• Noticias

    miércoles, 12 de noviembre de 2025

    La Iglesia de la RDC en la COP30: no a los “minerales de sangre”


    La Iglesia Hoy | Alexandra Sirgant, enviada a Belém (Brasil)

     

    Jeanne-Marie Abanda, secretaria ejecutiva de la Comisión Episcopal para los Recursos Naturales de la CENCO, y miembro de la delegación enviada a Belém.

     

    La Iglesia de la RDC en la COP30: no a los “minerales de sangre”

     

    La COP30 se inauguró oficialmente este lunes 10 de noviembre en Belém, Brasil. La Iglesia de la República Democrática del Congo ha enviado una delegación de cuatro personas decididas a sacudir a la comunidad internacional frente a la situación en el este del país, herido por la extracción ilegal de sus recursos mineros. Conversamos con Jeanne-Marie Abanda, secretaria ejecutiva de la Comisión Episcopal para los Recursos Naturales de la CENCO.

     

    Las voces de las Iglesias de Asia, África y América Latina resonarán esta semana en Belém, representadas por los presidentes de sus conferencias episcopales regionales: el cardenal Jaime Spengler, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM); el cardenal Filipe Neri Ferrão, presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FABC); y el cardenal Fridolin Ambongo Besungu, presidente del Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SCEAM).

     

    Portavoz de todo el continente africano, el arzobispo de Kinshasa encabezará también la delegación episcopal de la República Democrática del Congo, formada por cuatro representantes decididos a hacer oír ante la comunidad internacional su clamor de paz para el este del país.

     

    La lucha por los recursos mineros abundantes en la región está en el centro de la guerra que enfrenta al ejército congoleño con los grupos rebeldes del M23. Sus minerales —especialmente cobre y cobalto— son materias primas esenciales para fabricar baterías eléctricas, y por ello muy codiciadas en todo el mundo. Pero su extracción ilegal provoca violaciones graves de los derechos humanos y daños ambientales devastadores. «Son minerales de sangre», denuncia Jeanne-Marie Abanda, secretaria ejecutiva de la Comisión Episcopal para los Recursos Naturales de la CENCO e integrante de la delegación de la Iglesia congoleña en Belém.

     

    En declaraciones a Radio Vaticana – Vatican News, retoma el mensaje que el Papa León XIV envió a los participantes de la COP30, leído por el cardenal Parolin en la cumbre de líderes el pasado 7 de noviembre: «Si quieres construir la paz, protege la Creación».


    Durante la cumbre de líderes, el presidente Félix Tshisekedi denunció en su discurso la «guerra ecológica» que vive su país, y la indiferencia de la comunidad internacional. ¿La crisis en el este del país ha caído en el olvido?

    Hoy, la RDC es víctima de sus propias riquezas, y el mundo entero quiere explotarlas a costa del pueblo congoleño. Ese es nuestro grito: “Dejen de saquear nuestros recursos ignorando a los habitantes de este país”. Sufrimos una guerra injusta, una guerra que llamamos la guerra de los minerales. Se han convertido en minerales de sangre, porque se arma a los países vecinos para atacarnos y luego llevarse nuestros minerales. Todos los teléfonos que sostenemos en la mano contienen la sangre de los congoleños, porque es el coltan del Congo el que permite fabricarlos.


    Necesitamos avanzar hacia una transición ecológica con energías renovables. Tenemos minerales esenciales para desarrollar estas tecnologías, pero nos los arrebatan y nos imponen la guerra. Por eso, en espacios como la COP, queremos que la opinión internacional comprenda que los congoleños necesitan paz. Podemos vender nuestros minerales por vías legales. No tienen por qué matarnos para llevárselos.

     

    La cuenca del Congo está llena de recursos naturales, pero los métodos actuales de explotación y los volúmenes extraídos ponen en riesgo el futuro de la región.

    ¿Cómo lograr una gestión sostenible de estos recursos?

    Es necesario establecer mecanismos que permitan a los propios pueblos proteger sus recursos. Las comunidades locales y los pueblos indígenas siempre los han preservado bien. Somos los hombres del siglo XXI, con nuestras tecnologías avanzadas, quienes hemos vaciado los suelos con la extracción industrial.

     

    Hay que involucrar a las comunidades locales en la gestión de los recursos naturales y garantizar métodos de explotación transparentes. Debe existir un mercado justo: “yo te proporciono mi producto; tú aportas inversión financiera y hacemos un intercambio”, y no “vienes a mi tierra, te instalas con tus leyes, te llevas mis bienes y te vas”. También el gobierno debe imponer negociaciones justas: nada de acuerdos sin igualdad de condiciones.

     

    Cuidar nuestros recursos, bosques, ríos y minerales —y no agotarlos— es una obligación. Es una misión que hemos recibido de Dios: Él creó estos recursos y los puso al servicio del ser humano. El hombre no debe destruirlos, sino preservarlos con responsabilidad y pensando en las generaciones futuras.

     

    ¿Cómo llevar a cabo estas prioridades medioambientales cuando hay guerra en el este del país?

    No podremos hacer mucho mientras sigamos siendo un país dividido. La RDC necesita paz para reconstruirse, proteger el planeta y devolver esperanza a su población y más allá. Estamos en el corazón de África, pero también del mundo, gracias a la cuenca del Congo, la segunda selva tropical más grande del planeta.

    Necesitamos buscar la paz y obtener apoyo financiero y técnico de socios que trabajen a nuestro lado, algo que hoy nos falta.

    La Iglesia católica del Congo, en mi opinión, es un actor imprescindible: vivimos con el pueblo y tenemos capacidad de acción capilar gracias a nuestras 48 diócesis repartidas por todo el territorio -2 345 410 km²-.

    Tenemos proyectos que pueden generar cambios rápidos, pero carecemos de medios financieros. Avanzamos a cuentagotas, aunque tenemos programas de gran alcance y acciones destinadas tanto a incentivar al gobierno a asumir sus responsabilidades como a ayudar a las comunidades a tomar las riendas. Esto permitiría establecer un buen marco de colaboración con las multinacionales, que deberían trabajar con nosotros; pero en la situación actual, los actores extranjeros seguirán diciendo que la RDC es incapaz de gestionar sus recursos, y continuarán saqueándolos.

     

    ¿Cuáles son sus expectativas y prioridades para esta COP30?

    La COP30 es una oportunidad para hacer oír el grito del pueblo congoleño, de las comunidades locales y de los pueblos indígenas que ya no tienen espacio en su propia tierra.

    Si debatimos sin tener en cuenta a estas comunidades, sin justicia ecológica, sin agricultura sostenible, sin actividades alternativas, el pueblo se convierte en víctima.

    Para nosotros, esta COP es el espacio para decir: “Queremos preservar nuestros recursos. Pero ayúdennos a acceder al desarrollo y al bienestar”.

     

    Vaticannews.va






    No hay comentarios:

    Publicar un comentario

    Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...

    Para Vivir Mejor


    Entradas Recientes



    La Familia


    Amigo del Hogar | Revista

    Orientada esencialmente a la familia desde una visión humano-cristiana, la Revista Amigo del Hogar nace en el año 1942, como obra evangelizadora de los Misioneros del Sagrado Corazón (MSC).

    ¿Quiénes Somos?

    Somos una comunidad religiosa fundada por el P. Julio Chevalier en el año 1854, en Issoudun, Francia. El proyecto al que buscamos ser fieles es, desde el Corazón misericordioso de Jesús, anunciar el amor de Dios al mundo.

    Temas de Salud


    Entradas populares