A Debate | José Luis García*
Instagram, OnlyFans y la prostitución
En asuntos sexuales, los tiempos cambian que es una
barbaridad. No hace
mucho tiempo, para salir con una chica el varón tenía que cantarle una canción
debajo de su ventana, escribirle una poesía o invitarla al cine, siguiendo un
largo protocolo que aumentaba la emoción. Digo salir, porque darle un beso
podría ser un anhelo a perseguir no poco tiempo. Sin embargo, ahora, en Instagram, las chicas reciben, a la primera de cambio,
fotos de genitales masculinos, solicitudes de hacerse un OnlyFans o peticiones
de imágenes íntimas. Y, en la primera cita, ya hay quienes solicitan
relaciones íntimas como condición para seguir adelante.
¿Qué está pasando? Todas las personas necesitamos
que nos quieran, nos reconozcan y que nos lo digan. También tener
amigos y amigas. En la adolescencia, estas necesidades son más claras. De ello
son sabedores quienes han diseñado las redes sociales, razón por la que han
triunfado a nivel planetario. Es una población muy vulnerable que acaba
enganchándose porque eso es lo que estaba previsto: que se enganchen. Las redes sociales venden la idea de la satisfacción virtual de
esas dos necesidades, lo que acaba provocando frustraciones,
sufrimientos y trastornos en su salud mental. Los likes no tienen nada que ver con un «te quiero»
sentido o un abrazo real de amigo.
En Instagram o TikTok, por ejemplo, las niñas
aprenden, desde muy pronto que, enseñando su cuerpo, apurando
el límite censor de Instagram —es decir enseñando medio pecho y
un poco de glúteo—, los «me gusta» se multiplican. Y la dopamina se dispara, al
igual que el número de seguidores, que les van a pedir imágenes más
atrevidas.
Pero no es solo en Instagram. En cualquier alfombra
roja o en las revistas de papel cuché, las actrices que enseñan más pecho y
nalgas obtienen una mayor popularidad y reconocimiento. Cuanto más enseñes, más se habla de ti. Sexualízate y
triunfarás.
Es muy fácil que una adolescente, con inseguridades y
baja autoestima, que anhela ser como las chicas que triunfan en Instagram,
caiga en la trampa y acepte un sinnúmero de propuestas que van dirigidas a su
libertad de elección y a su empoderamiento: tu cuerpo es tuyo y puedes hacer lo
que quieras. Eres libre.
Una de estas propuestas es OnlyFans, la plataforma de prostitución y pornografía que
seguirá creciendo de manera exponencial, porque no hay ningún control. Es muy
sencillo: si en Instagram tienes mucho éxito, puedes
monetizarlo en OnlyFans, porque «haciendo un poquito más, ganas
muchísimo dinero».
El caladero de la nueva estrategia
de la explotación sexual son las redes sociales. Ya no hace falta
recurrir a mafias oscuras y criminales en tiempos de paro y empleos precarios.
Las redes son el caldo de cultivo de «carne fresca», necesaria para seguir la
industria de la prostitución y de la pornografía —ambas
estrechamente relacionadas—, porque son las jóvenes las más demandadas y
producen dinero a espuertas. Hay que aprovechar el filón porque tienen fecha de
caducidad, como los coches, que enseguida se devalúan, obligándolas a competir
con una legión de cuerpos jóvenes y sexys.
Recuérdense las artimañas virales a las que han
recurrido «creadoras de contenido» como Lily Phillips o Bonnie Blue para tener
más tirón, siendo vejadas y grabadas por una ristra interminable de hombres en
fila.
Uno de los efectos más perversos del
consumo de pornoviolencia, que afecta al 95 % de los jóvenes, es
la alteración de la empatía y la compasión. Se deshumaniza
a las mujeres, paso previo a agredirlas de muchas maneras. Justifican así su
ignominia porque «es una prostituta», es decir, no vale nada.
Testimonios de mujeres prostituidas señalan las
exigencias brutales de los puteros, demandas que no son más que guiones de los miles de
vídeos porno que visionan, excitados, abducidos por el placer que inunda su
cerebro. Esto refuerza esas conductas violentas que, luego, van a necesitar
replicar en sus relaciones sexuales. Cuando no les piden un suplemento
por grabar la relación, para más tarde exhibirla ante sus colegas, como
medalla, con valoraciones y recomendaciones machistas.
Necesitamos una ley, sí; pero creo que a medio plazo
no va a ser posible. Por tanto, no hay otra que la educación sexual y afectiva, comenzando por la familia.
Llevo 47 años trabajando con padres y madres con Talleres para madres y padres vergonzosos, porque se resisten a cambiar el
patrón de silencio sexual que ellos mismos sufrieron, como sus
progenitores.
La historia se repite, con la diferencia de que ahora
son las webs pornoviolentas (hasta un 90 % de ellas lo son) las que se
constituyen como referente educativo significativo de nuestros menores. Cada vez más pronto. Cada vez más
violentas porque el mecanismo psicológico de la tolerancia cerebral así lo
exige: necesita más tiempo viendo contenidos más brutales. No hay problema,
cualquier conducta sexual, por terrible que sea, está grabada a disposición de
la chavalería. Gratis. ¿Hay quién da más?
*Doctor en Psicología y experto en Sexología. Profesor
honorífico de la URJC
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