Educación | Pedro María Orbezua, fsc
¡Que la
escuela vaya bien! Maestros apasionados, niños y jóvenes apasionados
La CIEC -Confederación Interamericana de Educación Católica- propone tres
Claves para la Escuela del Siglo XXI. En este artículo me fijaré en la primera:
“Ayudar a los niños y jóvenes a
encontrar su pasión”. Leer la exhortación de la CIEC y recordar al instante
un texto de Michel Ende en su novela “La Historia Interminable” fue todo uno.
“Las pasiones humanas son un misterio, y a los
niños les pasa lo mismo que a los mayores. Los que se dejan llevar por ellas no
pueden explicárselas, y los que no las han vivido no pueden comprenderlas. Hay
hombres que se juegan la vida para subir a una montaña. Nadie, ni siquiera
ellos, pueden explicar realmente el porqué. Otros se arruinan para conquistar
el corazón de una persona que no quiere saber nada de ellos. Otros se destruyen
a sí mismos por no saber resistir los placeres de la mesa… o de la botella.
Algunos pierden cuanto tienen para ganar en un juego de azar, o lo sacrifican
todo a una idea fija que jamás podrá realizarse. Unos cuantos creen que sólo
serán felices en algún lugar distinto, y recorren el mundo durante toda su
vida. y unos pocos no descansan hasta que consiguen ser poderosos.
En resumen: Hay tantas pasiones distintas como hombres distintos hay. La pasión
de Bastian Baltasar Bux eran los libros”. BBB es el niño
protagonista de la historia.
¿Y qué es la “Pasión”?
La respuesta nos la sirve el Padre Arrupe, quien fuera prepósito general de la
Compañía de Jesús. Es un texto muy bello y lo comparto con ustedes. Tu
“pasión”, Educador, Educadora, es…
… Aquello de lo que
estés enamorado,
y arrebate tu
imaginación,
lo afectará todo.
Determinará lo que
te haga levantar por la mañana
y lo que hagas con
tus atardeceres;
cómo pases los
fines de semana,
lo que leas y a
quien conozcas;
lo que te rompa el
corazón
y lo que te llene
de asombro
con alegría y
agradecimiento.
Enamórate,
permanece enamorado,
y eso lo decidirá
todo.
¿Y cuál es tu “Pasión”? ¿La Educación? ¡Síiiiiiiiii! ¡Ok! ¡Debe notarse!
Solo así, si vives apasionado, apasionada, conseguirás que los niños y jóvenes
encuentren la suya. ¡Serás un fuego que prenda otros fuegos! Es incomprensible
un Educador de tres al cuatro, desilusionado, desencantado, fofo y blandito,
sin osamenta, líquido, que diría Zygmunt Bauman.
El Sr. de La Salle a la “Pasión” que debe avivar al Maestro, a la
Maestra, llamó: “Celo”. Y le añadía, en ocasiones, un adjetivo:
“ardiente”.
Explicaba que es el espíritu que debe animar a los Educadores y
Educadoras. Traducimos la expresión “celo ardiente” -para que se
comprenda mejor- por el vocablo “entusiasmo”. Su origen, el griego: “enthousiasmós”, “enzeusmado”, “arrebatado, poseído, lleno de Dios”. Interesante, ¿verdad?
Y para terminar un relato de Eduardo Galeano, tomado de “El libro de los
abrazos”.
"Un
hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la
vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana. Y dijo
que somos un mar de fueguitos.
-El mundo
es eso -reveló- un montón de gente, un mar de
fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay
dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los
colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de
fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no
alumbran ni queman; pero otros arden la
vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca
se enciende".
¡Hermosísimo microrrelato!
No me gusta la palabra, pero allá va: moraleja. Lo prioritario
para “ayudar
a los niños y jóvenes a encontrar su pasión”
es -nos lo repetiremos las veces que hagan falta- que los Educadores y Educadoras ardan
su vida con tanta pasión, que no se pueda mirarlos sin parpadear, y quienes se
acerquen, los niños y los jóvenes, se enciendan”.
¿De acuerdo? ¡Más vale! ADH 847.
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