Espiritualidad dominicana
Por una compasión intelectual en tiempos de
COVID-19
«La compasión de Dios,
por el carisma dominicano,
llega a través del estudio
y el consuelo de la Verdad»
(Cap. Gral. Providence nº
106)
Reproducimos la introducción de un tema amplio que
expuso Fr. Ángel Fariña OP, en el portal de los padres dominicos de España.
Estamos en un tiempo que requiere sentarse “en la mesa de la compasión”.
Introducción.
«En la mesa de la compasión». Sugerente imagen la que se nos propone
para reflexionar juntos en este peculiar encuentro de Familia
Dominicana. La imagen de la mesa nos puede remitir a no pocos momentos vitales
que han dado, y darán, forma a nuestra biografía. Y es que «la mesa» ha
sido testigo de encuentros que nos han hecho ser en los otros;
encuentros que nos hacen aceptar lo diferente como diferente y que nos permiten
acoger para dejarnos enriquecer por ello. Hay variedad de encuentros donde la
mesa es «testigo». Están, por poner algún ejemplo, esos momentos de encuentro
en los que en un ambiente familiar se hace memoria de todo lo vivido o, cómo
no, esos otros donde ya hay sitios vacíos en la misma mesa familiar y evoca
recordar tiempos atrás. Momentos de vital importancia son aquellos en los que
la mesa es el escenario desde donde nacen proyectos para transformar la
sociedad; proyectos cuyo fin es hacer realidad que pueblos, ciudades y naciones
prosperen y evolucionen hacia una nueva humanidad. Y qué decir de esas rúbricas
en un papel colocado de forma solemne sobre una mesa, que oficializa el momento
en el que se proclama un «te amo hasta la eternidad… y más allá». Y es que la
mayoría de las veces, en torno a una mesa, se planea y se hace memoria de la
vida.
Pero esta mesa en la que se nos propone reflexionar
trae consigo un término: «compasión». Mucho se ha escrito acerca de este
término y hay que reconocer que no es nada fácil hablar de la compasión. Y es
que es muy complicado, porque hablar de compasión consiste en hablar de fuerza,
de madurez, de vigor interior que solo puede brotar de un corazón libre que sea
capaz de ofrecer y recibir cariño. ¿Qué puede significar hoy sufrir, padecer,
con los otros y por los otros? Delicada cuestión esta ya que puede tener
diferentes respuestas. Ahora bien, la única respuesta que no cabría es la de
que estamos ante un asunto que solo consiste en tener buenos deseos y meras
intenciones. La compasión se relaciona con dos mandatos básicos que se
encuentran inscritos en lo más profundo de nuestro ser: el deseo de amar y la
conciencia de ser amado. Es todo un sentimiento que se debería entender como
experiencia de conjunto. Es decir, una vivencia que de alguna manera pasa a
formar parte de nuestra personalidad. Y es que la actitud compasiva nos pone de
manifiesto que siempre vamos a necesitar de los demás. Porque todos somos
vulnerables, y si ante la vulnerabilidad no reaccionamos, seríamos invadidos
por no pocas situaciones de injusticia. Es cierto que con una actitud
compasiva, amorosa, cariñosa, tierna puede que mostremos que somos débiles
pero, también, ponemos de manifiesto, y de qué forma, dónde reside nuestra
verdadera fortaleza.
Pero aún hay más. Esta «mesa de la compasión» tenemos que encarnarla en
nuestro carisma dominicano. No se dice nada nuevo al afirmar que la
compasión impregna, o debería impregnar, toda la predicación dominicana. No en
vano se manifiesta que es el alma de nuestra vida y misión como
predicadores[1]. De Santo Domingo se nos cuenta que poseía la virtud de la
compasión desde que era niño; virtud que le acompañó, porque así lo demostró, a
lo largo de su vida. Y es que Santo Domingo comprendió perfectamente que las
virtudes se trasmiten a través de la vida que lleva un sujeto determinado y, en
la mayoría de las ocasiones, sin describir la virtud en cuestión de una forma
explícita. Porque Santo Domingo descubrió la excelencia compasiva que latía en
su conciencia. A ese descubrimiento le dio solidez y firmeza. Y luego, a través
del ejemplo y el testimonio, fue aprendiendo formas determinadas de dar
respuestas. Por tanto, no sé si la cuestión es sentarnos «con» Domingo en la
mesa de la compasión, o sentarnos «como» Domingo en la mesa de la compasión.
Vamos a intentar adentrarnos en la compasión y, más en concreto, en la
actitud compasiva. Y podríamos comenzar lanzando la siguiente cuestión: La
compasión dominicana, ¿tiene algo característico que califique cuál es su
función concreta? Vamos a ver si lo descubrimos. Sí hay que decir que la
compasión, en la Orden de Predicadores, necesita de una mesa amplia
para que se pueda servir con generosidad.
Texto
íntegro en: https://www.dominicos.org/estudio/recurso/compasion-dominicana/
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