Mensajes | Tiziana Campisi
El Papa a peregrinos católicos
rusos: Sean ejemplo de fraternidad y solidaridad
León XIV
recibió esta mañana en la Sala Clementina a un grupo de peregrinos católicos
rusos, llegados a Roma con motivo del Jubileo y evidenció que cada cristiano
«es una piedra viva en el edificio de la Iglesia. Cada piedra, aunque sea
pequeña, colocada por el Señor en el lugar adecuado, desempeña un papel
importante para la estabilidad de toda la construcción». Todos son responsables
de su Iglesia local, llevando «las cargas los unos de los otros», señaló el
Pontífice.
Con sus
«monumentos de la antigua civilización romana», sus basílicas, sus iglesias,
«los monasterios y tantos otros signos tangibles de la fe viva, arraigada en
los corazones de las personas, capaz de transformar las conciencias y motivar
al bien», Roma, visitada este año por miles de peregrinos con motivo del Año
Santo, «puede ser un símbolo de la existencia humana». León XIV lo subraya ante
un grupo de católicos procedentes de Rusia recibidos en audiencia en la Sala
Clementina del Palacio Apostólico, a quienes explica que en la vida de cada uno
la presencia de «las ruinas de las experiencias pasadas, las angustias, las
incertidumbres y las inquietudes, junto con la fe que crece cada día y se hace
activa en la caridad, y con la esperanza que no defrauda», es un estímulo para
considerar que «a pesar del pecado y las enemistades, el Señor puede construir
un mundo nuevo y una vida renovada».
Piedras vivas en el edificio de la Iglesia
El Papa
reflexiona sobre el sentido de la peregrinación jubilar y observa que «miles de
personas» recorren en estos meses las «calles de la Ciudad Eterna para
atravesar la Puerta Santa, detenerse ante las tumbas de los Apóstoles y los
Mártires y llenar sus corazones de esperanza a lo largo de los numerosos
caminos de la fe». «Su presencia se inscribe en el camino de tantas
generaciones que han querido visitar estos lugares», explica León a los
sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos rusos, añadiendo que en la Urbe
«late el corazón del alma cristiana» y allí «se entrelazan los acontecimientos
de la fe —recibida y transmitida desde los tiempos apostólicos y de la que
tantos pueblos y naciones han bebido abundantemente y de la que aún hoy viven—
con las preocupaciones y los compromisos de la vida cotidiana».
Los edificios
sagrados de Roma evocan la realidad espiritual: que a través del sacramento del
Bautismo también nosotros somos «utilizados como piedras vivas para la
construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer
sacrificios espirituales agradables a Dios, por medio de Jesucristo». Queridos
hermanos y hermanas, sí, es cierto, cada uno de nosotros es una piedra viva en
el edificio de la Iglesia. Cada piedra, aunque sea pequeña, colocada por el
Señor en el lugar adecuado, desempeña un papel importante para la estabilidad
de toda la construcción.
Llevar las cargas los unos de los otros
Después de una
peregrinación, se afronta el regreso, el retorno a los lugares de origen, a los
propios hogares, a los propios barrios, y aquí los creyentes están «llamados a
continuar el camino de la vida cristiana, pastores y fieles juntos», subraya el
Pontífice, que exhorta a cada uno a comprometerse en su propia comunidad
eclesial.
«Todos son
responsables de su Iglesia local, llevando «las cargas los unos de los otros».
Que, de sus familias, de sus comunidades parroquiales y diocesanas pueda surgir
un ejemplo de amor, fraternidad, solidaridad y respeto mutuo para todas las
personas con las que viven, trabajan y estudian. Así, de hecho, se puede
encender el fuego del amor cristiano capaz de calentar la frialdad de los
corazones, incluso los más endurecidos.
Sacar esperanza del encuentro con Dios
Por último, el
Papa recuerda el regalo que el Papa Francisco hizo a la Iglesia católica rusa,
hace aproximadamente un año, de la icona de la Salus Populi Romani, bendecida
por él mismo, para que «se convirtiera en el símbolo del Año Santo». El deseo
del Pontífice es que la peregrinación de dicho ícono «por las diócesis
católicas de Rusia sea motivo de consuelo» para todos y «en particular para las
personas enfermas y que sufren». «Que sea también una invitación a encontrar
esperanza en el encuentro con Dios a través de la oración, la lectura de la
Sagrada Escritura, la ayuda a los necesitados y las palabras de consuelo»,
expresa León XIV y concluye:
Que la
Santísima Virgen María, Madre de Dios y Reina de la Paz, que siempre nos
precede en la peregrinación de la fe y la esperanza, los sostenga en el camino
de su vocación y de su vida cristiana. Los recuerdo en mis oraciones y los
bendigo de corazón.
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