Educación | Pedro María Orbezua, fsc
¡Que la Escuela vaya
bien!
La Escuela: ¡Laboratorio
de Fraternidad!
No pudo ser el 14 de
mayo del 2020, porque el Covid-19 dijo que nanay, es decir, ni hablar. Pero sí
ha sido viable, aunque de manera virtual, el 15 de octubre del 2020. ¿A qué me
refiero? Al evento mundial -convocado por el Papa Francisco- que ha tenido como
tema: “Reconstruir el Pacto Educativo
Global”.
En su
carta de convocatoria nos aclaraba: “Hoy
más que nunca, es necesario… reconstruir
el tejido de las relaciones por una HUMANIDAD MÁS FRATERNA”.
A
propósito del proverbio africano que reza: “Para educar a un niño, se necesita
una aldea entera”, propone construir una “aldea de la educación” donde “encontrar la convergencia
global para una educación que sea portadora de una alianza entre todos los
componentes de la persona: entre el estudio y la vida; entre las generaciones;
entre los docentes, los estudiantes, las familias y la sociedad civil con sus
expresiones intelectuales, científicas, artísticas, deportivas, políticas,
económicas y solidarias. Una alianza entre los habitantes de la Tierra y la
«casa común», a la que debemos cuidado y respeto. Una alianza que suscite paz,
justicia y acogida entre todos los pueblos de la familia humana, como también
de diálogo entre las religiones”.
Parece que señalo un
punto y aparte, un cambio de tema, al recordar que en diciembre celebramos la
navidad, pero no es lo que parece. Tiene que ver con el recuadro de más arriba.
Confíen y continúo. Gracias. ¿Pero qué
celebramos? Para nosotros, los cristianos, debería estar más que claro. Por si
acaso, démosle una repasadita. Recupero, para ello, el envite del Papa
Francisco: ¡Por una Humanidad más
fraterna!
La pasión de Dios -Comunión
de Amor- es la Fraternidad. Y ese su proyecto está tatuado de manera indeleble
en el hondón del ser humano. ¡Somos a su imagen y semejanza! Sin embargo,
pareciera que la astuta serpiente del mito del paraíso se nos enrosca en el
corazón y zancadillea y amenaza y trastabilla, el sueño común de la humanidad,
y nos trasforma en malhadados “caínes”… Estoy convencidísimo de que lo más
difícil de la existencia es ¡la convivencia! Qué paradoja: “Te extraño, te
necesito, te amo, Fraternidad”. Y ahí mismo la asesinamos. ¡Ni pies ni cabeza! Así
que Papi-Mami-Dios-Diosa, nos echó un cable porque, al fin y al cabo, somos sus
hijos amados, sus hijas amadas. Y decidió -audacia insólita: ¡no cabe el mar en
el hoyo que abrimos en la playa!- hacerse uno “de” y “como” nosotros en un
bebito, Jesús, que irremediablemente tuvo que “crecer”, “construirse”, “humanizarse”…
Era la manera de revelarnos -y así mató dos pájaros de un tiro- quién y cómo es
Él, y quién y cómo es el auténtico ser humano en camino a la plenitud.
El poeta francés Charles
Péguy nos habla de un doble movimiento. El primero, en palabras del “Ángelus”,
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. No es suficiente, requirió un
segundo paso, “aprojimarse” a los otros para hacerse su “HERMANO”.
Y nosotros, igual: crecemos en “humanidad” en la medida que
crecemos en “hermandad”. Está escrito, y
es válido para quienes hoy y ahora habitamos este planeta tierra, más allá de que
nos declaremos creyentes, agnósticos, ateos: “Todos ustedes son hermanos” (Mateo 23, 8). Jesús explicita una
verdad que ya anida -por recalcarlo no quede- en el paisaje purísimo,
incontaminado, recóndito, de cualquier hombre y mujer.
En Navidad se trata,
pues, de que Dios en Jesús, nos llama y convoca a abrir sendas, caminos,
carreteras, autopistas, para que esa “humanidad más fraterna” se haga palpable realidad.
Y esa tarea la debemos llevar a cabo en la Escuela, convirtiéndola -en palabras
del H. Pierre André Gautier- en “Laboratorio
de fraternidad”.
¡Felicísima Navidad! ¡Dios en Jesús, Humano y Hermano! Nosotros también, día a día, más
Humanos y más Hermanos. Haciendo de nuestras Escuelas, Escuelas de Fraternidad.
ADH 851
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