Rincón de la Palabra | Angela Cabrera, Misionera Dominica.
En defensa de la vida…
Sabiamente la Conferencia del Episcopado Dominicano nos invita a defender la vida, especialmente aquella vulnerable que, por ella misma, no puede pronunciarse ni defenderse. Al hacerlo acogemos los valores de la tradición bÃblica donde los niños y las niñas, desde la insignificancia social en la que estuvieron sometidos, se presentan como paradigma de la humanidad.
Abriendo la Biblia encontramos la vida palpitando, y a toda persona prudente respetándola. Es el caso de las parteras de Egipto. Conforme Ex 1,15 reciben orden de matar a todo niño que naciese de mujer israelita. Pero ellas “temÃan a Dios”, y no hicieron lo que les habÃa mandado el rey (v.17). El verbo “temer” procede del hebreo yare’, y puede ser traducido, conforme a su contexto, por: “dar reverencia”, “ser respetado”, “ser adorado”, “ser fiel”.
El “temor” de las mujeres parteras, cuyos nombres son Sifrá y Puá (Ex 1,15), evoca su postura de veneración ante lo que Dios ha creado. La vida confiada a sus manos es celosamente guardada, no por “terror a Dios”, mas sà por respeto a la obra de sus manos. Ellas, como Moisés, se quitan las sandalias de los pies ante el suelo sagrado (Ex 3,5). Aún siendo extranjeras expresan fidelidad a la voluntad de Dios mediante prácticas que favorecen la vida. Ese bendito temor las convierte en mujeres de conciencia, y las enaltece por compartir “las andanzas de Dios”.
El Sal 139 sintoniza con la complicidad por la vida: “tú mis riñones has formado”, “me has tejido en el vientre de mi madre”, “mi alma conocÃas cabalmente”, “mis huesos no se te ocultaban, cuando yo era formado en lo secreto”, “mi embrión tus ojos lo veÃan” (v.13-16)... Impresiona tal misterio que el mismo salmista exclama: “te doy gracias por tantas maravillas” (v.14), esto es, por las grandezas que superan el intelecto humano.
Una vida en el vientre de su madre forma parte del sueño de Dios. Bien lo afirma IsaÃas: la joven mujer concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre “Emmanuel” (7,14-15): “Dios está con nosotros”. Esa pequeña vida encuentra un espacio fundamental en el plan divino. La Biblia nos presenta un proyecto de salvación pensado mediante los niños. Moisés, por ejemplo, es salvado de las aguas (Ex 2,5-6), y bajo la gracia es conducido para liberar al pueblo oprimido. Asà también los niños de pecho que, en el Sal 8,3 son presencia de alabanza en medio de disputas violentas que genera la sociedad. De igual manera, Jesús nos recuerda: Dejen que los niños vengan a mÃ, y no se lo impidan porque de los que son como éstos es el Reino de los cielos (Mt 19,14).
El Sal 72,1 muestra una comunidad reunida orando: suplica a Dios enviar “juicio” al rey para que gobierne con rectitud. De igual manera, como Iglesia, tenemos un clamor por la Verdad y la Vida. ADH 786.
miércoles, 11 de febrero de 2015
Rincón de la Palabra
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