5 de Junio: Día Mundial del Medio Ambiente
“¿Qué tipo de mundo queremos dejar a
quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? Esta pregunta no afecta
sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de
modo fragmentario. ¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué vinimos a esta
vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita esta tierra? “(Laudato
Si, 160).
El 5 de junio celebramos el día mundial
del Medio Ambiente. ¿Cuál debería ser la actitud de un cristiano ante su
entorno natural, reconociendo con los ojos de la fe que todo ha sido hecho bien
hecho por el creador?
La ecología integral propuesta por el Papa
Francisco en su encíclica Laudato Si, orienta nuestra vida a que nuestro actuar
sea “conservador” y no “destructor”.
La vida en nuestro planeta está siendo
afectada cada vez más por malas actuaciones de parte de los seres humanos que
no respetan el balance natural y el sentido de respeto hacia las siguientes
generaciones alterando recursos incluso necesarios, para la supervivencia de
muchas especies que ya han desaparecido en este proceso.
Como creyentes tenemos un llamado a que
nuestras acciones no se sumen a la cultura consumista y que genera millones de desechos
que se acumulan contaminando todo el entorno.
La
Iglesia y el Ambiente
La Iglesia Católica ha ido creando su
doctrina ambiental para que podamos, motivados por la fe, vivir en el mundo
dejando sus recursos intactos o en mejores condiciones de lo que los recibimos.
Los últimos papas han ido creando la base para tener con qué enseñar y
colaborar incluso desde el plano científico.
Definitivamente el Papa Francisco es el
mayor motivador ante esta realidad que nos arropa y que de no se generarse
grandes cambios, seguiremos perdiendo recursos naturales y en menos tiempo.
Pensamos erróneamente que son las grandes
acciones que generarán cambios, pero son también las acciones cotidianas en
cada uno de nosotros que influyen en el Medio Ambiente. “A la continua
aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la
intensificación de ritmos de vida y de trabajo, en eso que algunos llaman
«rapidación»” (LS 18).
Para darnos una guía de cómo actuar ante
el cuidado del medio ambiente el papa se va a las acciones prácticas y que de
una manera llana y fácil se puedan ejecutar: “Es muy noble asumir el deber de
cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la
educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. La
educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos
comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado
del ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el
consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se
podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte
público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles,
apagar las luces innecesarias. Todo esto es parte de una generosa y digna
creatividad, que muestra lo mejor del ser humano. El hecho de reutilizar algo
en lugar de desecharlo rápidamente, a partir de profundas motivaciones, puede
ser un acto de amor que exprese nuestra propia dignidad” (LS 211).
Una
visión global
Lo más grave de esto es lo que denuncia el
Papa y que es cada vez más evidente: “El ambiente humano y el ambiente natural
se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación
ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la
degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la
sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta: «Tanto la
experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran
que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la
gente más pobre»” (LS 48)
Hoy se cada vez más imperioso que
analicemos nuestro modo de vida en lo cotidiano, romper la cadena de que, si
nadie lo hace, yo tampoco lo hago, que, si todos deterioran, yo también lo
hago. Urge detener esa cadena de acción, reconociendo que hemos vivido en una
cultura consumista sin medir las consecuencias.
Nos unimos a la voz del Papa que como
Iglesia Católica clama ante este escenario de las guerras, que genera daños
irreparables a veces: “Es previsible que, ante el agotamiento de algunos
recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras,
disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones. La guerra siempre produce daños
graves al medio ambiente y a la riqueza cultural de las poblaciones, y los
riesgos se agigantan cuando se piensa en las armas nucleares y en las armas
biológicas.” (LS 57)
El Medio Ambiente lo es todo, desde la
visión global planetaria, hasta cada recurso necesario en su justo balance,
como lo es el agua, la foresta, el aire, la atmosfera, el suelo. Los seres
vivos hemos sido creados bien hechos, por lo tanto, es nuestro deber mantener
la vida, así como nos la entregaron. ADH 824
Kranwinkel
es el Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Pastoral de Ecología y
Medio Ambiente de la Conferencia del Episcopado Dominicano.
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