Actualidad Mundial | Benedetta Capelli/VN
Haití entre protestas, violencia, pobreza y
sed de Evangelio
El país caribeño sigue viviendo una gran tensión tras los
enfrentamientos de hace unos días por la violencia desencadenada por el fin del
mandato del Presidente Moise. Maddalena Boschetti, misionera genovesa del fidei
donum, habla del sufrimiento de los pobres y de su necesidad de normalidad y de
paz.
Las catástrofes naturales y la violencia no tienen visos de disminuir.
Desde hace años, Haití vive en constante emergencia, con una población fatigada
por la falta de seguridad y de bienes esenciales, y con la dificultad de
ganarse la vida cada día. En el país caribeño, miles de personas se
manifestaron ayer en la capital, Puerto Príncipe, contra el presidente Jovenel
Moise. Hubo momentos de tensión con algunos enfrentamientos entre los
manifestantes y la policía, que disparó gases lacrimógenos y balas de goma. Un
total de 23 personas fueron detenidas. El 7 de febrero, Moise había decidido no
dejar la dirección del país, alegando que su mandato no expirará antes de febrero
de 2022, mientras que los opositores consideran que, según la Constitución,
debería haberse ido. La Organización de Estados Americanos (OEA) ha pedido
nuevas elecciones, expresando su preocupación por el respeto a los derechos
humanos.
Un momento oscuro
"Todo el mundo esperaba esta situación de tensión", dice
Maddalena Boschetti, misionera genovesa fidei donum, lleva 18 años en el país y
es el alma de la misión Mare-Rouge, en el noroeste de Haití, en la que se
atiende a niños discapacitados. Su preocupación se centra sobre todo en la
resignación del pueblo. "Desde 2019 Haití ha estado en la cuerda floja y
lo que ocurrió era lo esperado". Las protestas contra el presidente son
una expresión del malestar alimentado por la carestía de la vida, la escasez de
combustible, la escasez de alimentos y la espiral de precios. Una crisis
económica también agravada por el cierre de la capital haitiana a manos de
grupos criminales que exigen sobornos para pasar. A esto hay que añadir la
crisis alimentaria que es crónica y la crisis sanitaria con el Covid que ha
causado más de 2500 víctimas. "La gente ha creído", explica
Maddalena, "que las medidas restrictivas para el coronavirus fueron
impuestas por el gobierno para evitar las protestas.
Ser constructores de paz
"No soy un analista político", señala la monja, "pero es
un hecho que hay una falta de diálogo entre el gobierno y la oposición, que
durante años ha habido momentos de tranquilidad y de violencia. Estamos en uno
de los momentos más oscuros de la historia del país. Mi testimonio como
misionera es el de alguien que comparte su vida con los más pobres, el de
alguien que lucha por el pan de cada día y me da pena ver que los pobres son
siempre más pobres y los ricos más ricos". En palabras de Maddalena, hay
un eco de la dignidad de tantas personas que sólo querrían tener una vida
normal, vivir a pesar de las dificultades de su trabajo. "En este caos
total no hay claridad de roles, no hay una alternativa política en la que la
gente crea". "Nosotros, como misioneros -concluye-, seguimos
caminando al lado de los más frágiles, queremos apoyarnos mutuamente para ser
constructores de paz. Rezamos por todos los que nos rodean y por todo el país.
Vivimos con la gente y para la gente, intentando ser lo más capaces de dar
testimonio del Evangelio y del deseo de paz que nos habita."
Publicado
en Vatican News:
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