P. Daniel Kerber: Somos el Pueblo que recibe la Palabra
Aprovechando la presencia del biblista uruguayo P. Daniel Kerber, en el I Congreso BÃblico Nacional celebrado en Santo Domingo, hemos compartido con él una mirada de la Palabra de Dios desde el ambiente misionero. Octubre es el mes de la misión y anunciamos la Palabra. El padre Daniel Kerber es miembro del clero de la Arquidiócesis de Montevideo, Uruguay, párroco en esa ciudad y profesor en la facultad de teologÃa en el área del Nuevo Testamento. Trabaja también como colaborador en el Centro BÃblico para America Latina CEBIPAL, actualmente cebitepal.
Pregunta: Padre Daniel, ¿Cuál fue su participación en el evento?
Respuesta: Me contactó el padre William Arias para colaborar con este Primer Congreso y tuve la ponencia sobre la Solidaridad en la Biblia. He trabajado en varios paÃses y es la primera vez que vengo a la República Dominicana.
P.: ¿Cómo enfoca la Palabra de Dios en este Octubre Misionero?
R.: En primer lugar, la Palabra es misionera en sà misma, porque ella es enviada. Dios nos dirige a nosotros su palabra, y nosotros somos el pueblo que recibe la Palabra, pero no para quedárnosla con nosotros, sino que Jesús primero nos llama: Vengan, después tiene el Vayan, ¿no? es decir evangelicen, lleven la Palabra, vayan y hagan discÃpulos a todos los pueblos bautizándoles y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les enseñé.
La Palabra tiene una dimensión básica que es una clave de recepción, de acogida de esa Palabra; pero es una recepción de esa Palabra no para quedárnosla nosotros, ella fecunda y crece si la comunicamos. Forma parte intrÃnseca de la dinámica de la Palabra el ser acogida, vivida, y vivir esa palabra quiere decir también comunicarla.
P.: ¿Cómo aparece la Palabra en la vida misionera de la Iglesia?
R.: Gracias a Dios, desde el Concilio particularmente, se dio una progresiva revitalización de la presencia de la Palabra y de la comprensión de la relevancia de ella en las comunidades. Naturalmente, en los últimos tiempos, con el énfasis en la Lectura Orante... En la mayorÃa de las parroquias tenemos espacios para leer, para comprender y sobre todo, para vivir la Palabra y anunciarla. Es el anuncio explÃcito de la presencia del Señor. Pero anunciar la Palabra no se reduce a eso, es también llevarla a la vida. La vida es la que anuncia la Palabra.
Jesús mismo no anunció la Palabra solamente con su predicación. Sino que la vida de Jesús fue el anuncio de la Palabra. El, que es la Palabra, con su vida anunció la presencia del Reino de Dios. También nosotros estamos llamados no solamente a anunciar la Palabra en una clave de la predicación, sino también llamados a anunciarla con nuestras vidas. Y en ese testimonio vital del Evangelio, suscita o puede suscitar en los demás, esa interrogante porqué ustedes están viviendo esto. Esa puede ser la ocasión del anuncio explÃcito del Kerigma, el anuncio explÃcito de la presencia salvadora de Jesús...
P.: ¿Qué dinamismo misionero genera la Palabra en quien la escucha?
R.: Creo que el primer fruto de la Palabra, -siempre insisto que el órgano para acoger la palabra son las manos- es ponerla en práctica. Siempre identificamos el oÃdo con la escucha de la Palabra y es cierto; sin embargo, ayer lo leÃamos en el Congreso, Dt 4,1: escuchen la Palabra para ponerla en práctica y entonces vivirán... Las manos son de alguna manera los órganos para poner en práctica la Palabra. El primer fruto de la Palabra es ponerla en práctica. Ese ponerla en práctica ya es anuncio. El vivir la comunidad cristiana y vivir la fe, que es vivir en la comunidad y vivir la alegrÃa del Señor, que es vivir el servicio a los demás, que es vivir la alabanza y el culto, unidos al Señor, eso ya es anuncio. Por eso Jesús decÃa en la oración decÃa, que ellos sean uno para que el mundo crea... Es decir, la comunidad cristiana cuando vive su fe, suscita el testimonio y suscita la fe en los demás. Naturalmente, también hay muchos espacios que no conocen la presencia y la Palabra del Señor. Es necesario pues hacer el anuncio explÃcito de Dios que nos salva, que nos ama, que nos envió a su único Hijo, que murió y resucitó para nosotros, para darnos vida...
