Por momentos vivimos un reclamo de tentaciones que nos llaman a soñar con facilismos triunfalistas estériles. La Cuaresma ha sido un fuerte llamado a resistirnos a estas coloridas aspiraciones que sólo conducen a la frustración. Para poder realizarnos habremos de encarar la vida con un alto sentido de responsabilidad. Si nos dejamos llevar por propuestas banales terminaremos atentando contra la humanidad. Vivir con los pies en la tierra nos permite darnos cuenta de las realidades desfiguradas que en nuestro mundo necesitan transformación.
Vivir la pascua significará haber afrontado la vida con espíritu de conquista. Lo que queremos lograr como pueblo, como Iglesia, como humanidad, se convierte en tarea, nos marca las pautas de comportamiento en nuestras relaciones con los demás. Nuestra fe cristiana, más que un conjunto de normas a cumplir o prohibiciones que observar es un seguimiento sincero de Jesucristo en todas sus dimensiones. Si bien reconocemos la gratuidad de la acción de Dios para salvarnos, también es cierto que tendremos que responder desde la fe a la revelación del Dios amor y misericordia, haciéndonos cada día más amorosos y misericordiosos.
En el vaivén de nuestro quehacer misionero nos damos cuenta de la debilidad de nuestra tarea evangelizadora. Es poquísimo lo que estamos haciendo. Tenemos una serie de “comunidades” que no llegan a lo mínimo para poder ser llamadas comunidades cristianas. Las raíces de la fe cristiana, de la vida en fraternidad, de la vivencia de la caridad, de la práctica litúrgica, de la espiritualidad cristiana, no se alcanzan a ver aún. El tránsito de personas por nuestra Iglesia y por los diferentes núcleos comunitarios nos anima por momentos. Las decepciones de personas que ya creíamos insertadas en la vida cristiana, nos hace recomenzar con los que van llegando.
La paciencia laboriosa
¿Cuándo podremos decir que terminó la Cuaresma e inició la Pascua para esta Iglesia particular de Guantánamo? Ayer, en una reunión de los Catequistas de Jamaica, cabecera de la Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes, decía el Padre Dabaris: “estamos realizando un trabajo de hormigas, no de elefantes”. Sabemos muy bien lo que eso significa, las hormigas trabajan duro, lo hacen en equipo y así logran acumular lo suficiente para garantizar su desenvolvimiento.
Hemos estado recordando que no podremos disfrutar de la Pascua, del gozo, de la realización plena si no vivimos, antes, nuestra Cuaresma. Ahora no vemos grandes avances, después de más de diez años, pero es seguro que “Dios no se queda con la generosidad de nadie”. Pronto la vida florecerá. Lo importante es seguir confiando, como Jesús en la Cruz, en que la voluntad de Dios -La Vida- es lo más importante. La Vida triunfará sobre la muerte y la Creación entera disfrutará de la salvación de Dios, de su presencia renovadora. Desde que Jesús dijo a sus discípulos, “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio, innumerables hombres y mujeres han obedecido santamente su palabra, dando testimonio de vida. Hoy nosotros lo intentamos desde la necesaria humildad y confianza activa… sigamos adelante buscando que,
“Sea amado en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús”… Por siempre”.
Misión MSC Cuba / Juan Tomás García, msc
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