Entrevista
| José Manuel Vidal/RD
Jesús
Espeja: "Evoco la figura de Santo Tomás de Aquino como profeta del
humanismo"
Dominico
como él, el teólogo Jesús Espeja aprovecha la festividad del 'Doctor Angélico',
para reflexionar sobre Tomás de Aquino y el humanismo. Porque, para el teólogo
madrileño, Santo Tomás "es un profeta del humanismo", que coloca a la
persona en el centro, "pero no absoluto". El gran teólogo medieval,
como explica Espeja, "logró unir fe y razón". Por eso, a Espeja le
duele que las corrientes más rigoristas utilicen frases sueltas de Santo Tomás,
"para justificar la instalación nefasta". Porque el tomismo, entendido
como "teología racionalista y barroca, que venía funcionando con cierta
oficialidad antes del Vaticano II, ha quedado fuera de juego".
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Jesús Espeja, OP |
P. Tú has
sido formado y has sido profesor de teología en la escuela de Tomás de Aquino.
Jubilado ya de tus tareas académicas ¿Qué te parece lo más relevante de esa
figura y de su enseñanza?
R. Por mi
vocación me gusta conocer el pasado, pero siempre buscando luz para el
presente. Y hoy, en esta situación dolorosa, evoco la figura de Santo Tomás de
Aquino como profeta del humanismo y testigo creíble de Dios amor siempre mayor
en su misma cercanía. Dos rasgos o que me ayudan a mantener viva la esperanza
en esta situación.
P. ¿En
qué sentido Tomás de Aquino es profeta del humanismo?
R. En el
s. XIII ya despuntaba la modernidad donde la persona humana viene a ser centro,
se reconoce su dignidad y sus derechos fundamentales. Y santo Tomás inició ese
giro humanista. Se sirvió de la filosofía griega como mediación para
reflexionar sobre la fe cristiana. Pero mientras en esa filosofía la referencia
para juzgar todo era el cosmos dentro del cual estaba un ser racional, Tomás de
Aquino dio un viraje poniendo como centro y medida de todo al ser humano.
P. Pero
en la organización de nuestra economía y ahora con esta sacudida de la
pandemia, estanos viendo que el ser humano ya no es centro, se derrumba. ¿Tiene
sentido seguir el humanismo al que apuntó ese viraje que dio Tomás de Aquino?
R. Según
el maestro medieval, el ser humano es centro pero no absoluto, pues él mismo
está fundamentado en ese misterio que llamamos Dios. Creo que el fracaso de
corrientes humanistas modernas es la pretensión de que la persona humana sea
centro absoluto. Ya en 1943 el lúcido pensador jesuita H. de Lubac denuncio el
drama del humanismo ateo: ”no es verdad que el hombre, aunque parezca decirlo
algunas veces, no pueda organizar la tierra sin Dios. Lo cierto es que, sin
Dios, no puede, a fin de cuentas, más que organizarla contra el hombre”. Así lo
estanos constatando en esta situación de fragilidad a impotencia. Puede ser
oportunidad para actualizar el humanismo que propuso Tomás de Aquino.
P. ¿Sigue
vigente el tomismo?
R. Si con
esta palabra te refieres a una teología racionalista y barroca que venía
funcionando con cierta oficialidad antes del Vaticano II, hoy queda ya fuera de
juego. Pero esa teología no tiene nada que ver con la tradición tomasiana que
recibí de mis mejores maestros y he tratado de actualizar en los cambios de
tiempo. Según santo Tomás, la reflexión teológica se mueve en el interior de la
experiencia que llamamos fe; y el verdadero teólogo, “antes de hablar sobre lo
divino, debe experimentarlo”; todo lo que digamos sobre Dios esencialmente
amor, “es deficiente”; las formulaciones “no agotan al contenido último de la
fe”. Hay que hacer lo posible por articular racionalmente la experiencia
vivida, pero al final Tomás de Aquino, respirando con intensidad su experiencia
mística y viendo la limitación de sus expresiones, no pudo seguir escribiendo y
dejó sin completar su obra maestra.
P. ¿Qué
le debe la Iglesia a Santo Tomás y al tomismo?
R.
Después de lo dicho no se debe identificar a Santo Tomás y a su escuela, con el
“tomismo” sin precisar qué entendemos con esa palabra. La gran aportación de
este singular maestro dominico a la Iglesia fue articular racionalmente la
experiencia cristiana muy viva en la tradición patrística. Teniendo como clave
la encarnación, logró unir fe y razón, concluyó que la gracia no destruye sino
que perfecciona la naturaleza; lo divino hay que buscarlo en lo humano, y la
nueva ley en moral es la gracia.
P. ¿Por
qué los más rigoristas tienden a acudir al tomismo para justificar sus
doctrinas?
R.
Comprendo que todos busquemos apoyaturas para no salir de nuestro cálido cobijo
exponiéndonos a la intemperie; pero me da pena que para justificar la
instalación nefasta, se utilicen frases sueltas de Santo Tomás. En una de sus obras
habla de nuevas formas de vida, nuevos métodos, nuevos argumentos, nuevas
formulaciones. Aquel místico respiraba el universalismo de la fe o experiencia
cristiana: “la verdad, venga de donde viniere, procede del Espíritu Santo”.
Publicado en www.religiondigital.org
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