La
Iglesia Hoy | Jesús Bastante/Redacción RD
El Papa a la ONU: “De una crisis no se sale
igual, salimos mejores o peores”
“La
pandemia nos ha mostrado que no podemos vivir sin el otro, o peor
aún, uno contra el otro. Las Naciones Unidas fueron creadas para unir
a las naciones, para acercarlas, como un puente entre los pueblos; usémoslo
para transformar el desafío que enfrentamos en una oportunidad para construir
juntos, una vez más, el futuro que queremos”. El Papa Francisco acaba
de intervenir ante el plenario de Naciones Unidas, dentro
de los actos por el 75 aniversario del organismo internacional.
En un
histórico discurso (virtual como el de todos los líderes mundiales), Bergoglio
destacó que la efeméride es “una oportunidad para reiterar el deseo de la Santa
Sede de que esta Organización sea un verdadero signo e instrumento de unidad
entre los Estados y de servicio a la entera familia humana”.
Especialmente, durante esta pandemia, que “está cambiando nuestra forma
de vida, cuestionando nuestros sistemas económicos, sanitarios y sociales, y
exponiendo nuestra fragilidad como criaturas” y nos obliga a “elegir entre lo
que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo
que no lo es”.
Dos caminos posibles
“Nos enfrentamos, pues, a la elección entre uno de los dos
caminos posibles: uno conduce al fortalecimiento del multilateralismo,
expresión de una renovada corresponsabilidad mundial, de una solidaridad
fundamentada en la justicia y en el cumplimiento de la paz y de la unidad de la
familia humana, proyecto de Dios sobre el mundo; el otro, da preferencia a las actitudes
de autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y
aislamiento, dejando afuera los más pobres, los más vulnerables, los habitantes
de las periferias existenciales. Y ciertamente será perjudicial para la entera
comunidad, causando autolesiones a todos. Y esto no debe prevalecer”, subrayó
el pontífice.
Al tiempo,
renovó el llamamiento a todos los responsables políticos, pero también al
sector privado, a tomar “las medidas adecuadas para garantizar el acceso a las
vacunas contra el COVID-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para
atender a los enfermos”. “Y si hay que privilegiar a alguien, que
ése sea el más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda
discriminado por no tener poder ni recursos económicos”, añadió. Bergoglio
también mostró su preocupación por la incertidumbre del mercado laboral y la
“robotización” generalizada del trabajo, clamando por “un marco ético más fuerte,
capaz de superar la «tan difundida e inconscientemente consolidada 'cultura del
descarte'”.
La humanidad violada
Una cultura del descarte que “es también un pecado contra la humanidad”,
señaló, denunciando cómo “cuántos derechos fundamentales continúan siendo
violados con impunidad”.
“La lista de estas violaciones es muy larga y nos hace
llegar la terrible imagen de una humanidad violada, herida, privada de
dignidad, de libertad y de la posibilidad de desarrollo”, recalcó el Papa,
subrayando las persecuciones religiosas, que en algunos casos llegan a
auténticos “genocidios”.
Tras criticar el mercado armamentístico, el Papa recordó la situación de
“los refugiados, los migrantes y los desplazados internos en los países de
origen, tránsito y destino”, así como de los “miles que son interceptados en el
mar y devueltos a la fuerza a campos de detención donde enfrentan abusos”.
“Muchos son víctimas de la trata, la esclavitud sexual o el trabajo
forzado, explotados en labores degradantes, sin un salario justo. ¡Esto que es
intolerable, sin embargo, es hoy una realidad que muchos ignoran
intencionalmente!”, gritó Bergoglio.
Al tiempo, reclamó “un modelo económico que promueva la subsidiariedad, respalde
el desarrollo económico a nivel local e invierta en educación e infraestructura
que beneficie a las comunidades locales”, y exigió a los países ricos respuestas
“reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de
aquellos más pobres”.
Cerrar las guaridas fiscales
“La comunidad internacional tiene que esforzarse para terminar con las
injusticias económicas”,
añadió Francisco, quien abogó por “una nueva ética” que sirva para “cerrar las
guaridas fiscales, evitar las evasiones y el lavado de dinero que le roban a la
sociedad, como también para decir a las naciones la importancia de defender la
justicia y el bien común sobre los intereses de las empresas y multinacionales
más poderosas”.
Recordando su visita de hace cinco años, el papa volvió a reivindicar
la vigencia de la Agenda 2030 y el Acuerpo de París sobre el
cambio climático, que siguen sin cumplirse, y reivindicó la Amazonía y a sus
poblaciones indígenas. “La crisis ambiental está indisolublemente ligada a una
crisis social y que el cuidado del medio ambiente exige una aproximación
integral para combatir la pobreza y combatir la exclusión”, recordó.
Refiriéndose a la infancia, Francisco indicó que “no podemos dejar de
notar las devastadoras consecuencias de la crisis del Covid-19 en los
niños, comprendiendo los menores migrantes y refugiados no acompañados”,
denunciando “el horrible flagelo del abuso infantil y de la pornografía”.
Contra el aborto, por la familia
“Además, millones de niños no pueden regresar a la escuela. En muchas
partes del mundo esta situación amenaza un aumento del trabajo infantil, la
explotación, el maltratado y la desnutrición”, lamentó el Pontífice, quien
también clamó contra la consideración del aborto “como uno de los denominados
'servicios esenciales' en la respuesta humanitaria”.
“Es triste ver cuán simple y conveniente se ha vuelto, para algunos,
negar la existencia de vida como solución a problemas que pueden y deben ser
resueltos tanto para la madre como para el niño no nacido”, apuntó.
Sobre la familia, Bergoglio advirtió de los “colonialismos
ideológicos que la hacen vulnerable y terminan por provocar en muchos de sus
miembros, especialmente en los más indefensos – niños y ancianos – un
sentido de desarraigo y orfandad”, que puede llevar a “la desintegración de la
familia”.
Frente a ello, Francisco abogó por “la promoción de la mujer”,
recordando que “muchas mujeres quedan rezagadas: víctimas de la esclavitud, la
trata, la violencia, la explotación y los tratos degradantes”.
No a las armas nucleares
Francisco volvió a denunciar con fuerza la carrera
armamentística, “incluyendo las armas nucleares” que “continúa
desperdiciando recursos preciosos que sería mejor utilizar en beneficio del
desarrollo integral de los pueblos y para proteger el medio ambiente natural”.
“Es necesario romper el clima de desconfianza existente”, subrayó.
“Estamos presenciando una erosión del multilateralismo que resulta todavía más
grave a la luz de nuevas formas de tecnología militar, como son los sistemas
letales de armas autónomas (LAWS), que están alterando irreversiblemente la
naturaleza de la guerra, separándola aún más de la acción humana (...). Hay
que desmantelar las lógicas perversas que atribuyen a la posesión de armas la
seguridad personal y social. “Por eso, es tan importante apoyar los
principales instrumentos legales internacionales de desarme nuclear, no
proliferación y prohibición”, recordó el Papa.
La ONU, taller para la paz
“Nuestro mundo en conflicto necesita que la ONU se convierta en un
taller para la paz cada vez más eficaz...”, culminó el Papa, clamando por “el
alto el fuego global durante la presente crisis”, que debe continuar. “De
una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores. En esta
coyuntura crítica, nuestro deber es repensar el futuro de nuestra casa común y
proyecto común. Es una tarea compleja, que requiere honestidad y coherencia en
el diálogo, a fin de mejorar el multilateralismo y la cooperación entre los
Estados. Esta crisis subraya aún más los límites de nuestra autosuficiencia y
común fragilidad, concluyó. ADH 849
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