Testigos de la Fe | Sebastián Sansón Ferrari
Una esperanza sembrada en la
vida cotidiana: 17 misioneros asesinados en 2025
El informe
anual de la Agencia Fides recoge las estadísticas de los sacerdotes,
religiosas, seminaristas y laicos que dieron testimonio del Evangelio hasta el
final, en contextos marcados por la violencia y la fragilidad humana.
La esperanza
cristiana no se apaga ante la violencia ni queda sepultada por la muerte. Es
una esperanza que atraviesa el sufrimiento y permanece viva en el testimonio de
quienes, incluso sin buscarlo, entregan la vida por fidelidad al Evangelio. Con
esta convicción se presenta el informe anual que la Agencia Fides publica al
concluir el año, dedicado a los misioneros y agentes pastorales asesinados en
distintas partes del mundo.
En 2025,
fueron 17 los hombres y mujeres (sacerdotes, religiosas, seminaristas y laicos)
que perdieron la vida mientras desarrollaban su servicio pastoral. No se
trataba de figuras mediáticas ni de protagonistas de gestos extraordinarios. Su
testimonio se desplegaba en la sencillez de la vida cotidiana: en parroquias de
periferia, en comunidades rurales, en contextos sociales atravesados por la
pobreza, la inseguridad o los conflictos armados. Allí, su fidelidad silenciosa
al anuncio de Cristo se convirtió en semilla fecunda.
Una geografía del sufrimiento
El continente
africano volvió a registrar el mayor número de asesinatos, con diez agentes
pastorales muertos a lo largo del año (6 sacerdotes, 2 seminaristas y 2
catequistas). Nigeria fue el país más golpeado, seguido de Burkina Faso, Sierra
Leona, Kenia y Sudán. En América se contabilizaron cuatro víctimas, entre ellas
dos religiosas asesinadas en Haití, país sumido desde hace años en una profunda
crisis de violencia e inestabilidad, además de un sacerdote asesinado en México
y un presbítero de origen indio asesinado en Estados Unidos. En Asia fueron
asesinados dos sacerdotes (uno en Myanmar y el otro en Filipinas), mientras que
en Europa un sacerdote fue asesinado en Polonia.
Esta
distribución confirma una tendencia ya conocida: África y América se alternan,
año tras año, como los escenarios más afectados por esta violencia que golpea a
la Iglesia en salida, presente allí donde la dignidad humana es más vulnerada.
Historias que hablan al corazón
Detrás de los
números hay nombres, rostros y complejas tramas de abnegado servicio al Reino.
Como el del joven seminarista nigeriano Emmanuel Alabi, que murió durante la
marcha forzada a la que fue sometido tras el asalto armado a su seminario. O el
de las hermanas Evanette Onezaire y Jeanne Voltaire, asesinadas en Haití por
bandas armadas que mantienen a la población rehén del miedo. También el del
sacerdote Donald Martin, primer presbítero católico birmano asesinado en el
conflicto civil que desgarra Myanmar, cuyo cuerpo fue hallado por fieles en el
recinto parroquial.
Son peripecias
distintas, unidas por un mismo hilo: una vida entregada sin estridencias, lejos
de los reflectores, sostenida por la fe y el servicio, hasta las últimas
consecuencias.
Una memoria que interpela
Entre los años
2000 y 2025, el número total de misioneros y agentes pastorales asesinados
asciende a 626. Una cifra que no pretende alimentar estadísticas, sino mantener
viva la memoria de un testimonio que sigue hablando a la Iglesia y al mundo.
Como recordaba
el Papa Francisco, estos hombres y mujeres pueden parecer, a los ojos del
mundo, derrotados. Sin embargo, su sacrificio no es estéril: la semilla
sembrada con su vida sigue dando fruto, porque Dios continúa obrando, a través
de ellos, la transformación de los corazones.
Una esperanza
que no muere, incluso cuando es atravesada por la cruz.


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