
Cada día nos enfrentamos a situaciones que resultan dolorosas, difíciles de sobrellevar e imposibles de comprender. Sobretodo para los que vivimos confiados en el señor, los que oramos con fe y confiamos en su palabra. Por eso vemos que muchas personas se alejan de las iglesias y flaquean en su fe.
En la Biblia vemos ejemplos de los sufrimientos a los que fueron sometidos los profetas, Job, los discípulos y el mismo Jesús aún siendo el hijo unigénito de Dios. Si observamos en el libro de Job se nos presenta una persona que era justa a los ojos de Dios. Sus amigos lo culpan de sus tragedias y lo acusan de hablar mal de Dios. Tragedias que el señor va permitiendo lentamente, como preparándolo para que pudiera soportarlas. Pero al final el mismo Señor se encarga de declarar la justicia de Job y le devuelve sus bendiciones multiplicadas.
Sin embargo, no en todos los casos la recompensa de sobrellevar las pruebas se ve en esta vida. Juan el Bautista fue decapitado por decirle la verdad a Herodia sobre su relación inmoral con el rey Herodes. Asimismo, vemos como los apóstoles terminaron su existencia siendo perseguidos y maltratados, sin ver la justicia del señor en esta vida.
Como padres de familia debemos enseñarles a nuestros hijos que en la vida existen injusticias que no tienen razón de ser. Es difícil para un niño comprender algunas situaciones, por ejemplo: que hay otros niños que viven en la calle, la muerte de un amiguito, la muerte en sentido general. Es nuestro deber enseñarles de una forma sencilla y en su lenguaje que debemos confiar en que Dios sabe porqué permite que sucedan las cosas.
En este sentido es difícil mantener a nuestros hijos al margen de las tragedias que vivimos en el día a día. El terremoto de Haití y Chile generaron un gran temor en los más pequeños. Niños de 8 y 9 años ahora mismo te hablan sobre el “triángulo de vida” (que es la zona al lado de muebles en la cual se hace un espacio seguro en el caso de derrumbe), la escala de Ritchie y otros temas relacionados. El acceso al Internet y la apertura de la comunicación vía televisión nos obligan a estar al día para poder responder sus preguntas de la forma más adecuada.
En conclusión, es difícil para nosotros los adultos aceptar algunas situaciones, pero es nuestro deber instruir a nuestros hijos para que comprendan que muchas realidades escapan a nuestro entendimiento. Pero sobretodo debemos ser francos con ellos y no tratar de justificar lo que no comprendemos. Decirle a nuestros hijos “no sé porqué Dios permitió esos terremotos, mas él tendrá su motivo para aceptar que sucediera”. Y, personalmente, entiendo que Dios permite las cosas malas, pero no las causas. En Familia / Mariely Maxwell
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