Sandra Real | SIGNIS
Postales
de India: El humor del diálogo interreligioso
“Hablar,
escuchar y ser escuchado, indica una copertenencia, un nos-otros, un
ser-unos-con-otros.” (Heidegger)
¿Qué es lo que más sobra en India?
Más que especias: son Religiones. Algo que pude aprender sobre un verdadero
diálogo interreligioso, a través de las pláticas espontáneas con mis compañeras
y compañeros, es que la vida no gira alrededor de mi cristianismo sino de otras
cosas: como el aprecio por la vida espiritual del otro.
“¿Están comiendo pollo?” -preguntó
Ankit consternado-.
“Sí. ¿Los hindúes no comen?” -respondimos-.
“Chicos, ¡es Miércoles de
Cuaresma! Y no se pusieron las cenizas”-dijo mirándonos la frente- “¿No pueden
pedirle a un Padre que se las ponga?”
“¡Se nos olvidó entre tantas
cosas nuevas!”.
“Y mañana hay misa a las
nueve.”
“Ok. Nos vemos ahí, ¿no?”
- pregunté confiada.
“Gracias, Sandra, pero yo no
iré… soy hindú. Pero disfruta tu celebración, y nos vemos para desayunar a las
diez”.
¡Ankit,
nuestro compañero de la universidad, era hindú! Más preocupado por nuestro
inicio de Cuaresma que nosotros…la habíamos olvidado.
“¿Y qué vas a ofrecer de
Cuaresma, Sandra?”
“Ankit, ¿tú por qué sabes de
catolicismo?”
“Católico es cristiano,
¿verdad?” -pues en India no se observa esa diferencia- “Yo estudié en un
colegio de hermanas cristianas, ¿sabes? Eran muy buenas. Yo iba a misa pero no
tomaba el pan, ¡pero sí cantaba todas las canciones!”
Esa fue una de las conversaciones
con nuestros compañeros en la Universidad Javeriana de Bhubaneswar, India
(XUB), durante el Programa Comunicaciones Sociales desde la Compasión 2020,
organizado por SIGNIS.
“¿Se reúnen varios
estudiantes para ir a misa?” -pregunté a Ankit.
“¿Estudiantes cristianos? No,
Sandra, son muy pocos”.
“¿En la universidad, aunque
sea católica?” -insistí.
“¡En toda India, Sandra!
Sólo el uno por ciento de la población es cristiana. Tenemos alrededor de 200
religiones en India.”
Golpe de realidad: un país donde
eres parte del uno por ciento y en el que tus ritos son igual de respetables
que los de otras 200 religiones… en el universo de India la vida espiritual
cambia notablemente.
En este entorno multirreligioso,
la virtud radica en respetar lo que el otro cree y en lo que el otro encuentra
a Dios.
“Ustedes que son
musulmanes, ¿qué opinan sobre Jesús?” -preguntamos con cierta
perspicacia.
“Pues, quien niegue que
Jesús o María existieron y fueron nacidos sin pecado, los consideramos en
el Islam como herejes.” -dijo Umar, un profesor musulmán de 27
años aproximadamente-.
Resulta que en el Corán Jesús
es mencionado más de cien veces: reconocido como el penúltimo profeta, el
Mesías, “Hijo de María virgen”, nacidos sin pecado -al contrario del Profeta
Mahoma-.
¿Cómo, desde la ignorancia y el conflicto, podemos dialogar con otra religión
de la que ni siquiera imaginamos lo mucho que tenemos en común? ¿Qué me dividía
realmente: las creencias o el miedo a encontrarnos tan cercanos?
“¿Y cómo es la leyenda,
perdón, mitología de los hindúes?” -pregunté, dándome cuenta
lo fácil que es demeritar otra religión asumiendo que ‘sólo son leyendas’-”.
“No tenemos muchos dioses:
tenemos uno solo y se presenta en tres… ¡como su trinidad! ¿Eso dice el cristianismo,
no?”.
¿Cómo podía un joven hindú que por primera vez había salido de su ciudad natal,
encontrar más similitudes que yo, que había venido del otro lado del mundo?
“Mira, Brahman es Dios que
se manifiesta en tres: Brahma, Dios Supremo y Creador; luego Vishnu, el
preservador y tercero Shiva, el regenerador a través de la destrucción.” -dijo
Rathik.
Mientras él me describía esto, yo imaginaba qué intuición original habría en el
ser humano que percibe esta Trinidad desde religiones tan antiguas.
“Nos vemos mañana después
de misa”- me dijo Rathik.
“Sí. ¿Y ustedes aquí cerca
tienen algún templo?” -pregunté curiosa, pues dentro de la
universidad el único templo era el católico-.
“Mmm…no. Pero a veces vamos
a rezar al pie de las figuras en el templo, como ustedes”.
“No son sólo figuras…” -en
este momento me paré a mí misma. ¡Qué gran ‘locura’ decir lo que estaba por
decir! -“Creemos que Dios vive ahí…” - sorprendiéndome yo misma de la belleza
de esta gran verdad.
Espera ¿vivir en
serio?” - preguntó sin juzgar.
“Sí, hay un pan en la
capilla, bueno, en todas las capillas del mundo…”.
“¿Un pan?”- me dijo Rathik
intentando comprender-.
“Bueno, Jesús se hizo pan”.
“¿Lo que me estás diciendo
es verdad?” -preguntó Rathik porque yo hablaba muy sonriente,
¡qué honor ser yo quien le contara esto por primera vez!
“Sí, pero me da miedo que no
me vayas a creer, porque ...ahora que lo cuento suena muy loco.”
“Tú cuéntame” -
me dijo, y eso me conmovió: ¿estaría yo dispuesta a querer entender su versión
de la salvación con esa apertura? - “Sandra, no estoy juzgando,
yo entiendo que no es algo fácil, pero ¿me podrías explicar?”
De Heidegger leí qué era el
‘diálogo verdadero’ (en muy pocas palabras: una conversación completamente
horizontal en que no creo que mi saber sea superior al tuyo, escuchando ‘tu
verdad’) pero sólo de Rathik lo pude experimentar:
el diálogo no puede darse sin
humildad para reconocer en el otro su derecho de creer en el misterio (sin
tratar al otro como loco o ignorante) y en eso… dejar que el otro sea
misterioso. Rathik respetó la historia por más increíble que fuera y la escuchó
hasta el final y me dejó emocionarme tanto como si quisiera convencerlo.
El resultado de esta conversación
es un hermoso regalo, el nacimiento de la amistad:
“Sandra, antes de que te
vayas, te quería dar esto, sé que eres muy espiritual, mi mamá me lo dio cuando
llegué a la universidad, espero que te ayude” - y
puso en mis manos una vasija de barro con una figura de metal de Lord Ganesha
dentro…
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