Cotidianidades
| P. Eulide de Jesús García msc
¿Dónde
está tu hermano? ¿Cómo está tu hermano?
En el mes pasado estaba pasando unos días de retiro,
el tema que estábamos reflexionando un grupo de msc era acerca de la
fraternidad apoyado en la encíclica del Papa Francisco: “Fratelli tutti”. Es
una encíclica que trata sobre fraternidad en los seres humanos, quiero aclarar
que este artículo no trata sobre la encíclica en sí; pero a partir de las
reflexiones y meditación de ésta es que me surgió hacerme las preguntas que
pongo como título de este escrito: ¿Dónde está tu hermano y como está tu hermano?,
son dos preguntas fundamentales que debemos hacernos a diario, si de verdad
queremos vivir una fraternidad como Dios manda. No podemos vivir una
fraternidad auténtica a espalda de nuestros hermanos.
Si Dios pregunta es porque es responsabilidad nuestra velar por esas personas que Dios ha puesto en nuestro camino para que peregrinemos juntos en esta vida mortal
Cuando meditaba sobre esta pregunta me llegó a la mente
el texto del libro del Génesis capítulo
4, 9-10 y dice así: “Yahvé dijo a Caín: “¿dónde está tu
hermano Abel?” y el respondió: “No lo sé; ¿soy acaso el guardián de mi
hermano? La fraternidad no es algo que se vive abstractamente, se hace concreta en la convivencia de
cada día con los hermanos y hermanas que tienen nombres. Dios le pregunta dónde
está su hermano Abel, es la pregunta que Dios no hace a diario, dónde está nuestro
hermano; no podemos decirle no me importa dónde está, responderle ¿acaso
soy guardián de ese hermano o esa hermana? Si Dios pregunta es porque es
responsabilidad nuestra velar por esas personas que Dios ha puesto en nuestro
camino para que peregrinemos juntos en esta vida mortal hasta que llegue
nuestro encuentro definitivo con el Padre creador.
¿Cómo está
tu hermano?
No basta saber dónde
está mi hermano/a, hay que saber cómo está, qué necesita de mí; fraternidad es
solidaridad, la solidaridad es estar atento a la necesidad del otro/a, es darme
por entero a la otra persona y hacerlo de una manera íntegra, no a medias. Diría
santa Teresa de Calcuta dar hasta que duela”, o el mismo Jesús cuando dijo no
hay amor más grande que dar la vida por los amigos; pero para saber lo que
la otra persona necesita, debo convertirme en su guardián, precisamente lo que Caín
no supo ser de su hermano Abel. Sabemos que vivimos en un mundo de personas
necesitadas no solo a nivel material, sino a nivel espiritual, necesitados de
compañía; en fin, es hacer que la otra persona sienta que estoy ahí a su lado
en los momentos buenos y los difíciles, especialmente en los últimos.
En la parábola del buen samaritano encontramos la
narración más profunda de lo que verdaderamente es la fraternidad, un
desconocido que se detiene ante un herido que había sido maltratado por unos “infraternos”
que lo había dejado casi muerto; y nos dice la parábola que después de haber
pasado dos personajes que vieron el herido y el cumplimiento de las normas no
les permitió socorrer al caído, sí pasó uno que vió; se agachó y auxilió al
herido, pero no un auxilio inmediato sino que llegó hasta el final del bien. Ese
fue un gesto de fraternidad, no dejó el asunto a medias; ese samaritano no se quedó
analizando la situación si era su enemigo o no, simplemente vió en él “el
hermano” que había que socorrer y salvar utilizando todos los medios posibles.
Navidad,
tiempo de fraternidad
Todos los tiempos son buenos para vivir en
fraternidad, pero sin lugar a dudas en navidad las personas nos hacemos más
sensibles ante las necesidades de los demás; sabemos que Dios al encarnarse se
hizo solidario y fraterno con su humanidad creada; para confirmar más esa
fraternidad se hizo humano para vivir nuestra humanidad, y en la persona de su
hijo vino a hacer de este mundo un lugar más fraterno y solidario, se hizo luz
para venir a iluminar un mundo que se sumerge cada día en la oscuridad. Pero el
lucero de la mañana, Cristo resplandeciente, ilumina cada hombre y cada mujer
para que podamos encontrarnos con el Jesús el Enmanuel, el Dios con nosotros y
hacer de esta sociedad una sociedad más fraterna donde el amor triunfe. ADH 851
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