Comentario | Vicente Martínez
La oración comunitaria
La música del alma, la puede oír el mundo entero
(Lao-Tzu)
Mt 18, 15-20
Os digo también que si dos de vosotros se ponen de
acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi padre del cielo se la
concederá. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos.
Aunque la historia franciscana nos relata que el Santo
de Asís instaba a sus hermanos a esconderse en el eremitorio del propio cuerpo,
la oración personal y contemplativa no indujo a Francisco a aislarse del mundo
que lo rodeaba: los hermanos, los fieles y los infieles, los seres todos de la
creación. Muy al contrario, relatan las crónicas, la oración contemplativa de
Francisco desembocaba en la oración comunitaria y litúrgica.
El “in medio eorum” de Jesús (Mt 18, 20) -que
presupone oración comunitaria- es un adverbio de lugar: “entre”, “en”, “dentro
de”. Significados todos ellos inseparables e irrenunciables en toda Comunidad
de Vida. ¿Que cómo se manifiesta?
«Es verdadera oración comunitaria aquella en la que
todos participan de hecho y en la que la verdadera fraternidad viene expresada
en la confianza, comprensión y caridad recíproca. A este efecto pueden ser
útiles, conforme a nuestra tradición, los coloquios espirituales, la
comunicación de experiencias, la reflexión evangélica participada, las
celebraciones comunitarias de la penitencia y de la palabra, la revisión de vida
y otros medios parecidos» (II Consejo Plenario de la Orden capuchina, nº 33 de
su documento final sobre la oración).
Jesús quiere que los seguidores de su doctrina no sólo
recemos sino, y sobre todo, que seamos Fígaros de la sociedad en que vivimos. Atentos
a cuanto el prójimo y demás seres nos piden, cuando algo necesitan. Como el
protagonista de la ópera de Rossini “El barbero de Sevilla”: Fígaro quí, Fígaro
lá…
Como ha hecho el papa Francisco el pasado 8 de junio
rezando por la paz en Oriente Medio y en el mundo entero, y plantando un olivo
en los jardines del Vaticano junto con el presidente israelí Simón Péres y la
Autoridad Nacional Palestina Mahmoud Abbas. Besos de paz en Santa Marta y un
abrazo memorable rubricaron el acontecimiento.
El patriarca ecuménico Bartolomeo I tintó de buena fe
los jardines con esta declaración de caseras intenciones: Estamos en este
lugar, israelíes y palestinos, judíos, cristianos y musulmanes, para ofrecer
nuestra oración por la paz, por Tierra Santa y por todos sus habitantes. Y el
de Roma –venido de lejanas tierras– lanzó también su órdago quebrando los
límites del terruño: “Espero que este encuentro sea el comienzo de un camino en
busca de lo que une para superar lo que divide”.
Las raíces de ese entendimiento las fijan los místicos
en estos términos: “El principio más básico del diálogo ecuménico es que dicho
diálogo debe comenzar, en primer lugar, dentro de uno mismo” (Thich-Nhat-Hanh,
Buda viviente, Cristo viviente). Sólo de ese modo se podrá confiar en que la
armonía universal sea consistente.
Y ojalá esa música del alma la pueda oír pronto el
universo, como dijo Lao-Tzu hace más de dos mil quinientos años, y disfrutar su
melodía esta generación y las que nos sucedan. Que en modo alguno se repita la
historia relatada por Khalil Gibràn en Arena y Espuma:
“Una vez cada cien años Jesús de Nazareth se encuentra
con el Jesús de los cristianos en un jardín entre las colinas del Líbano. Y
conversan largamente; y siempre Jesús de Nazareth se despide del Jesús de los
cristianos, diciendo: Amigo, mucho me temo que nunca lleguemos a entendernos”.
“La música del alma, la puede oír el mundo entero”
(Lao-Tzu)
Y Mateo: Os digo también que si dos de vosotros se
ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, mi padre del cielo se
la concederá. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos.
Christine Stevens, en La música como medicina,
escribió:
VIVIR EN ARMONÍA
Nuestras almas están
hechas de armonía.
Nuestra alma
evoluciona
al compartir la
relación armónica con todos los seres vivos.
Calibra nuestra alma y
no es de extrañar
que el principio de
vibración por simpatía
nos recuerde que todos
influimos en todos,
descubriendo éste
que todo se basa en la
prueba científica
de nuestra neurología
de la empatía y del
sistema de las neuronas espejo.
Las culturas que viven
y practican
estar en armonía con
la naturaleza
y entre los miembros
de su comunidad
nos recuerdan que
todos somos una gran familia.
La armonía nos invita
a unirnos a la comunidad,
a confiar más el uno
en el otro y a forjar relaciones
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...