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    domingo, 29 de noviembre de 2020

    Claves para la estabilidad de pareja


    Familia Hoy | Andrea Safier




    Claves para la estabilidad de pareja


    Es muy difícil escuchar una pareja decir, después de mucho tiempo de convivencia, “nosotros nunca hemos tenido problemas”. Sí es más común y normal escuchar a las parejas decir con satisfacción “nosotros hemos superado muchos problemas” y siguen creciendo juntos, armonizando sus vidas para expresar el amor que las fundamenta. En ninguna relación real, concreta, se puede asegurar o sostener que no habrá fallos o errores, situaciones que deben ser enfrentadas para mejorar o sanar la convivencia.


    Tampoco existe una vida perfecta, lineal, que no ha tenido que lidiar con obstáculos y dificultades desde dentro, o que vienen desde fuera. Hay situaciones que facilitan la estabilidad matrimonial. Y esas vale la pena que las reflexionemos.


    Situaciones que pueden dar origen a las crisis 

    No hay garantías de resolución de conflictos si las partes no están decididas a enfrentarlos. Conocer las causas que favorecen la relación y tomarlas en cuenta, ayudará a la estabilidad matrimonial. Así se asegura cierta garantía de que cualquier obstáculo no va a hacer naufragar la barca del matrimonio. Esta tiene que poseer base sólida para navegar en las aguas de las crisis.


    Jesús nos dice en el Evangelio unas palabras que tienen mucho en la preparación de los matrimonios, y muchas parejas las escogen para el día de la bendición de pareja en el matrimonio sacramental. Decía que hay quienes construyen sobre roca firma y quienes construyen en la arena. Y, por supuesto, cuando inundación y viene el torrente, la casa construida sobre roca firma permanece, mientras que la casa construida sobre arena se desploma (Lucas 6, 48).


    Consideremos algunas causas que son muy importantes, muchas veces decisivas para construir una relación de pareja sobre sólidas bases que le garantice caminar juntos en su historia de amor; pero que no aporta la pareja.


    1. Madurez personal

    Él o ella no tienen la capacidad de centrarse en la relación, la cual necesita del aporte de cada uno. Se ejemplifica con el caso de un joven que ya es esposo y quiere seguir siendo novio, en el sentido de sus responsabilidades matrimoniales que chocan con el resto de los espacios donde se desenvuelve la relación. El que quiere seguir siendo novio, tener la autonomía para estar con sus amigos, sus colegas y la vida de pareja está condicionada por esas relaciones En el caso de ella un ejemplo real es la esposa que centra la relación en sí misma, pero en el sentido de que su pareja vive para ella, para protegerla, para amarla.


    En ambos casos la madurez que deben conseguir como pareja no está en crecimiento. Cada uno está pensando el matrimonio desde sí mismo no desde la afirmación de todo lo que hay que poner en común. La madurez de cada uno es una condición para superar el egoísmo y el individualismo, pues la relación matrimonial no son dos proyectos, dos vidas, dos situaciones separadas. Pueden haber iniciado la relación muy bien, pero la falta de madurez va haciendo que cada uno empuje hacia sí todo lo referente al bien de la relación.


    2. Fidelidad

    Aunque no esté ni siquiera expresado en muchos rituales de matrimonio, civiles y religiosos, se da por hecho que una pareja espera y exige fidelidad, digamos que la supone de la otra persona cuando toman la decisión de unirse en matrimonio. Pero el deseo de fidelidad encuentra tentaciones en el camino y no toda pareja está suficientemente firme y dispuesta para resistir esas tentaciones. Hay muchas variantes por la cual, una pareja que no piensa disolver su relación, puede caer en la tentación de la infidelidad. Luego será el perdón la actitud difícil de conseguir, queda dolor y a veces resentimiento, heridas difíciles de sanar.


    En el caso de los comportamientos machistas, dicen expertos que muchos hombres, sintiendo que aman a sus esposas, tienen que tirar de vez en cuando “una canita al aire” para sentirse bien “hombres”. El caso del seductor, que aunque no vaya a dar ningún paso concreto, le complace y le afirma seducir, así siente que es un verdadero “macho”.


    3. Realización personal

    Los roles del hombre y la mujer estaban más definidos tiempos atrás. Para bien o para mal. Muchas relaciones matrimoniales apagaban metas y proyectos de la pareja, que se acostumbraba a un estilo de vida a veces hasta rutinario. Las cosas han cambiado. El “yo” se manifiesta también en las relaciones de pareja. Hoy cada uno quiere su espacio en el ámbito profesional, social. Y ese aspecto positivo de mantener una visión de realización personal tiene dificultades si no está dialogado, consensuado entre los dos. El hombre no machista entiende la mujer como alguien “igual a él”; la mujer se redescubre y gana espacios, donde está al mismo nivel que el hombre. Pero si esto se convierte en rivalidad o crea una competencia entre ambos, el “tú” y el “yo” no formarán el “nosotros”. Y habrá problemas a veces insuperables en la relación.


    4. Proyecto económico

    Cuando una pareja se une en matrimonio en el caso sacramental, ambos expresan su intención de amarse y cuidarse en toda circunstancia. En esto serán los dos “una sola cosa”. Pero hay situaciones, como la económica, que en vez de unificar a la pareja, para apoyarse, las enfrenta; entra en crisis por el factor económico. Puede ser que uno de los dos comience a tener la carga de los gastos, que vea a su pareja negligente o como estorbo para avanzar; que crea que la otra persona no hace lo suficiente o no se preocupa por salir de la crisis. En mi trato con parejas, siempre les recuerdo que se unieron precisamente para apoyarse y avanzar juntos ante cualquier obstáculo, ante cualquier peligro.


    5. Realización de las expectativas

    Muchas personas tienen altas expectativas de sí mismo y de los demás. Dicen que el verdadero amor es cuando aun conociendo la otra persona se le sigue admirando. Cuando esas expectativas se centran no en lo que damos cada uno, sino en lo que esperamos de la otra persona, se presenta una situación incómoda. La pareja tiene que estar consciente de esta realidad. Y será peor si uno de los dos está centrado en lo que debe ofrecer la otra persona. Muchas veces la relación es como un seguro, una salida se tiene para que otro y otra nos siga alimentando, queriendo, mimando, protegiendo…


    Conclusión

    Por esas causas mencionadas -conscientes de que hay otras- una pareja tiene que “negociar” positivamente los términos de su relación. Se requiere un diálogo frecuente acerca de las necesidades satisfechas personalmente y de lo que corresponde para el bien de los dos. Ese diálogo incluso facilita la maduración personal; clarifica los términos de la relación, siempre en la búsqueda del bien común; toma en cuenta a la otra persona; les hace capaces de estar unidos para lidiar con la situación y no que ésta vulnere o dañe la relación; y permite que aún manteniendo altas expectativas, sean la humildad, la acogida y la comprensión de la historia de la pareja, lo que permita seguir creyendo en la otra persona, crecer juntos y construir una sólida relación. 

     

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