P.: Padre Daniel, ¿avanzamos en comunión con este auge bÃblico?
R.: Creo que sÃ, naturalmente. Uno de los centros que nos une en el movimiento ecuménico y con nuestros hermanos evangélicos, es justamente la confesión de que Dios se nos reveló en la Palabra. Yo de hecho trabajo mucho con sociedades bÃblicas en las cuales la mayorÃa son evangélicos; en ese sentido, el trabajo común es realmente un camino de testimoniar también hacia fuera de la comunidad cristiana que la palabra nos une y la Palabra nos impulsa a trabajar juntos.
P.: ¿Cómo se riega la Palabra en América Latina?
R.: Creo que estamos avanzando mucho y creo que si hacemos una vista de los últimos 10, 15 años se ha trabajado mucho, lo que no quita que haya muchÃsimo terreno por transitar, por trabajar. Gracias a Dios, creo que la Palabra fue ganando un terreno lindÃsimo y realmente podemos experimentar en la gente el hambre que tiene de la Palabra de Dios. Y cuando proponemos actividades en torno a ella, la Palabra convoca. Sin embargo, eso no quita que tengamos mucho terreno por recorrer. No solamente fuera de la Iglesia, es decir, para alcanzar aquella gente a las cuales todavÃa no llega el anuncio del Evangelio. También dentro de la propia Iglesia, porque tenemos muchos ámbitos en los cuales es necesario que la Palabra sea fuente y alma de esa actividad.
P.: ¿Se hacen esfuerzos a nivel institucional?
R.: Creo que sÃ, que en ese sentido el Celam, con su centro pastoral bÃblico, el cebitepal, está haciendo un esfuerzo muy grande y está logrando cosas muy interesantes en este intercambio recÃproco de las vivencias y de las experiencias de las distintas comunidades dentro de los paÃses de América Latina. El hecho de que yo esté acá y hayan otros biblistas que vayan a Uruguay, hacen que la riqueza de cada paÃs se pueda ver enriquecida con experiencias de otros paÃses, de otras comunidades y eso, creo que es hacer la Iglesia latinoamericana y compartir en nuestra pobreza de la Iglesia latinoamericana, la riqueza que tenemos de la vivencia y de la experiencia del Evangelio.
Como percibe este Congreso
P.: Y la animación del Papa Francisco, ¿cómo le toca a usted?
R.: Creo que uno de los aportes que él hace a la Iglesia actual es hablarle al mundo con el lenguaje del mundo. Es decir, él no habla un lenguaje solamente que se entienda dentro de la Iglesia, sino que hay mucha gente que nunca participó de la Iglesia, pero el modo que tiene él de comunicarse -y no me refiero solamente al hablar en el sentido de las palabras que dice-, sino también los gestos que hace, que son comprensibles por aquellas personas que nunca escucharon hablar del Evangelio. Hay muchos que, porque comprenden este lenguaje, el papa les despierta una simpatÃa y, naturalmente, al despertarle simpatÃa Francisco, despierta una simpatÃa por aquel o aquellos que el papa representa que es de alguna manera Pedro, a quien el Señor le encomienda que sea Piedra sobre la cual la Iglesia es construida. Entonces creo que la figura del Papa, en este momento, gracias a Dios, con todo el aprecio que también le tenemos a los papas anteriores, parece que en su figura hay un don especial en esa capacidad de comunicación, no solamente dentro de la Iglesia, con ese lenguaje que es comprensible para todos...
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