Diálogo Interreligioso | Edoardo Giribaldi
Congreso sobre la mística en
diálogo con las demás religiones
Tercera
jornada de trabajo en el Aula Magna de la Pontificia Universidad Urbaniana.
Para la profesora Abate: el místico judío se convierte en «canal de emanación
divina». Don Salman: las experiencias sobrenaturales superan «los límites de la
religión exterior». Padre Kanakappally: analogías entre los poemas hindúes y
los cánticos de la Biblia. Padre Borriello: los signos divinos no llegan «por
encargo»
En los
pliegues de las prácticas místicas se esconden lugares de encuentro en los que
las diferentes religiones parecen reconocerse «en un espíritu de respeto mutuo,
lejos de los conflictos y los enfrentamientos». Esto ocurre en el sufismo
islámico, que profesa el amor y la benevolencia entre los creyentes. También
ocurre en el judaísmo, cuando el hombre puro se convierte en «canal de la
emanación celestial».
Y aún más,
resuena en los versos de los poetas hindúes Āḷvār, en los que el amor a Dios vibra, como reconocen
varios historiadores, con la misma intensidad y los mismos temas fundamentales
que en el Cantar de los Cantares y el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz.
Estos han sido
algunos de los conceptos profundizados este 12 de noviembre, en la tercera
jornada de los trabajos del congreso La mística. Los fenómenos místicos
y la santidad, organizado por el Dicasterio para las Causas de los Santos
en el aula magna de la Pontificia Universidad Urbaniana. Mañana tendrá lugar la
audiencia con el Papa León XIV.
Abate: teúrgia y éxtasis en el judaísmo
Tras un
momento inicial de oración, tomó la palabra la profesora Emma Abate, de la
Universidad de Bolonia, colaboradora del Centro «Agostino Bea» de la
Universidad Gregoriana, que abordó el tema de la teúrgia y el éxtasis en el
misticismo judío.
La profesora
aclaró en primer lugar la naturaleza de los dos términos, especificando que en
el primer caso se entiende la acción del hombre que influye en el mundo
celestial, mientras que en el segundo se entiende la experiencia del encuentro
y la unión con lo divino.
«¿Quién es,
pues, el místico judío?», se preguntó Abate. «El sabio, el hombre piadoso y
puro, capaz de contemplar las formas espirituales de la Creación,
convirtiéndose en canal de la emanación divina».
De hecho,
concluyó la profesora, en la Qabbalah (Cábala) la figura del
místico coincide con la del ṣaddiq, es decir, aquel que «mantiene el vínculo entre Dios
y el mundo y, a través de su propia vida, realiza la imagen divina en el
hombre».
Salman: amor y fusión con el Absoluto en el sufismo
islámico
A
continuación, intervino don Wasim Salman, decano del Pontificio Instituto de
Estudios árabes y del islamismo, quien profundizó en el tema de «los caminos
del amor y la fusión con el Absoluto en algunas páginas del sufismo islámico».
Este último se define como una verdadera «mística del islam», un camino
espiritual de purificación, amor y conocimiento directo de Dios.
La experiencia
mística, explicó Salman, «supera los límites de la religión exterior», de
la sharīʿa entendida como observancia de
la ley, distinguiendo su aplicación cotidiana de la «espiritual y universal,
que une a todos los hombres, incluso a los de otras religiones». En términos
más generales, añadió el sacerdote, el sufismo predica el amor y la
benevolencia entre los creyentes, y puede hacer de ese afecto «ilimitado» el
lenguaje a través del cual se encuentran las civilizaciones de Oriente y
Occidente, «en un espíritu de respeto mutuo, lejos de los conflictos y los
enfrentamientos».
Kanakappally: las poesías místicas de los poetas
hindúes
En la línea de
las intervenciones dedicadas al diálogo entre la mística cristiana y otras
tradiciones religiosas, también intervino el padre Benedict Kanakappally,
profesor titular de la Facultad de Misionología de la Pontificia Universidad
Urbaniana. El hinduismo, afirmó, ha dado origen a diversas formas de misticismo
a través de los poetas Āḷvār, título espiritual que significa «el que se ha sumergido», con referencia a la contemplación de Dios.
El padre
Kanakappally ha destacado que estos autores, procedentes de las castas más
humildes y que dan testimonio de la superación de ese sistema social y de la
convicción de que «ante las experiencias espirituales y místicas, las castas y
las condiciones sociales no importan». Sus composiciones se han comparado con
textos bíblicos, en particular con el Cantar de los Cantares y el Cántico
espiritual de San Juan de la Cruz, encontrando analogías, especialmente con
este último, en la representación del camino de unión con Dios a través de la
descripción de la «búsqueda apasionada de una mujer por su amado».
Borriello: los criterios para discernir los fenómenos
místicos
Tras la pausa,
la conferencia acogió al padre Luigi Borriello, profesor emérito de Teología
espiritual y mística, quien analizó los criterios para discernir los fenómenos
místicos. Estos constituyen una «realidad experimentada y experimentable» en la
vida de la Iglesia, pero deben interpretarse desde diferentes perspectivas:
verificar su autenticidad, examinar a las personas que los viven y preguntarse
sobre el significado que se les debe atribuir.
Los signos
divinos, explicó el religioso, «no llegan por encargo», por lo que deben
entenderse con prudencia y discernimiento. El padre Borriello pasó luego a
analizar los diversos fenómenos místicos, empezando por las apariciones,
definidas como «el humilde canal de la manifestación de Dios invisible». Su
elemento fundamental es el «carácter sensible» que las acompaña: «Quien tiene
una aparición sigue teniendo conciencia en estado de vigilia y percibiendo
normalmente el mundo que le rodea».
Su función
puede abarcar desde la «simple transmisión de una orden o una advertencia»
hasta la «instrucción en la fe y la concesión de una gracia personal». En
cuanto a las visiones, representan «la percepción visual de una realidad que,
en circunstancias normales, no puede ser conocida». Sus temas principales son
«el encuentro amoroso con Cristo, que a menudo se realiza en la unión mística»,
la visión alegórica de carácter profético, pero también «ser transportado a los
tiempos y lugares de la vida de Jesús».
Por último, el
padre Borriello examinó las locuciones, descritas como «fórmulas que enuncian
afirmaciones o deseos y se refieren únicamente al lenguaje articulado percibido
a través del oído».


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