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La Iglesia frente al desafío
de la salud mental: esperanza desde la frontera y la juventud
En la
conferencia sobre Bienestar Mental organizada por el Ministerio de Salud
Mental, dos mujeres, la Hermana Norma Pimentel y Rosa Grimaneza Guaya,
comparten sus experiencias de trabajo en contextos de gran sufrimiento,
mientras el Diácono Ed Schoener destaca la urgencia de integrar el cuidado de
la salud mental en la pastoral de la Iglesia.
Por más de dos
décadas, la Hermana Norma Pimentel ha sido un faro de esperanza para miles de
inmigrantes que cruzan la frontera entre México y Estados Unidos. Proveniente
del Valle del Río Grande, en el sur de Texas, la hermana Pimentel coordina uno
de los mayores centros de acogida para migrantes en la zona, donde se enfrenta
a la cruda realidad de la salud mental de las personas que huyen de la
violencia, la pobreza y la desesperanza.
En una
entrevista realizada por Kielce Gussie, de la redacción anglófona de los medios
vaticanos, durante la conferencia sobre Bienestar Mental organizada por el
Ministerio de Salud Mental en Roma del 5 al 7 de noviembre, Pimentel compartió
los desafíos diarios que enfrentan los inmigrantes, quienes no solo deben
luchar contra las políticas migratorias, sino también contra el trauma
psicológico que arrastran. "El dolor de ser separada de la familia, la
incertidumbre de no saber si van a ser deportados o si van a poder vivir en
paz, genera un miedo paralizante que afecta profundamente su salud
mental", explicó.
"He visto
a niños, como la triste historia de una niña de 11 años, que tomaron decisiones
fatales porque se sentían solas y desesperadas, convencidas de que la Iglesia
no estaba allí para ellas".
El trabajo de
la hermana Pimentel busca restaurar esa esperanza perdida. "Nuestra misión
es hacerles saber que no están solos. Que la Iglesia está con ellos", dijo
con firmeza, resaltando el papel esencial de la pastoral en la sanación del
alma y la integración social de aquellos que, al llegar a Estados Unidos, ya
llevan consigo una carga emocional demasiado pesada para cargarla por sí solos.
Rosa Grimaneza Guaya: salud integral en la pastoral
juvenil
Desde el otro
lado del océano, en Ecuador, la psicóloga y consagrada de Mater Dei, Rosa
Grimaneza Guaya, aporta una visión única sobre la integración de la salud
mental en la vida pastoral. Con 34 años de vocación, Rosa trabaja especialmente
con jóvenes en situación de riesgo, muchos de los cuales sufren los efectos del
abuso intrafamiliar y el alcoholismo.
En sus
declaraciones a Vatican News, hizo un llamado urgente a la Iglesia para que no
se quede atrás en la promoción de una pastoral integral que también atienda la
salud mental de sus fieles. "A menudo, la salud mental sigue siendo un
tema tabú dentro de nuestra Iglesia.
Sin embargo,
no somos solo cuerpo ni solo alma, somos una integridad", destacó. En su
trabajo con jóvenes, ha sido testigo de la dramática realidad de aquellos que,
debido a la falta de apoyo psicológico, terminan tomando decisiones fatales.
"El suicidio, los trastornos alimenticios y las adicciones están
devastando a nuestros jóvenes. Y, muchas veces, las respuestas de la Iglesia no
llegan a tiempo porque no tenemos una pastoral de salud mental
consolidada".
Además, abogó
por la inclusión de la salud mental como parte integral de la misión de la
Iglesia, especialmente en las parroquias. "Es esencial que la Iglesia, no
solo en los países desarrollados, sino también en América Latina, promueva una
pastoral de salud mental que prevenga el sufrimiento y ayude a sanar las
heridas invisibles", subrayó.
El trabajo del Espíritu Santo: un ministerio en
crecimiento
A su vez, el
Diácono Ed Schoener, presidente de la Asociación Internacional de Ministros de
la Salud, enfatizó la importancia de que la Iglesia dé respuestas efectivas a
los desafíos que plantea la salud mental en la sociedad contemporánea.
"Este es un tema que hace 20 años habríamos considerado tabú. Sin embargo,
el Espíritu Santo está abriendo caminos para que la Iglesia escuche estas
historias de sufrimiento y responda", señaló Schoener.
El diacono
destacó que, en apenas un año, el ministerio de salud mental ha crecido de
manera extraordinaria, con más de 6,000 miembros presentes en 70 países. Esta
expansión, según Schoener, no se debe a una estrategia humana, sino a la acción
del Espíritu. "Los líderes de la Iglesia están comenzando a comprender que
la salud mental no es solo un desafío contemporáneo, sino una prioridad
pastoral", añadió, citando las recientes declaraciones del Papa Francisco
sobre la prevención del suicidio y el acompañamiento de los que sufren.
El trabajo
conjunto de voces como las de Pimentel, Grimaneza y Schoener es testimonio de
una Iglesia que, poco a poco, va reconociendo la importancia de integrar el
cuidado de la salud mental en su misión de acompañar a los más vulnerables.
La Iglesia
debe estar cerca del sufrimiento
La jornada
concluyó con un mensaje claro: la salud mental debe ser una prioridad en la
pastoral de la Iglesia. Desde las fronteras de Texas hasta las comunidades
rurales de Ecuador, el sufrimiento no conoce fronteras, y la Iglesia está
llamada a ser un refugio, no solo para los cuerpos, sino también para las almas
que sufren en silencio. "Necesitamos acompañar a nuestros hermanos y
hermanas en el sufrimiento", dijo Schoener, recordando que la salud mental
es tanto un reto pastoral como una oportunidad para vivir el Evangelio de la
cercanía y el cuidado.
En este nuevo
tiempo, la Iglesia debe convertirse en un espacio donde la sanación del alma y
la mente se entrelacen, uniendo el cuerpo, el espíritu y la esperanza.
Vaticannews.va


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