Educación | Hno. Pedro María Orbezua, fsc
¡Que la Escuela vaya bien!
“Tú eres parte del milagro”
¡El dos de
noviembre, tras unas larguísimas vacaciones para alumnos y alumnas y unos
acelerados talleres de “re-imaginación personal y re-ingeniería tecnológica” para
Maestros y Maestras, arrancó el año académico 2020-2021! ¿A trancas y
barrancas? Dependerá de escuelas y colegios, pero que el actual curso escolar se
las trae, se las trae, vaya que sí se las trae...
Ya que nos ha
tocado caminar cuesta arriba y, de seguro, con la lengua fuera, quiero
compartir con ustedes el lema que los lasallistas traemos para esta situación. Ojalá
les acomode. Creo que es muy apropiado y oportuno para nuestras Escuelas,
Liceos, Colegios… “Tú eres parte del milagro”.
La pregunta surge
por sí sola: ¿Qué milagro?
Antes de proponer
algunas respuestas, nos ponemos en contexto: ¡La Pandemia sigue haciendo de las
suyas! Escribe Edgard Morin, sociólogo y filósofo francés (en el 2021 cumplirá
100 años) en su artículo “Festival de incertidumbres”: “… un minúsculo virus en una ciudad ignorada de China ha disparado el
trastocamiento de un mundo”.
No hay vuelta de
hoja: el desalmado Covid 19 nos ha trastocado, perturbado y alterado, nuestra
vida personal, familiar, laboral… y, cómo no, nos ha dado tal “pela” que, hoy
por hoy, “la educación está gravemente
afectada”.
Ante este
panorama, no podemos quedarnos de brazos cruzados y en actitud de “ahí me las
den todas”. Precisamos reaccionar y abrir caminos; ya estamos, en verdad, vigilantes
y en guardia para el primer asalto, pero no basta saltar al ring con brincos y
golpes al aire, sino resistir los doce rounds, es decir, los nueve benditos
meses que asoman por delante.
Dice la
Declaración sobre la misión educativa lasallista: “Asistimos a la pérdida del sentido de que la historia es una sola,
interconectada y común, y que la suerte de la humanidad está en peligro”.
El semáforo está
encendido en rojo. Vuelvo a la carga: Ni nos hemos sentido ni hemos actuado
como un solo planeta y una sola humanidad. Desde marzo, por poner una fecha a
ojo de buen cubero, hemos optado por el “sálvese quien pueda” y el “acaso soy
yo el guardián de mi hermano”. ¡Qué lamentable! ¡Qué pena, penita, pena!
En fin, necesitamos un milagro. Sépanlo -y el
que avisa no es traidor-: Dios no es quien va a provocar el milagro.
Desengáñense. Y dejen esa carita de sorpresa o, quizás, indignación. Tampoco
llegarán los héroes de Marvel a salvarnos, y desistan de buscar un “macho cabrío”
para que cargue con nuestras culpas. Precisamos un milagro. ¿Ok? Y ese milagro
lo producimos nosotros. Es nuestra responsabilidad.
Nos inspira el
ícono de la multiplicación de los 5 panes y los dos peces: “Comieron todos, quedaron satisfechos,
recogieron las sobras y llenaron doce canastos. Los que comieron eran cinco mil
hombres, sin contar mujeres y niños”. ¿Por qué se hizo el milagro? ¡Porque compartieron! Obremos del mismo
modo también nosotros, para que el pan de la enseñanza alcance a todos los
niños y los jóvenes del país.
UNIDOS, ahora más que nunca, para que la “Escuela vaya bien”. A pesar de tantos
pesares, va a ser posible la educación -sea presencial, híbrida o en línea- y
una educación de calidad. No podrá estar a la altura de las circunstancias
normales, pero en “la nueva normalidad” -¡No entiendo todavía tal expresión!- los
niños y los jóvenes van a aprender, van a educarse, van a seguir creciendo…
En resumen: ¡El curso
escolar 2020-2021 se presenta “color de hormiga”! Requerimos, pues un milagro.
Y nosotros detonamos el primer milagro: Unida
la Comunidad Educativa, con un idéntico “deseo, determinación y disciplina”, obrará
un segundo milagro: la Escuela, a pesar
de la Pandemia, va a ir bien. ¡Compartamos nuestros panes y peces! ADH 850
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