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    miércoles, 5 de febrero de 2020

    Haití: del terremoto a la catástrofe humana

    Actualidad | Alcedo A. Ramírez 


    Haití: del terremoto a la catástrofe humana

    Los temas relacionados con Haití revisten una gran importancia para la República Dominicana, ya que somos dos naciones hermanas siamesas, unidas por un destino común y en una misma isla. Por este motivo, la situación del hermano País nos preocupa sobremanera, ya que representa importantes retos y potenciales consecuencias para nosotros, si no la enfocamos y administramos con el debido cuidado y la adecuada perspectiva, tomando en consideración todos los elementos y factores involucrados.

    Tomando en cuenta las principales noticias del 2019 y su impacto en la vida económica, política y social podemos resaltar el tema haitiano, en todas sus vertientes, incluyendo las repercusiones dejadas por el terrible terremoto del 12 de enero del 2010, que es el objetivo de este artículo, con la esperanza de poder contribuir a tener una idea acabada y realista de la situación trágica por la que atraviesan nuestros hermanos haitianos.

    En nuestra colaboración anterior, presentamos los principales retos que tenemos los dominicanos para este 2020, teniendo siempre como trasfondo la situación real que vive nuestro pueblo, en base al impacto que representa la presencia real y virtual del factor haitiano. Aunque estamos en el Mes de la Patria, y hemos pasado por las efemérides del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, no podemos dejar de tocar estos temas que constituyen una realidad permanente en nuestro País, a pesar de que la tragedia haitiana ocurrió hace diez años y, en adición a las muertes, los escombros y los damnificados, tenemos hoy día una verdadera y espantosa catástrofe humana.

    A las más de 300,000 muertes, unos 350,000 heridos y 1.5 millones de damnificados sin hogar debemos agregar que hoy Haití se encuentra en una situación mucho peor que hace 10 años, producto de que no se ha sabido administrar bien los cuantiosos recursos económicos y de todo tipo que fueron canalizados por la comunidad internacional, que acudió en masa a solidarizarse con este sufrido pueblo, imitando las acciones generosas que surgieron del corazón del Pueblo Dominicano.
    Las organizaciones internacionales no gubernamentales que arribaron al suelo haitiano para ayudar en las labores de reconstrucción no supieron aprovechar el deseo de los haitianos de salir hacia delante, tomando ellos las riendas de su propia destino y mejoría, estableciendo las prioridades necesarias y los planes de trabajo requeridos para este tipo de situaciones, y tomando en cuenta, no tan solo los recursos financieros y económicos, sino además aquellos que tienen que ver con el uso de las tecnologías apropiadas y los recursos humanos experimentados y motivados para hacer frente a estas contingencias, de manera efectiva, puntual y a tiempo. Los programas de ayuda se fueron alargando, convirtiéndose en verdaderos mamotretos de proyectos, sin destino ni fin, que eventualmente fueron permeados por la corrupción que pulula en nuestros países, conduciendo a una desesperanza para toda la población, que produjo éxodos masivos de emigraciones al extranjero, principalmente hacia la Republica Dominicana.

    Asimismo, como las clases políticas y empresariales no podían quedarse atrás, en esta competencia para tener acceso a los recursos que estaban siendo tan malamente consumidos y usados, se hicieron comunes los contubernios entre ambas facciones sociales, las cuales, en lugar de propiciar un aprovechamiento ideal de los recursos disponibles, a fin de propiciar un cambio hacia el futuro, un real desarrollo y progreso de  todo el Pueblo Haitiano, decidieron hundir más sus garras en las entrañas famélicas de un pueblo que ya no puede más, pero que quiere y debe seguir viviendo.

    Sin embargo, el Pueblo Haitiano no sabe dónde buscar ayuda y confianza, ya que lo que ha debido ser un programa de ayuda y reconstrucción de las Naciones Unidas, la MINUSTHA, ha terminado con más muertes, desolación, pobreza y enfermedades, que más bien lo que amerita es una especie de Pagos de Reparaciones para Haití.

    Solo un liderazgo político, empresarial y social responsable y comprometido con el Pueblo Haitiano puede desatar este nudo gordiano de problemas, subdesarrollo y pobreza, para lo cual deben unirse todos los cristianos y hombres de buena voluntad, ya que únicamente trabajando como hermanos podemos garantizar a nuestros pueblos un futuro bueno, bendito y feliz. ADH 842

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