Reflexiones | PEDRO ZABALA, pezabala@ono.com
Aprender en la pandemia
Estas
reflexiones me han brotado después de participar en una tertulia virtual con un
grupo de nuestra Comunidad de la Esperanza y de escuchar una videoconferencia
del jesuÃta RodrÃguez Olaizola. No podemos evitarlo. Vivimos, oÃmos, vemos,
hasta tocamos esta atmósfera provocada por ese bichito, procedente de China,
que domina el planeta. Pandemias ha habido siempre, más o menos globales, que
han asolado a la humanidad.
¿Qué
ha ocurrido para que ésta alcance tal magnitud en nuestra conciencia? Primero:
Está afectando a nuestro orgulloso Occidente. Segundo: La globalización
económica, con el trasiego constante y rápido de mercancÃas y personas de unos
paÃses a otros. Y tercero: Las interconexiones mediáticas instantáneas, las
tradicionales más las redes sociales, que han hecho del globo terráqueo una aldea
global.
Frente
a esta situación, se están dando dos respuestas opuestas, igualmente
perniciosas en sus efectos. La primera, la de los negacionistas: la pandemia no
existe, es un bulo creado por ciertos poderes ocultos para aumentar su dominio
sobre nosotros. La segunda es la de quienes se han hundido en un pavor extremo,
en el que piensan que no hay nada que hacer; por lo que o disfrutamos a lo loco
cada minuto de la existencia que nos quede o nos encerramos en la depresión más
amarga.
Claro
que cabe un respuesta más humana y esperanzada. Ver la crisis como una
oportunidad. Para ello, aprovechando el confinamiento de tantas horas en
nuestras casas, hemos de empezar por frenar. Iniciar un proceso de pensamiento
sobre nuestra propia existencia y el sentido de nuestra vida.
Hemos
de reconocer que, a pesar de los avances tecnocientÃficos, somos seres
frágiles, extremadamente vulnerables. Y que la muerte, la mÃa y la de los mÃos,
forma parte de la existencia humana. Tenemos fecha de caducidad, aunque ignoremos
cuál sea.
Nuestra
inmovilidad no ha de impedirnos ser peregrinos de nuestro interior. Ahondar
dentro de nosotros con preguntas claves: ¿Somos personas lÃquidas, a merced de
vaivenes exteriores o personas sólidas con anclajes firmes, pero flexibles? ¿Hemos
desarrollado un pensamiento crÃtico, capaz de evolucionar, sin caer en
gregarismos fáciles? ¿Estoy abierto a la escucha leal, aceptando que me lleven
la contraria, para irme acercando a la verdad desde otras perspectivas?
Este
análisis ¿me permite ver qué cambios debo realizar en mis actitudes vitales?
¿No debo empezarlos ya, en el hoy en que me encuentro? Sé que no parto de cero,
mi vida tiene su historia, aunque seguro que debo cambiar el relato que hago de
ella. Y desde ese ayer, con los pies anclados en el presente, es el momento de
abrime a un mañana esperanzado.
Mi
actitud debe ser de una humildad agradecida. A esos tús cuyos encuentros me han
Ãdo modelando. ¿No puedo resumir la lección de la pandemia en tres verbos: Buscar,
Esperar, Agradecer? (Eclesalia Informativo).
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