. La
hace tan dolorosa que quieren terminar con ella”.
“La experiencia del enojo es universal. Es
natural, puede ser incontrolable y es una respuesta al comportamiento de otros.
A veces los enojos pueden ser correctos, Santo Tomás de Aquino dijo que si este
se unÃa a la razón era digna de alabanza; pero la mayorÃa de las veces están
encaminados hacia la ira pecaminosa que está motivada por el deseo de
venganza”, explicó el sacerdote.
“Es extremadamente importante que la gente se dé
cuenta de que la ira y los enojos pueden ser algo serio, especialmente si
cuenta con arrebatos mayores que dañan a otras personas”, afirmó el P. Morrow.
¿Cómo dominar
el enojo?
A pesar de que el sentimiento de ira es natural e
imposible de evitar, el P. Morrow asegura que es importante conocer cómo
expresar el enojo y la disconformidad de una manera efectiva y
positiva.
El primer paso es decidir si vale la pena
enfadarse: “La gente se enfada por pequeñeces, cosas sin importancia”,
afirma. “Hay que pensar “¿Vale pena enfadarme por esto? Si no,
déjalo pasar. Simplemente olvÃdalo”.
“Si tu enfado está justificado y la confrontación
terminará por ser algo positivo para el otro, utiliza el humor y la diplomacia
para expresarlo. Si la confrontación no hará mejor al otro entonces, puede ser
una buena idea ofrecer tu enfado al Señor como sacrificio por tus fallas”.
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