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    jueves, 15 de noviembre de 2018

    La familia al cuidado de la Vida y la Ecología humana

    Ecología Integral | Jovanny Kranwinkel


    La familia al cuidado de la Vida y la Ecología humana  

    La Ecología Integral, es un concepto bien acuñado últimamente, más en la Encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco, aunque también la de “ecología humana” como especie natural que vive en esta creación junto a otros seres vivientes, también somos objeto de protección y cuidado.

    Nacemos en fragilidad, en pequeñez, débiles, expuestos a diversos ambientes que ponen en riesgo incluso nuestra vida por lo que la responsabilidad de resguardarla, cuidarla y preservarla está en los seres cercanos que encontramos al nacer, que es precisamente nuestra familia.

    En las primeras citas del Genesis aparece la familia humana y será una imagen hasta prácticamente el final de los textos sagrados. Esta responsabilidad es clara, es deber de los padres la conservación de sus hijos, a través de cualquier mecanismo.

    Ecología humana
    Laudato Sí’ nos presenta, además de otros documentos del magisterio social, la figura de la “ecología humana”. Si somos creaturas creadas por el creador como partes de la creación, somos objetos de esa protección y cuidado también.

    Es así como el Papa Francisco recuerda lo que dijo su antecesor: “San Juan Pablo II se ocupó de este tema con un interés cada vez mayor… Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global. Pero al mismo tiempo hizo notar que se pone poco empeño para «salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología humana». La destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación”. (LS 4).

    Muchos ejercen una ecología que poco toma en cuenta el hombre y su importancia en la vida del planeta. En el no. 155 de Laudato Si, vemos lo que pensaba el Papa Emérito Benedicto XVI: “existe una «ecología del hombre» porque «también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo»”. Esto se manifiesta en el cuidado del propio cuerpo que “nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación.”

    Hoy que estamos en tiempos de relativismo moral, social, cultural, se advierte que “Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente.”

    Cuidar nuestras vidas
    Esto nos lleva a plantearnos seriamente si como creyentes sabemos que debemos cuidarnos, que dentro del cuidado de todas las creaturas del planeta está la de nosotros mismos, tal cual fuimos creados en nuestra forma original y biológica. No reconocerlo es no entender la dinámica de Dios al crear al ser humano, que, aunque lo hizo administrador y “poco menos que los ángeles” sin embargo debe respetar como fue hecho. Por eso es que nos oponemos a cualquier proceso que ante contra la humanidad y la destruya sobre todo en su fase inicial cuando somos un mero embrión, pero totalmente formados y “Dado que todo está relacionado, tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. No parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles que nos rodean, que a veces son molestos o inoportunos, si no se protege a un embrión humano, aunque su llegada sea causa de molestias y dificultades: «Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social»” (LS120).

    Es innegable como se invita a cuidar especies animales, de flora y fauna, y se pretende legalizar a nivel mundial el fracaso natural humano que representa que una de las especies del planeta mayoritaria y con pensamiento propio y libertad de acción elimine a su propio hijo. Generalmente la madre de todas las especies cuida a su cría e intenta que sobreviva hasta que se pueda desarrollar sola. Sin embargo, el ser humano elimina a su cría sin que haya razones convincentes ni primordiales para hacerlo.

    La Familia humana además enseña a sus hijos como se van a desarrollar integralmente en su vida presente y futura. La Enseñanza de la importancia de que nuestra vida esté fundamentada en la búsqueda del bien común que “presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral. También reclama el bienestar social y el desarrollo de los diversos grupos intermedios, aplicando el principio de la subsidiariedad. Entre ellos destacan especialmente la familia, como la célula básica de la sociedad.” LS (157).

    Enseñar a los hijos como cuidar su entorno también es la principal responsabilidad y que en términos prácticos son acciones aparentemente pequeñas pero que poco a poco van cambiando el mundo: ahorro de agua y energía eléctrica, rehúso, comerse solo que lo se sirve, etc nos toca a los padres cumplir y así extender la vida en el planeta con un sentido de justicia intergeneracional como lo plantea el Papa Francisco.

    La Familia es la cuna de la vida y la base de la sociedad. ADH 827.
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    Quien suscribe es el Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Pastoral de Ecología y Medio Ambiente de la Conferencia del Episcopado Dominicano.

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