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    jueves, 18 de febrero de 2021

    Dale un abrazo a tu hermano


    Reflexiones | Amigo del Hogar





    Dale un abrazo a tu hermano


    Si lo propusiera literalmente, abrazar al hermano sería una insensatez en muchos casos. El protocolo que nos pide mantener el distanciamiento social para protegernos mutuamente es una manera de cuidarnos y cuidar a los demás. El cuidado recíproco es un signo visible de aprecio mutuo, no solo amabilidad, es aprecio por la vida de todos y conlleva cierto esfuerzo para estar alerta. Nos encontramos y de repente nos damos cuenta de la humana tendencia a estrechar la mano en saludo o acercarnos para abrazar la otra persona.


    Los negacionistas no toman en cuenta lo serio del momento que atravesamos. Digamos que detrás de esta realidad amenazante hay gente que conspira contra gran parte de la humanidad y que su secreta complicidad tiene unos fines malignos, como siempre los tienen ciertas ideologías y políticas sociales que atentan contra la vida. A pesar de fundadas sospechas, el virus, su letalidad y las muertes reales alrededor de nosotros evidencian una amenaza, un peligro real.


    Una fe ingenua que deja todo el peso del transcurso de la vida a la acción de Dios desde arriba, a su función de juez que premia y castiga, que además supone su intervención permanente a favor de nosotros, sin que fuera necesaria la prudencia, el sentido común para no poner la mano a la llama ardiente porque Dios está ahí, para cuidarte y asegurarse que no te queme, es una fe carente de razón y corazón para comprender cómo Él se hace presente y actúa misericordiosamente en nosotros.


    Ni hablemos de otra gran parte de la humanidad que sin ser negacionistas y conscientes de la situación, no tienen suficiente fuerzas espirituales y físicas para seguir adelante. Creen en Dios, pero es más evidente la realidad amenazante y dolorosa de la presencia del virus. Quizás las limitaciones propias, su vulnerabilidad y la indefensión ante los hechos, les provoca temor, están desorientadas en un clima de carencias materiales o espirituales. Otros, en muchos casos, haciendo la opción de “comamos y bebamos que mañana moriremos”, viviendo lo mejor que se pueda, mientras tanto.


    Darle un abrazo al hermano, a la hermana, como proponemos al principio, tiene como objetivo primero descubrir que hay otros modos de abrazar, por ahora, que no sean los abrazos físicos. En segundo lugar, que no nos sintamos solos, no solamente necesitamos abrazos, pensemos como podemos seguir abrazando a la gente que queremos. Cómo seguir dando una respuesta esperanzadora y seguir adelante. Tercero, acoger el modo como nos sentimos y confiar más en nuestra capacidad de seguir, de dejarnos acompañar y confiar en el Señor, cercano y compasivo que siempre ha estado con nosotros, antes y durante esta situación de hoy.


    Recuperemos el sentido de la vida ante cualquier tipo de carencia o vulnerabilidad que nos haga dudar, temer o paralizarnos. Siempre podemos volver a nuestra interioridad. Si tenemos fe, allí en lo más secreto, todo lo ve y lo acoge el Dios de Jesús. Seamos sinceros también. Reconozcamos si nuestras vidas se han ido decantando por el individualismo y el consumo; qué medios hemos utilizado para no aprender a crecer en la soledad, y buscado fuera cualquier satisfacción posible. Nuestra fragilidad es ahora el potencial de nuestro crecimiento como personas, a solas y acompañadas, envueltas en el amor de Dios, abrazando y dejándonos abrazar sin que tengamos que poseer ni dominar a nadie. Aprendamos que sin el cuidado común para el bien de todos, la humanidad no tiene futuro.

     

     


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