Desde los Tejados Manuel Maza, SJ, mmaza@pucmm.edu.do
Cuaresma: voltearse hacia
la vida
Desde el Miércoles de
Ceniza hasta el Domingo de Ramos, inicio de la Semana Santa, van cuarenta dÃas,
en los cuales los cristianos nos esforzamos por vivir más profundamente nuestro
bautismo, confirmación y participación en la EucaristÃa, signos mediante los
cuales participamos en la Pascua de Jesús.
Para vivir nuestro
bautismo, pidamos al Señor salirnos de nuestra complicidad con la maldad y virémonos
hacia la vida que el Señor nos propone. Ese “voltearse” es la conversión, un
cambio de mentalidad y corazón bajo la fuerza de Dios “que es bueno y recto y
enseña el camino a los pecadores y a los humildes”. En cuaresma, caminemos con
esperanza las rutas del desierto de la verdad, convencidos de que las “sendas
del Señor, son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza” (Salmo
24).
La cuaresma es un tiempo
de gracia que hay que aprovechar, como Noé construyendo el Arca en el relato
del diluvio, “cuando la paciencia de Dios aguardaba”, mientras Noé construÃa el
Arca (1ª Pedro 3, 18 – 22).
La cuaresma es un tiempo
para confiar en Dios. El libro del Génesis (9, 8 – 15), nos pone a recordar la
lealtad de Dios cada vez que miremos al Arco Iris, alianza del cielo y la tierra.
Olvidamos muchas veces nuestro pacto bautismal con el Señor, pero Dios “no
olvida su pacto”. Renovemos nuestro bautismo viviendo la cuaresma junto a
nuestra parroquia.
La cuaresma nos llena de
esperanza: por malos que seamos, “el reino está cerca”. Vale la pena salirnos de nuestras marrullas,
egoÃsmos, comodidades y estrecheces de miras para voltearnos hacia la Buena
Noticia y creer.
Caminando la cuaresma con
Jesús y su pueblo, aprenderemos a caminar el desierto de la vida, donde la
maldad nos tienta, pero donde también podemos creer en la Buena Noticia.
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