Mensajes | Renato Martinez
El Papa en la catequesis: La
fraternidad no es un hermoso sueño imposible
En la
Audiencia General de este miércoles, 12 de noviembre, el Santo Padre señaló
que, “la fraternidad es sin duda uno de los grandes desafíos para la humanidad
contemporánea”. Además, dijo que la fraternidad “no es algo ni inmediato ni que
se pueda dar por descontado”. Pero, tampoco “es un hermoso sueño
imposible", o "un deseo de unos pocos ilusos”. La fraternidad se basa
en el mandamiento de Jesús, “que nos amó y se entregó por nosotros, así podemos
amarnos y dar la vida por los demás".
“La fraternidad que nos brindó
Cristo muerto y resucitado nos libra de las lógicas negativas de los egoísmos,
de las divisiones, de las prepotencias, y nos devuelve a nuestra vocación
original, en el nombre de un amor y de una esperanza que se renuevan cada día”,
este fue el centro de la reflexión del Papa León XIV en la Audiencia general de
este miércoles, 12 de noviembre, continuando con su ciclo de catequesis sobre
la persona de “Jesucristo, nuestra esperanza”, en esta ocasión reflexionando
sobre los desafíos del mundo actual a la luz de la Resurrección de
Cristo, sobre todo, señalando que, “la espiritualidad pascual inspira la
fraternidad”.
La fraternidad es uno de los grandes desafíos para la humanidad
En su catequesis, el Santo Padre
indicó que, “creer en la muerte y resurrección de Cristo y vivir la
espiritualidad pascual infunde esperanza en la vida y anima a invertir en el
bien”. Esto nos ayuda a amar y a alimentar la fraternidad, dijo el Papa, ya que
es sin duda uno de los grandes desafíos para la humanidad contemporánea.
Además, señaló que, la fraternidad nace de un dato profundamente humano, de esa
capacidad de relacionarnos, sin relaciones no podremos sobrevivir, crecer,
aprender y son diferentes en cuanto a modalidad y profundidad.
“Pero es
cierto que nuestra humanidad se realiza mejor cuando estamos y vivimos juntos,
cuando somos capaces de experimentar vínculos auténticos, no formales, con las
personas que tenemos al lado. Si nos encerramos en nosotros mismos, corremos el
riesgo de enfermarnos de soledad e incluso de un narcisismo que se preocupa
solo de los demás por interés. El otro se reduce, entonces, a alguien de quien
tomar, sin que estemos nunca dispuestos verdaderamente a dar, a entregarnos”.
La fraternidad no es algo inmediato
En este sentido, el Pontífice
evidenció que, “hoy la fraternidad no es algo ni inmediato ni que se pueda dar
por descontado”. Es más, agregó, hoy muchos conflictos, tantas guerras
esparcidas por el mundo, tensiones sociales y sentimientos de odio parecerían
demostrar lo contrario.
“Sin embargo,
la fraternidad no es un hermoso sueño imposible, no es un deseo de unos pocos
ilusos. Pero para superar las sombras que la amenazan hay que ir a las fuentes
y, sobre todo, obtener luz y fuerza de Aquel que solo nos libra del veneno de
la enemistad”.
El hermano es uno por quien preocuparse
Y para hablar de la fraternidad, el
Obispo de Roma indicó que, la palabra “hermano” deriva de una raíz muy antigua,
que significa cuidar, preocuparse, apoyar y sustentar. Aplicada a cada persona
humana se convierte en un llamamiento, una invitación.
“A menudo
pensamos que el papel de hermano, de hermana, se refiera al parentesco, al
hecho de ser consanguíneos, de pertenecer a la misma familia. En realidad,
sabemos bien que los desacuerdos, las fracturas y a veces el odio pueden
devastar también las relaciones entre parientes, no solo entre extraños”.
El mundo necesita hoy más que nunca la fraternidad
Y un ejemplo de cómo vivir la
fraternidad, afirmó el Papa León, lo encontramos en San Francisco de Asís que
se dirigía a todos llamándolos “hermano”. Y este enfoque fue retomado por el
Papa Francisco, dando valor a su actualidad después de 800 años, en la
Encíclica Fratelli tutti.
“Esto
demuestra la necesidad, hoy más urgente que nunca, de volver a considerar el
saludo con el que San Francisco de Asís se dirigía a todas y a todos,
independientemente de su procedencia geográfica y cultural, religiosa o
doctrinal: omnes fratres era el modo inclusivo con el que Francisco ponía en el
mismo plano a todos los seres humanos, precisamente porque les reconocía en el
destino común de dignidad, de diálogo, de acogida y de salvación”.
La fraternidad, un rasgo esencial del cristianismo
Ese “tutti” (todos)
que para San Francisco significaba la señal acogedora de una fraternidad
universal, precisó el Santo Padre, expresa un rasgo esencial del cristianismo,
que desde el inicio fue el anuncio de la Buena Noticia destinada a la salvación
de todos, nunca de forma exclusiva o privada.
“Esta
fraternidad se basa en el mandamiento de Jesús, que es de nuevo, en cuanto
realizado por Él mismo, cumplimiento sobreabundante de la voluntad del Padre:
gracias a Él, que nos amó y se entregó por nosotros, nosotros podemos, a su
vez, amarnos y dar la vida por los demás, como hijos del único Padre y
verdaderos hermanos en Jesucristo”.
La Resurrección es el inicio de una historia nueva
Solo a la luz de la Resurrección de
Jesús, podemos comprender la fraternidad. Como dice el Evangelio, “Jesús nos
amó hasta el final”. Por eso, cuando se acerca la pasión, el Maestro sabe bien
que su tiempo histórico está a punto de concluirse. Teme lo que está a punto de
suceder, experimenta el suplicio más terrible y el abandono, pero la
Resurrección es el inicio de una historia nueva.
“Y los
discípulos se convierten plenamente en hermanos, después de tanto tiempo de
vida en común, no solo cuando viven el dolor de la muerte de Jesús, sino, sobre
todo, cuando lo reconocen como el Resucitado, reciben el don del Espíritu y se
convierten en testigos”.
“Ámense los unos a los otros como yo los he amado”
Finalmente, el Papa León XIV señaló
que, los hermanos que se apoyan mutuamente en las pruebas no dan la espalda a
quienes están necesitados: lloran y se alegran juntos en la perspectiva
laboriosa de la unidad, de la confianza, de la entrega mutua. Siguiendo lo que
el mismo Jesús nos entregó: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”
(cfr Jn 15,12).
“La
fraternidad que nos brindó Cristo muerto y resucitado nos libra de las lógicas
negativas de los egoísmos, de las divisiones, de las prepotencias, y nos
devuelve a nuestra vocación original, en el nombre de un amor y de una
esperanza que se renuevan cada día. El Resucitado nos indicó el camino a
recorrer junto a Él, para sentir, para ser ‘fratelli tutti’ (hermanos todos)”.


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