Humanismo Integral | Ignacio Miranda
La familia y la
educación integral
En noviembre se
celebra el mes de la familia. Buena ocasión para reflexionar sobre el valor de
la educación integral a partir de la comunidad familiar.
La Sociología es
la madre de todas ciencias sociales: Economía, Política, Historia, Pedagogía y otras
disciplinas humanísticas.
Existe un consenso
entre los estudiosos de la sociología en concebir a la familia como el grupo
primario por excelencia; o la célula vital de la sociedad. Y el hogar como la
estructura orgánica que alberga a la familia.
La cultura como
estilo de vida personal, comunitaria y social, contiene pautas de
comportamientos a todos los niveles. En la comunidad familiar, todo ser humano
nace condicionado por el patrón cultural creatura-creador. Vale decir: encuentra
una serie de comportamientos que lo limitan; y, al mismo tiempo, su capacidad potencial
para modificar algunas de esas aptitudes.
En la medida en
que el niño va creciendo, el entorno en que se desenvuelve: familia amplia, vecindad, escuela; y, hoy
día, las redes sociales y otros medios de comunicación, influyen en la conducta
personal.
La madurez física,
emocional y espiritual, producen en los seres humanos un incremento en valores
que encontraron en la comunidad familiar, adquiriendo una mayor identidad
personal.
Educación integral
Creo que la
integralidad debe concebirse como la totalidad de variables que convergen en un
ser ideal, físico, humano o espiritual.
La educación
integral, es el conjunto de los valores culturales que encarnan los seres
humanos: identidad nacional, buenas costumbres, instrucción, actualización, defensa
de la vida, espiritualidad, etc...
Nuestra cultura se
fundamenta en el humanismo cristiano, en la que encontramos una serie de
valores esenciales para la convivencia social. La Biblia contiene la fuente original
de nuestra cultura. De ella escojo algunos valores que considero de la mayor
utilidad para satisfacer nuestras necesidades reales del presente, y dotados de
sostenibilidad para el porvenir, como dignidad humana, indisolubilidad
matrimonial, justicia, fidelidad, verdad, libertad, bien común, economía
solidaria, laboriosidad, unidad, prudencia:
Génesis 1: “Creó, pues, Dios al ser
humano a imagen suya… macho y hembra los creó. Y los bendijo Dios con estas palabras:
Sean fecundos, multiplíquense”.
Mateo 8 y 9: “Quien escucha estas
palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que
construyó su casa sobre roca”. “…abandona
un hombre a su padre y a su madre, se une a su mujer y los dos se hacen una
sola carne… lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.
Lucas 24: “Felices los que tienen hambre y sed de
Justica, porque serán saciados”.
Evangelio de Juan, 8: “Si se mantienen fieles
a mi palabra, serán realmente discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad
los hará libres”.
De los Hechos de los Apóstoles, 4 y 20: “La
multitud de los creyentes tenía una sola alma y un solo corazón. Nadie
consideraba sus bienes como propios, sino que todo lo tenían en común… “No he deseado dinero, oro ni ropa de nadie; saben por experiencia que
estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros”.
San Pablo, ICor 11: “…en cristiano ni
hay mujer sin el hombre ni hombre sin la mujer, pues lo mismo que la mujer
salió del hombre, también el hombre nace por la mujer, y todo viene de Dios”
Nuestros valores
culturales, a partir de la identidad nacional, sufren hoy día un profundo
deterioro, que ponen en peligro la existencia familiar, a causa del aborto y el
homosexualismo, promovido por el neomalthusianismo, novedad de la teoría
malthusiana de la población, según la cual el crecimiento poblacional tiende a
moverse en progresión geométrica; mientras los bienes para alimentarla, lo
hacen en progresión aritmética. Teoría que careció de base científica porque
ignoró la productividad.
EN RESUMEN:
El aborto, el homosexualismo, promovido por el neomaltusianismo, no disminuyen
el incremento poblacional; y sí constituyen un atentado contra la existencia de
la raza humana, puesto que los muertos no resucitan, ni de dos seres del mismo
sexo se obtiene una nueva vida.
En cambio, la integralidad de los valores: educación, equidad, ecología, humanismo,
enraizados en la comunidad familiar, representan el progreso de la humanidad.
Es un deber de todos los comunicadores: padres y madres de familia,
maestros, directores de programas de tv, radio, redes sociales, sacerdotes,
pastores, participar de la educación integral. ADH 850
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