Familia | Sandy Yanilda Fermín
¡Jesús es mi héroe!
La imagen de Jesús en mi vida
Cuando era niña
imaginaba a Jesús como un “gigante” sentado en un trono en el cielo, con unos
ojos Grandes para vernos a todos. Vestido con una ropa majestuosa y hermosa, representando
su gloria. Llevaba un bastón en sus manos. Cuando crecí me di cuenta, que esa
imagen de héroe que tenía de él, era la misma que había soñado de niña, pero
ahora con otras cualidades: un Jesús que mira con amor, que sirve a la
humanidad, que siempre corre ante nuestro llamado.
Los poderes mágicos de Jesús
Un día mi niña me preguntó: ¿Cómo Jesús adquirió el poder que tiene? y yo simplemente le dije, su Padre Dios se lo otorgó desde antes de nacer. Aunque no tiene alas, vuela lo más alto para ver desde arriba lo que nos pasa a nosotros los humanos. Aunque no tiene ojos biónicos, tiene unos ojos que posee una luz mágica para ver en tu interior lo que sucede en nuestro corazón. Aunque no tiene un súper traje, siempre lleva consigo el traje del amor, de la sonrisa, de la humildad. Aunque no tiene súper poderes, su poder sobrepasa los montes y nuestro raciocinio humano.
Su poder es
divino, nos cura con su mirada, con su sonrisa. Me deleito en su andar, en su
caminar. ¡Aunque no tiene una súper capa... la Capa del Espíritu Santo nos protege de todo mal! Nos mantiene a salvo
ante las adversidades de la vida. Su misericordia llega hasta los confines de
la tierra. Su capa no es invisible es siempre visible para que todos nos cubramos
con ella.
Adviento y salvación
Si viéramos el
tiempo de Adviento como una obra de teatro lo veríamos así: Autor y producción:
Dios Padre. Personajes principales: Jesús y María. Reparto: José, Los ángeles,
los animales. Dios lo envió a nuestra tierra con un proyecto específico y
especial para cada uno de nosotros, que fue nuestra salvación. Creció normal
como cualquier niño LC 2, 52) con su madre y su padre e hizo una vida normal,
sin embargo, siempre supo que el deber lo llamaba: “Salvar al mundo”.
Si vemos la
historia de la biblia, los personajes que colaboraron con Jesús para salvar al
mundo, fueron personas que jamás se imaginaron que estarían directamente en el plan
salvífico de Dios. La primera fue María, una joven doncella que gracias a ella
se cumplió el primer paso de Dios. José, unos años mayor que María, aceptó cumplir
el plan de proteger a Jesús como “hombre justo, tierno y obediente”. Lo protegió
con su vida, inclusive. Así debemos nosotros los padres, proteger a nuestros
hijos y convertirnos en sus verdaderos súper héroes.
José siempre ha
sido un personaje bíblico muy bonito para mi vida cristiana, custodió a la
familia a Belén y, por ende, nos custodia a nosotros al salir y entrar a nuestros
hogares. Otros personajes como: David, Ruth, Josué, Abraham y como no mencionar
a San Pablo), fueron servidores de Dios y hoy los consideramos héroes de
nuestra Fe. No podemos dejar de mencionar a Noé, contribuyó al plan de Dios
para salvar a todos del diluvio.
Ninguno de los
que prepararon el camino de Jesús en el antiguo testamento, vieron el
cumplimiento de la promesa, pero allanaron el camino como lo hizo Juan, el
bautista.
El vaticano II,
en fecha 7 de diciembre de 1965, les dice a los jóvenes “que la verdadera
juventud del mundo está basada en el rostro de Cristo, el héroe verdadero, humilde y sabio, el Profeta de la verdad y del
amor, el compañero y amigo de los jóvenes”.
¿Cómo puedo convertirme en súper héroe de los demás y
ser como Jesús?
Me gustaría que
cada uno de ustedes imagine qué le gustaba del súper héroe que admiraban. ¿Qué
querríamos hacer si fuéramos ellos?
Los invito a
todos en este tiempo de Adviento y Navidad a prepararnos a ver qué nos falta
para convertirnos en héroes de Jesús en la fe y desde el lugar donde estamos,
contribuir con amor y servicio a lo que hagamos. A continuar rescatando vidas para
Jesús a través de nuestro ejemplo. A convertirnos en esa capa poderosa que
muchas personas necesitan en momentos crisis. A no ser invisibles ante los
problemas de los demás y sobre todo a mantenernos siempre positivos cuando haya
que salvar a alguien.
El único héroe
que ganó la batalla decisiva fue Jesús, venciendo la muerte y el pecado; nosotros
no siempre ganaremos, pero, si tenemos a Jesús como escudo, avanzaremos hacia
la victoria, que es acercarnos a su presencia cercana y misericordiosa. Lo más
importante de que Jesús sea nuestro héroe es: Él nunca muere, ni murió ni
morirá. ¡Él es el hijo del Altísimo! Él nos da vida, y vida en abundancia (Jn
10, 10).
En este tiempo celebraremos
la Navidad. Seamos instrumentos de fe para muchos y convirtámonos en sus
verdaderos héroes ¡colaborando y haciendo feliz a muchos con nuestro andar!
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