Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín
“Mientras
el cielo pinta el amanecer para el año 2026, cierro este año agradeciendo…”
Porque este
nuevo año, convertido en un libro por escribir, abre capítulos llenos de
propósito. Cada mes será una oportunidad para escuchar la música de Dios, esa melodía
que ordena el interior y guía nuestros planes bajo la fidelidad del Dios de
Jacob.
Agradezco por
la victoria sobre la enfermedad, por cada proceso sanado, por cada temor que no
tuvo la última palabra. Por las bendiciones que llegaron en forma de trabajo
para nuestros hijos, cuando parecía que las puertas estaban cerradas y Dios
volvió a sorprendernos.
Porque Él no
solo abre caminos, también guía proyectos, ordena ideas, confirma su Espíritu
Santo y nos recuerda que, si creemos, veremos su gloria manifestada en nuestro
día a día, viendo florecer todo aquello que necesitaba un amanecer.
Hoy agradecemos
no por lo fácil, sino por lo verdadero: por caminar en medio de tormentas que
nadie vio, pero Dios peleó. Por seguir y avanzar, aunque no podíamos; eso no
fue heroísmo, fue valentía.
Por mantener la
fe sin comprender, por amar la vida, la familia y también a uno mismo. Por los
días en que nos acostamos sin fuerzas, pero amanecimos con resiliencia. Por
aprender a caminar aun con miedo, sin aplausos, con el corazón cansado, pero
animado.
Por aquellos
momentos en este año de pruebas intensas en que quisimos caer, pero su mano nos
sostuvo. Porque, aunque llegaron lágrimas, hoy son de gratitud. Cuando el
corazón agradece, Dios actúa, no siempre con estruendo, sino con dulzura.
Por restaurar
el corazón y desde ahí restaurar la familia, el hogar, el pan en la mesa. Por
la bendición de tener hijos sanos, por su risa que resuena en el rincón de la
casa donde soñamos y compartimos.
Por el don de
la oración, por todo lo bueno que sobreabunda cuando Dios es puesto primero.
Por ese espacio sagrado donde el alma respira, aprende a esperar, confiar y
entregar el control. Porque, aunque no siempre lo hicimos perfecto, lo hicimos
con ahínco.
Por comprender
la revelación del Salmo 20: no confiamos en carros ni en caballos, sino en el
nombre del Señor. La victoria no nace de la fuerza humana, sino del auxilio que
viene de lo alto.
Por activar
milagros en nuestras vidas y hacer brillar su luz. Por resonar aquella palabra:
“Yo estoy contigo”, cuando la fe parecía cansarse.
Gracias por
contagiar la Navidad con la visita de la familia y compartir con amigos, eso no
tiene precio.
Y así, mientras
el cielo pinta el amanecer para el año 2026, cierro este año con menos
susurros, menos estrés, menos exigencias innecesarias… pero sobre todo con más
paz. No comienzo desde la prisa, sino desde la gratitud, sabiendo que Dios va
delante, abriendo camino y protegiendo todo lo bueno que viene.
Y tú ¿Por qué
agradeces este año que termina? ¿Qué milagro o bendición marcó tú 2025? ¿Qué
propósito llevarás en tu corazón para el 2026?


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