Opinión |
Isabel Gómez Acebo
¿Aperturistas o
tradicionalistas?
Unos artículos
del National Catholic Reporter me han hecho reflexionar sobre las personas que
se declaran católicos convencidos. Durante los pontificados de Juan Pablo II y
Benedicto XVI todos los que no estaban de acuerdo sobre las enseñanzas
eclesiales estaban mirados con malos ojos. Nos decían, porque yo me declaro
aperturista, que éramos protestantes y que hacíamos una religión a nuestra
medida, pero yo perseveraba en mi fe, como tantos otros, aunque nos fueran
retirando a los cuarteles de invierno.
La sociedad va
muy deprisa y acepta algunas situaciones que son tabú en nuestra Iglesia:
métodos anticonceptivos, matrimonio entre personas del mismo sexo, sacerdocio
femenino, la no importancia del celibato, el aborto, el adecuado rol de los
laicos, la infalibilidad papal… una lista muy larga que un porcentaje muy
elevado de católicos acepta ¿Han dejado de serlo por tener estas ideas?
Con la llegada
del pontificado del Papa actual ha mejorado nuestra consideración salvo para
los que se oponen a su persona. Lo más curioso es que ha pasado lo mismo con la
llegada al poder del presidente Biden que no escogió al cardenal Dolan, que se
refería a su amigo Trump como un gran señor, sino a un jesuita. Y en el
servicio religioso post juramento se incluyeron dos monjas y dos líderes del
movimiento transgénero, un aviso a navegantes de que en su concepción religiosa
todos eran bien recibidos.
Iglesia
poliédrica
Creo que nos
confundimos cuando consideramos que el catolicismo es la adhesión a una serie
de verdades pues no es una creencia intelectual sino mucho más que eso. Ser
católico quiere decir no apartar la mirada del que sufre, no tener miedo en
profundizar en la fe, vestir al desnudo y celebrar la Navidad como la
encarnación de Dios que quiso compartir la vida de los seres humanos, en la que
se incluía el sufrimiento incluso en cruz, pero con un mensaje de esperanza que
fue la Resurrección.
Y recordar
todos estos momentos de la vida de Jesucristo celebrando con los hermanos en la
fe para apoyarnos unos a otros. Y no somos protestantes porque nos consideramos
miembros de una iglesia, que no cedemos a ningún grupo y de la que nadie nos
podrá echar, aunque nos gustaría que cambiara algunas cosas que son por las que
luchamos
Nos necesitamos
unos a otros, de la misma forma que no existiría el bien si no hubiera mal en
el mundo. Las enseñanzas de la Iglesia tienen que evolucionar para ser
comprendidas por los seres humanos de cada momento histórico y todas las
generaciones se enfrentan con nuevos temas a los que hay que responder. La
verdad permanece, pero para perseverar tiene que vestirse con la ropa del
momento. Los aperturistas tienen que empujar a los conservadores a realizar
cambios, pero éstos tienen que advertir de los peligros que conlleva ser
apresurados. Y si no existieran las dos facciones el Espíritu las tendría que
crear… pero ya lo hizo y debemos convivir unos con otros pues nadie sobra
El catolicismo
no se puede reducir, como decía Chesterton, a una tradición pues es un incordio
(nuisance en inglés) siempre nuevo y peligroso.
El desafío en nuestra situación actual es construir un sentido de unidad
que marginalice a los extremistas y a los sectarios, que no se entienden con
nadie, pues son lo contrario del espíritu cristiano.
Publicado en www.religiondigital.org
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