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    jueves, 4 de noviembre de 2010

    Amar y recibir amor

    Amar y recibir amor sin violencia ni dependencia  
    Alma Galán de Guzmán: “Mi libro es un relato de superación familiar, basado en experiencias reales, mías y de otras personas que he conocido o acompañado fruto de mi proceso de sanación”. Nace de la necesidad -reitera- de compartir el proceso que la transformó de víctima sumisa de la violencia a una persona integrada, que aprende a dar y recibir amor.

    Su libro parte de una experiencia personal de sufrimiento, ¿cómo vivió usted la violencia y la dependencia?
    Hace unos cuatro años mi situación era terrible: trastornos del sueño, depresión, momentos en que me sentía alterada, violenta… No podía estar satisfecha, no deseaba mi vida así. Finalmente fui a una psiquiatra. Ella me refirió a un patronato de ayuda para la violencia intrafamiliar y comencé mi terapia.
    ¿Qué pasaba en mi vida? Padecía el Síndrome de estrés postraumático, que sufren personas que han sido víctimas de maltrato, de violencia psicológica o física. En mi niñez veía cómo mi mamá castigaba con frecuencia a mis dos hermanos mayores. Yo le tenía miedo, aunque ella no me pegara a mí; y parece que ese miedo lo desarrollé frente a esa situación de castigos, porque los niños víctimas o testigos de la violencia quedan igualmente marcados.
    El Síndrome postraumático fue un momento muy difícil en mi vida. Me había acostumbrado a vivir sometida, representaba muy bien mi papel de víctima: me creía bruta e inferior, como había aprendida de niña, y debía ser tranquila y sosegada, asumiendo como natural el sometimiento ante los demás, el carácter dominante de mi pareja, todo encajaba como el orden natural de mi vida. Así estaba bien.

    Usted formó una familia y alcanzó una profesión a pesar de todo…
    Sí. Mi pareja también traía experiencias de maltrato familiar y al unir estas dos situaciones, todo encajaba: él repitió los patrones de conducta que vivió en su niñez y yo mi papel de víctima; él dominante y yo sumisa, así formamos una pareja perfecta; era una situación natural para mí, me había acostumbrado. Mi papel de víctima prosiguió toda mi vida, es decir. Luego miro hacia atrás y me doy cuenta que soy muy observadora, que hice una profesión sin mucho esfuerzo, que no era tan inútil como había aceptado ni tan sumisa como me había acostumbrado a ser.
    Pero se puede vivir socialmente bien así. Aparentas que todo está bien, que tu matrimonio funciona, aunque sea en crisis y anormalidad.

    Pero luego se desencadena la crisis…
    Duré años en los que dormía tres horas, de medianoche a 3 de la madrugada, y al tomar conciencia de mi malestar fui a buscar ayuda para mí. Yo no sabía que venía arrastrando cosas, y que permitía situaciones en mi vida que me estaban haciendo daño. Porque vas permitiendo progresivamente, y no era cuestión de buscar culpables en principio, sino de reconocer la propia situación para buscar la salida. Yo no reconocía mi situación y veía todo como normal, pero en el fondo me sentía mal.

    ¿Qué pasos siguió para recuperarse como persona?
    Seguí terapias de enseñanzas, de tipo cognitivas, que enseñan a responder de tal manera a tal situación. En principio fui a justificar mi pareja y a culparme yo, que es característica de la víctima: vive autoculpándose y con miedo. En la medida que comencé a salir de mi papel de mi víctima y a poner límites a las que personas de las que era dependiente, automáticamente mi autoestima subió; es un ciclo que, en la medida que vas poniendo límites, tu autoestima aumenta.
    Te vas dando cuenta que no, que no estás para ser maltratada, la persona no está para ser humillada. Y muchas veces uno relaciona la violencia intrafamiliar con golpes físicos, pero los golpes verbales, sicológicos, espirituales, económicos, son también formas de violencia…
    Los mitos sociales que refuerzan la violencia:
    La mujer es de la casa y el hombre de la calle
    La mujer nació para sufrir
    La mujer es la que debe conservar el matrimonio
    Hay que sacrificarse por los hijos
    El amor es incondicional
    El matrimonio es una cruz
    Quien te ama te hace sufrir
    Si el sexo es bueno en la pareja, no importa nada más
    El que no cela es porque no ama
    El es muy trabajador y buen padre
    Los hombres son así


    ¡Tu actitud modificó el comportamiento de tu entorno?
    En un principio mi pareja me decía: esa gente te está poniendo más loca; él acostumbraba considerarme una “loca mansa”. Entonces le expliqué mi decisión de compartir lo que me gusta y no me gusta en nuestra relación. Le informé que no permitiría que me hable mal, que me humille o me descalifique. Todo esto a él le resultaba chocante, en un principio; ya teníamos más de treinta años así, cada uno desempeñaba su papel, era una nueva situación.
    El cambio viene al aceptar lo que está ocurriendo, porque si estoy enferma y no lo reconozco, no voy a buscar la manera de sanarme yendo al médico…

    De esa experiencia nace tu libro Amor Saludable para ti y tu familia
    Mi libro es un libro de superación familiar, basado en experiencias reales, mías y de otras personas que he conocido o acompañado fruto de mi proceso de sanación.
    Yo pensaba que el amor incondicional era “incondicional” en un mal sentido, como sometimiento y dependencia. Jesús nos mandó a amarnos a nosotros mismos, a respetarnos. Cuando comencé a darme cuenta que Dios no quiere una persona sufriente e infeliz, que Dios nos quiere felices, descubrí que yo vivía muy triste. Si iba a la Iglesia estaba feliz, pero al volver a mi realidad, desaparecía mi felicidad. Metida en la prisa y la presión de mi vida, me di cuenta que no vivía mi vida, sino la de otros.
    Decidí buscar la ayuda por razones en mi hogar: mi hijo me reclamó que estaba agresiva como mi esposo. No les pegaba físicamente, pero comencé a hablarles mal, desarrollaba el síndrome y al darme cuenta de la realidad del amor, y cómo un amor insano nos hace creer que el mal de la persona es por amor: si mi esposo es celoso es porque me ama. Hay muchos casos parecidos, en los cuales la mujer asume la situación violenta o dependiente como consecuencia del amor “incondicional”. Hay también una violencia cruzada, cuando los dos quieren tener el poder. La violencia más conocida es víctima-agresor, pero a veces los dos son agresores: la mujer, para evitar que el hombre no la maltrate, ejerce una violencia cruzada, defensiva.

    Desgraciadamente, todas las historias no tienen final feliz
    Esto no ocurre siempre. Hay muchas mujeres maltratadas, amenazadas hasta situaciones trágicas. Las estadísticas son escalofriantes… En mi caso mi esposo ha estado dispuesto a ir viviendo el proceso que he seguido, ha aceptado los límites que debo poner.

    Ficha Personal
    La Doctora Alma Galán de Guzmán
    es odontóloga, voluntaria del PACAM (Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas. Trabaja en la reedición de su libro Amor Saludable para ti y tu familia, que estará disponible en Amigo del Hogar y las principales librerías del país.

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